Desde luego hay que reconocerle a ECC que cuando un tebeo funciona comercialmente es editado de mil y una maneras distintas. Este sería el caso de Antes de Watchmen: Rorschach, que vio la luz en nuestro país originalmente a comienzos de 2013 como miniserie de cuatro números. Tres años más tarde llegaría la demandada reedición en cartoné (que va por su nada desdeñable cuarta tirada). Lo normal hubiera sido que la fiesta terminase aquí, pero nada más lejos de la realidad. Con motivo de la teleserie de HBO llegó el coleccionable para kioscos, hace unos meses fue el turno de un integral jibarizado de más de mil páginas y ahora es el turno de su edición en DC Pocket. Entiendo que tras Rorschach llegarán el resto de miniseries precuela.
Rorschach encabeza las polémicas precuelas de Watchmen
Corría el año 2012 cuando DC Comics soltó la bomba: publicarían siete miniseries centradas en los personajes de Watchmen. El fandom general no tardó en rajarse las vestiduras, pues consideraron el anuncio poco menos que sacrílego, como si una nueva historia pudiera cambiar a la obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons. Por supuesto, el guionista original no estuvo involucrado en el desarrollo, y en la editorial tiraron por la vía fácil ambientando estas series limitadas antes de los acontecimientos acontecidos en la maxiserie de doce números original.
Hay que reconocer que DC le echó un par de narices siguiendo adelante pese a la oposición furibunda de crítica y público, que sentenció el experimento meses antes de leer cualquiera de las historias. Historias que fueron desarrolladas por algunos de los mejores talentos del noveno arte que trabajaban para el mercado americano. En el caso de Rorschach, los encargados fueron Brian Azzarello y Lee Bermejo.
Tras leer esta Antes de Watchmen: Rorschach debo reconocer que me lo he pasado bien, pero la verdad, los autores se “embarran” poco para lo que podría haber sido, y casi parece más una historia de género negro propia de 100 Balas que una peripecia protagonizada por el alter ego de Walter Kovacs, el personaje capital de los Minutemen.
La trama aúna con oficio y eficacia una historiaprotagonizada por una mafia de trata de blancas y la persecución de un asesino en serie que marca a todas sus víctimas. En medio estará nuestro querido Rorschach, investigando como buenamente puede y recibiendo tantos palos como los que da. La miniserie se lee bien, es ágil, frenética, opresiva por momentos, pero no enriquece ni complementa en modo alguno lo que averiguamos de Rorschach en la propia Watchmen, por lo que puedo a llegar a entender los argumentos que se alzaron (y se alzan) contra ella.
Personalmente me gusta mucho el contraste presentado entre Walter Kovacs y Rorschach, una dicotomía cuyo catalizador es la famosa máscara que diferencia a las dos caras de la misma persona como si fueran el Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Por lo demás estamos ante un relato duro, narrado en primera persona a modo de diario, pero que pese a la abundancia de texto se devora de una sentada gracias al excelso dibujo de Lee Bermejo (perfectamente apoyado en el color por Barbara Ciardo) que, a la postre, es lo más reseñable de esta precuela. Bermejo, colaborador de Azzarello en Joker y Luthor, parece moverse como pez en el agua con este tipo de historias, donde la ambientación y la iluminación son parte imprescindible.
Una pena que Azzarello dejase pasar la ocasión de centrarse en los aspectos más psicológicos de Rorschach que lo hacen comportarse y actuar de esa manera para contarnos una historia violenta de carácter genérico, más dispuesta a relatar cómo funciona el bajo mundo y el particular microuniverso de hijos de puta que en él se suele esconder. De todas formas, si se pasa por alto esa falta, estamos ante un buen thriller que gustará a los aficionados al cómic Noir.
La edición de bolsillo de ECC (nunca me cansaré de alabar esta iniciativa) incluye portadas alternativas de gente como Jim Lee o Jim Steranko y algún boceto de Azzarrello con fines de merchandising.