El nueve de noviembre de 2022 nos dejó de manera demasiado prematura el gaditano Carlos Pacheco. El dibujante, abanderado junto a Salvador Larroca y Pascual Ferry de la generación española que irrumpió con fuerza en Marvel en los años 90, no dejó tras de sí ninguna etapa demasiado larga (con excepción de la maxiserie de “Siempre Vengadores”). No obstante, sí que picoteo en los principales títulos del mainstream americano como “Green Lantern”, “Flash”, “X-Men”, “Fantastic Four” o “Superman”, uno de sus personajes preferidos cuya etapa ha sido reeditada por ECC en formato Pocket bajo el título de “La caída de Camelot”.
Curiosamente, es la segunda vez que “La caída de Camelot” es reeditada en relativamente poco tiempo. Y es que a finales de ese fatídico 2022 vio la luz dentro de la línea Focus, con la que ECC resalta el trabajo de autores españoles como Fernando Blanco, Mikel Janin, Jorge Fornés o Carlos Pacheco. Personalmente, prefiero el formato Pocket. Luce menos, pero en esta ocasión tenemos más de 250 páginas por tan solo 9,95 €. Para un servidor, que en su momento dejó a medias la edición en grapa por parte de Planeta, no hay color.
La caída de Camelot: Superman contra la magia
Esta etapa del último hijo de Krypton fue guionizada por Kurt Busiek. El creador de “Astro City”, viejo conocido de Carlos gracias a sus colaboraciones en la mencionada “Avengers Forever” o “Arrowsmith”, decidió salirse de lo convencional y en lugar de enfrentar nuevamente a Superman contra Luthor, Brainiac o Bizarro, enfrentó al protagonista a su talón de aquiles más importante tras el mineral de su planeta natal: la magia.
Para ello trajo de vuelta a Arion, el Señor de Atlantis. Creado por Paul Kupperberg y Jan Duursema para el número 55 de “Warlord”, Arion llega a Metrópolis para ser el Rey de los cenizos, asegurando al alter ego de Clark que, por su culpa y la de otros alienígenas que operan en la Tierra, el mundo se irá a la mierda de manera irremediable. Y ello por su constante intervención en los conflictos de los seres humanos, que nos impide evolucionar y adaptarnos. Por lo tanto la solución es que se haga a un lado sin hacer nada por evitar los inminentes cataclismos.
Busiek construye una premisa muy interesante que profundiza en la naturaleza de Superman, planteando al héroe dilemas muy potentes. Este arco sirve además de recordatorio de que Superman tiene los valores que tiene gracias a la educación y valores que le inculcaron sus padres adoptivos. De hecho, el escritor hace hincapié en ello en uno de los hilos secundarios que veremos a lo largo de “La caída de Camelot”, en la que presenciaremos un brutal combate contra un ser denominado “Experimento 17”, que no es otra que un monstruoso alien que cayó en manos de los soviéticos siendo un bebé, y que fue sometido a brutales experimentos hasta que, ya adulto, se reveló. En mi opinión también es una forma de parodiar o ridiculizar la premisa de “Hijo Rojo” de Mark Millar, una de las historias alternativas más relevantes de Superman, a la vez que nos muestra las consecuencias de una infancia traumática.
Para apoyar y dar fuerza a su discurso, Busiek recurre a la fórmula de recordarnos que, pese a que se parezca a nosotros y a muchos niveles Superman sea más humano que tú o que yo, no deja de ser un ser extraterrestre capaz de partir el mundo si lo quisiera. Historias de supermanes malvados hemos visto muchas desde el “Irredeemable” de Mark Waid hasta el filme “Brightburn”. Aquí, Busiek va un paso más lejos para presentar al Escuadrón K, un grupo de élite del gobierno creado exclusivamente para acabar con Kal El en caso de que cambie de bando. Lo verdaderamente interesante, y hasta cierto punto novedoso, es que aquí veremos cómo Superman responde a esta desconfianza por parte de los que él consideraba sus semejantes hasta el momento.
Ahora bien, hay que reconocer que “La caída de Camelot” es una historia que, pese a su premisa, unos diálogos muy buenos y los mencionados dilemas que arroja, se acaba haciendo un poco pesada. Además de su alargada duración (con momentos en que la trama se dispersa con la aparición de Experimento 17 o de los Jóvenes Dioses), tampoco ayuda el cambio al futuro para contemplar las consecuencias de las profecías de Arion. Por último, mencionar que habría estado bien que ECC hubiera incluído algún artículo que explique el contexto de la serie, porque hay algunas cosas que no quedan claras al saltarse los capítulos no dibujados por Carlos Pacheco.
Ahora sí, llegamos a la verdadera estrella de “La caída de Camelot”. Carlos Pacheco nació para dibujar al primer superhéroe de todos. Y ello, empezando con sus sentidos homenajes a las primeras portadas de “Action Comics” y “Superman” y siguiendo con todo lo demás. Pocas veces el hombre de acero ha lucido tan majestuoso o sus peleas habían resultado tan espectaculares o habían sido tan bien planificadas. Sin embargo, lo que más me ha gustado es cómo plasma a cada personaje: su lenguaje corporal, sus expresiones, el vestuario… en especial Lois, con un corte de pelo moderno y una actitud de comerse la vida sin achantarse ante nada. Tanto, que parece que va a romper la cuarta pared para abofetearte si lo considerase oportuno. No hay que olvidar por supuesto el gran trabajo de su compañero Jesús Merino a las tintas, que remata el apabullante aspecto gráfico de la obra.
En definitiva, “La caída de Camelot” es un buen tebeo palomitero con un dibujo que supera con mucho al guion. Eso sí, su precio y relación cantidad de páginas – relación de la obra es casi imbatible.