Es la hora de las tortas!!!

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Deathstroke: El asesino de dioses

Deathstroke: El asesino de dioses
Guion
Tony S. Daniel, James Bonny, Phil Hester.
Dibujo
Tony S. Daniel, Tyler Kirkham, Paolo Pantalena, Eduardo Pansica, Peter Nguyen, Mirko Colak, Roberto Vicava.
Tinta
Sandu Florea.
Color
Tomeu Morey, Arif Prianto, Fahrza Kamaputra, Michael Spicer.
Formato
Cartoné, 529 págs, color. 15x24 cm.
Precio
48€.
Editorial
ECC ediciones. 2022.
Edición original
Deathstroke #1-20, Deathstroke Annual #1-2, DC Sneak Peek: Deathstroke #1 (DC Comics).

ECC comenzó a editar en España precisamente con los nuevos 52, esa etapa que hoy se recuerda con cierto recelo por la calidad media de las series que nacieron de aquel reboot editorial. Pero no todos los personajes tuvieron su colección de salida. Como recordaréis, a medida que iban cancelando series iban estrenando otras nuevas para mantener el número de marras y que siempre hubiera 52 series de DC en tiendas especializadas. Llegó un momento que el sentido común ya hizo que esa regla no tuviera que cumplirse y se fue normalizando un poco, aunque ya había una inercia sobre el tipo de series y el tono generalizado que tenía esa DC. En ese contexto, un par de años más tarde, llegaría la serie de Deathstroke, el mercenario creado por Wolfman y Pérez para sus Nuevos Titanes, y que duró poco más de año y medio hasta que llegara Renacimiento con un nuevo reboot editorial. ECC Ediciones publica ahora Deathstroke: El asesino de dioses un tomo integral en el que reedita esos casi dos años de colección, que previamente fueron editados en tres TPBs.


La serie se divide en tres grandes bloques: En el primero de ellos veremos a un Slade Wilson que tendrá que enfrentarse al enigmático Odiseo y evitar que le ataque a él y a sus hijos. I-Ching, esa suerte de Stick deceíta creado por Denny O’Neill para Wonder Woman, provocará que Deathstroke recupere su juventud y su ojo derecho en todo el proceso, algo que le acompañará mientras dure esta serie. ¿Con qué objetivo? Tal vez habría que preguntar a Tony Daniel, yo sigo buscando una justificación. El segundo bloque llevará a Slade precisamente a Themyscira, cuando sea contratado para asesinar a cierto dios, en la saga que da nombre precisamente a este volumen integral. La última parte de esta serie enfrentará a Deathstroke a Lawman y Snakebite, en una trama que comenzará con las represalias del Escuadrón Suicida de cuando Deathstroke los traicionó en su propia serie.

El guionista del comienzo de la serie es Tony Daniel, que se encargará igualmente del dibujo y, sin ser santo de mi devoción, creo que se encarga de la parte más disfrutable y salvable de la colección, con un sentido y una dirección predecible, aunque adolezca de los defectos propios de cualquier serie de DC durante esa época: cameos continuos, cambios «porque sí» y tramas que destacaban más por su potencia de impacto que por su coherencia si uno se para un minuto a reparar en ella. Pero es una serie entretenida, eso es innegable. El principal problema que le encuentro a esta edición es que, probablemente muchos lectores la lean después que la posterior de Renacimiento a cargo de Christopher Priest, donde el guionista tenía muy claro lo que quería hacer con el personaje y los cambios estaban justificados. Aquí comenzamos con un rejuvenecimiento del personaje que, no solo no aporta nada a la serie, sino que además creo que resta una de las principales características que tiene este personaje y que es su aspecto. Ver a este Slade joven y con dos ojos nos separa inconscientemente de la imagen que tenemos del personaje, y tampoco aporta nada que pueda justificar tal decisión.


Pero con todo, Daniel comienza con esos dos arcos frente a Odiseo y en Themiscyra, con una duracíón adecuada y un aspecto uniforme en su dibujo. En sus últimos números contará con la ayuda a los guiones de James Bonny, que a la postre sería quien le sucediera al frente de la colección, con los dibujos mayoritariamente de un correcto Tyler Kirkham y un noventero Paolo Pantalena como principales responsables del aspecto gráfico. Y este último bloque de la serie sí lo encuentro mucho más a la deriva y con una historia río que no servía más que de excusa para ir justificando cameos de personajes y unos enfrentamientos repetitivos contra Lawman y Snakebite que parecían no acabar nunca. Todo esto con ese grupo de mercenarios planteados por Daniel en su primer arco, los Malnacidos Muertos, liderados por el español Víctor Ruiz y que Bonny mete con calzador en este último arco, imagino que con la idea también de cerrar todos los cabos sueltos antes del Renacimiento.

En todo caso, y con todas sus pegas, la serie es entretenida y si uno la lee como una serie en la que Deathstroke se pelee con pesos pesados de la editorial, no va a tener ninguna pega que ponerle porque el número de cameos que hay en la serie entre héroes y villanos que aparecen para darse de leches con el mercenario bicolor es suficiente para satisfacer a cualquier lector de superhéroes que busque acción en un cómic. El tomo incluye también dos anuales: el primero formaba parte del arco argumental de Themyscira, mientras que el segundo sí es una aventura completamente independiente en la que Deathstroke se va a la población de Vakhar, en Raphastan, que conociéramos en Torre de Babel, y posteriormente serviría para ambientar un cruce entre Deathstroke y Green Arrow en la etapa de Jackson Lanzing en la colección del arquero.


En definitiva, Deathstroke: El asesino de dioses es un cómic de los noventa escrito y dibujado en 2014: peleas, tiros, acción… y dientes. Una serie que hay que saber ver como lo que es: otra serie más de ese período en el que en DC tenían una idea generalizada para lo que buscaban en todas las series, con numerosos cruces entre ellas, y la necesidad de mostrar en todo momento, que estábamos en un universo cohesionado en el que en cualquier momento podría aparecer algún héroe o villano de otra de las series. Si conseguimos leerla siendo consciente de lo que era, estamos ante una lectura divertida, sin consecuencias y que se puede disfrutar sin la necesidad de tener más conocimiento del entorno del personaje porque la información necesaria aparece aquí mismo contenida.

Lo mejor: Lectura entretenida con numerosos cameos. Etapa muy autocontenida.

Lo peor: La edición, con portadas al final del tomo. Las decisiones sin sentido como la de rejuvenecer porque sí a Slade.

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