Os doy mi palabra de que aprovechar el 25 de diciembre para reseñar una obra que se llama Destrucción no va con segundas intenciones ni dobles sentidos. Se trata del integral que ha editado Yermo Ediciones con los tres tomos que componen la obra de Morvan y Macutay, basada en la novela de mismo título de René Barjavel. Es curioso porque, a pesar de ser una novela escrita en 1943 que trata sobre una sociedad futura hipertecnificada, la adaptación a cómic mantiene por completo la vigencia a día de hoy, incluso me atrevería a decir que más que nunca.
En el año 2052 la sociedad depende hasta el extremo de la tecnología. Mientras el agrofísico François Deschamps se cita con su amiga de la infancia Blanche en París, el mundo experimenta un extraño suceso que acaba con toda la tecnología existente y se desata el caos. Deschamps reunirá a un grupo con el que pretende crear una nueva sociedad mucho más amable con la naturaleza y los recursos naturales.
Destrucción es una obra que puede gustarte o no, pero difícilmente te dejará indiferente. Uno de los puntos más sorprendentes que tiene es el salto continuo de género que va experimentando la historia, pasando de una trama postapocalíptica a una historia romántica, a una bélica, a una de acción y aventuras, a una de espionaje, a una de ciencia ficción con manipulación genética… es muy sorprendente como Morvan (al que recientemente le hemos leído en España su Helldorado ) va dando saltos de un tipo a otro de historia. Su adaptación de la historia original es bastante rigurosa, lo cual juega a veces un tanto en contra de la obra.
Hay que recordar que estamos ante una de las primeras obras de ciencia ficción de la literatura europea moderna, de una obra escrita durante la Segunda Guerra Mundial con claras influencias de lo que sucedía en el continente sobre la historia. La novela sufrió durante años el desprecio de quienes veían en el autor ideas afines a los nazis, y paradójicamente de quienes veían igualmente un alegato comunista de abolir la propiedad y el dinero. Sea como sea, se trata de una obra que plantea un claro mensaje naturalista, de respeto por la naturaleza… mucho antes de que fuese una realidad palpable como sucede hoy día, y de cómo el ser humano está dependiendo cada vez más de una tecnología sin la cual el mundo puede venirse abajo. Y por otro lado la obra tiene también un mensaje feminista de crítica al patriarcado y que plantea una sociedad en la que, al final, el hombre se acaba imponiendo igualmente a la mujer a pesar de partir con buenas intenciones.
Probablemente, el guión de Morvan sea el punto más flojo de la obra, con muchísimos altibajos, claros problemas de ritmo y una historia que queda confusa en muchos aspectos. Se puede achacar ese defecto a la novela original, pero creo que el guionista ha perdido una oportunidad de modificar ciertos aspectos que puedan servir a la historia, y que igualmente cuando toca resumir y elegir las escenas y los diálogos se queda un poco en el aire. Me refiero, sin ir más lejos, al propio desencadenante de la historia: ese pulso electromagnético que no se sabe por qué se produce ni qué lo ha desencadenado algo que, finalmente, acaba por no tener relevancia, puesto que es el mero catalizador de la historia que se quiere contar, pero que tampoco hubiera pasado nada de haberse explicado más claramente.
Sin embargo, esos pequeños defectos de guión quedan ocultos por un dibujo muy espectacular de Rey Macutay, un artista con un estilo hiperrealista y pictórico, que fusiona las viñetas repletas de información y con paisajes muy elaborados del cómic europeo con el dinamismo, las líneas cinéticas y las perspectivas forzadas del manga japonés. Aunque en el último libro creo que baja un escalón el nivel de dibujo, una visión global mantiene el notable alto en este aspecto, con espectaculares splash page y diseños futurísticos que sorprenden bastante.
En definitiva, Destrucción es una obra de ciencia ficción con mucho subtexto, que oculta un mensaje naturista y de igualdad de géneros tras una historia tan sorprendente como explosiva. No es un mensaje grosero en cuanto a su obviedad, que se anteponga a cómo se cuenta, todo lo contrario, y ese es probablemente el mejor acierto de una obra con un dibujo muy llamativo y espectacular que mezcla la rigidez formal del cómic europeo con el dinamismo del cómic oriental… y funciona. Para amantes de la ciencia ficción y las historias postapocalípticas.
Lo mejor: Los continuos cambios de género que experimenta la historia. Alterna muy bien las dos líneas temporales de la obra. Que no estiren el chicle innecesariamente. El dibujo de Macutay.
Lo peor: El ritmo que le aporta Morvan al guión y la oportunidad perdida de rellenar las pocas lagunas que tenía la novela original.