Aunque Tom Taylor sea uno de los responsables de Nightwing, una de las serie más laureadas de DC -dentro de la continuidad oficial- de los últimos tiempos, tiene varias obras en su haber que le coronan como uno de los autores más interesantes si quieres hacer una historia fuera de continuidad. Hace algo más de diez años de su recordada etapa en Tierra-2. También en DC hizo Caballeros oscuros de acero, y en Marvel firmó La edad oscura. Pero, por supuesto, la primera obra que nos viene a la cabeza con este planteamiento es Injustice: Dioses entre nosotros, un cómic que surge como producto derivado de un videojuego y del que Taylor consigue sacar oro. Un cómic que tiene varios puntos en común con este DCsos que nos ocupa hoy.
Sin duda, ante la mención de un universo superheroico asolado por una plaga zombi, es imposible pensar en el Marvel Zombies de la competencia. Pero la verdad es que DCsos tiene muy poquito en común con la historia de Robert Kirkman y sucesores. Donde Marvel Zombies es provocación y entretenimiento palomitero, DCsoses épica y fatalidad. No estamos diciendo que una sea mejor que la otra, que en su propósito ambas tienen sus méritos. Simplemente, que aunque coinciden en el concepto de partida, lo desarrollan en direcciones diametralmente opuestas. Y es precisamente en el objetivo que tiene en mente donde DCsos camina en paralelo a Injustice.
Esta serie utiliza como punto de partida argumental un high concept que se ha tocado en varias ocasiones en la historia de la editorial: ¿Qué pasaría si Darkseid consiguiera la ecuación de la Antivida? Esta idea, creada por Jack Kirby en el número 5 de Forever People, es una ecuación que permite la dominación y el control de cualquier forma de vida consciente. Según se explicaba en ese primer número «si alguien posee un control absoluto sobre ti, no estás realmente vivo». Es una idea compleja de manejar, que solo los autores más capaces -y con un cierto interés por lo cósmico- han podido utilizar de una forma correcta. Así, Grant Morrison, posiblemente el mayor discípulo que Kirby tuvo en DC, la usó en Crisis Final, en JLA y en Siete Soldados. Jim Starlin también recurrió a ella en La muerte de los Nuevos Dioses. Y, por supuesto, Walter Simonson en Orion. Y ahora llega Tom Taylor y reflexiona sobre este planteamiento. Hablamos de seres vivos conscientes que son dominados y controlados, no aniquilados. Pero no están realmente vivos. Vivos no vivos. No muertos. Zombis.
Cuando salió a la venta DCsos, nada indicaba en la portada que estuviéramos ante una historia alternativa ni ambientada en una tierra paralela (para los fanáticos de la continuidad, es Tierra-55). El principio de la historia nos muestra a la Liga de la Justicia acabando con los planes de Darkseid, con una alineación extensa pero de miembros que previamente han formado parte de ella, y con sus imágenes más icónicas. Pero rápidamente nos damos cuenta de que igual algo raro está pasando cuando Darkseid encuentra la Ecuación de la Antivida dentro de Cíborg, la activa y la manda de vuelta a la Tierra dentro del joven titán. Una ecuación que se expande por toda la población del planeta a través de internet cual fake news. Y a partir de ahí, Tom Taylor monta no ya una distopía como la de Injustice, sino un apocalipsis en toda regla. Un apocalipsis que al que el lector veterano intentará buscar una solución en su cabeza mientras lee la serie con la boca abierta y totalmente enfrascado en una lectura absorbente. Hasta que llegamos a la mitad del tomo y nos encontramos con el one shot Un buen día para morir y nos dejan claro que ni magia, ni viajes en el tiempo, ni nada. No hay solución al apocalipsis zombi de DCsos, y es el momento de tirar la toalla.
Al dibujo tenemos a Trevor Hairsine (Eternal Warrior, Patrulla-X: Génesis Mortal) haciendo un trabajo más que correcto, aunque no es brillante. Consigue meternos en el ambiente a la perfección y la historia fluye de forma correcta, pero quizás habría habido algún momento que habría pedido un punto de espectacularidad más. Además, tenemos nada menos que siete dibujantes adicionales en escenas puntuales, haciendo que en algunos momentos la serie peque de una cierta inestabilidad visual. Aún así, la escena de Darkseid en Apokolips dibujada por James Harren (Rumble) es oro puro. Y nunca antes ha dado tan mal rollo Desaad.
La historia que hemos visto en DCsos no es precisamente original. Lo de mezclar personajes de universos de cómic con zombis ya lo hemos visto en la mencionada Marvel Zombies, pero esa tampoco fue la única vez. También ha ocurrido en La noche más oscura, en Necrosha… incluso en El más allá con Archie. Lo de quitarse de en medio varios de los personajes principales de la editorial y que una buena parte del peso de la historia recaiga en algunos de los secundarios también lo hizo James Robinson en Tierra-2, justo antes de la llegada de Tom Taylor. Pero lo que le falta de originalidad lo suple con creces con un guionista que conoce el género superheroico como pocos, que maneja con maestría los códigos que le hacen funcionar, y que tiene su fuerte en la caracterización de personajes y los diálogos. Y esa es la forma perfecta de hacer que nos importe lo que ocurre en una historia postapocalíptica.
DCsos continuó con varios spin offs y secuelas, pero esta primera miniserie funciona a la perfección de forma independiente, con un final perfecto pero dejando una puerta abierta a posibles continuaciones.