Vamos a empezar con una afirmación categórica y difícilmente rebatible: Daytripper es una obra maestra.
Los escasísimos títulos que entran en esta selecta categoría están en ella por diferentes motivos. Puede ser por una historia brillante, por un arte especialmente inspirado, por una narrativa innovadora o por una perfecta conexión entre textos y dibujos. Y aunque la obra de los hermanos Fabio Moon y Gabriel Bá puntua muy alto en todas las categorías mencionadas, lo que hace que esté entre la élite de los cómics que cualquier lector pueda tener en su biblioteca es el tsunami emocional que supone su lectura.
Daytripper es una sucesión de estampas de la vida de Brás de Oliva Domingos, un hombre al que conocemos en su treintena como escritor de necrológicas en un periódico brasileño y que vive bajo la sombra de su padre, un afamado escritor como él asipra a ser algún día. Cada uno de estos momentos que visitaremos le han marcado por diferentes motivos, pero son totalmente cotidianos, y el lector puede identificarse con alguno de ellos, incluso con todos. El hecho de que el padre de Brás sea una celebridad nacional no hace que no podamos entender la inseguridad, el primer beso, la amistad, el principio de un nuevo amor o su fin, el nacimiento de un hijo o la sensación de pérdida por la muerte de un ser querido. Y al final de cada capítulo, Brás muere.
No, no estamos ante una obra de carácter sobrenatural. La muerte de Brás es metafórica. Por lo que vamos viendo en cada capítulo, todo lo que nos cuenta forma parte de su pasado en etapas posteriores de su vida. Lo que ocurre es que su vida no está contada de forma cronológica, Daytripper va dando saltos hacia delante y atrás por la vida del protagonista, creando poco a poco en la mente del lector una estampa global de su vida, dejando una sonrisa triste en la cara del lector al cerrar el tomo. ¿Y la muerte, qué significa? Según el momento en el que leas esta obra, puede evocar diferentes sensaciones. Como Jorge, el mejor amigo de Brás, dice en algún momento, la muerte es parte de la vida. Y te puede llgar en cualquier momento, cuando menos te lo esperes. Así que, en cierto modo, cuando llevas un rato sumergido en estas páginas, puede dar la sensación de que por encima de Daytripper flota una omnipresente sensación de necesidad de aprovechar cada momento, pero sin apresurarse, sin buscar el siguiente, de saborear lo que la vida te eche encima cuando toque.
Cuando te acercas a una obra firmada por Fabio Moon y Gabriel Bá ya te puedes hacer una idea bastante aproximada de lo que te vas a encontrar. Historias realistas, pero con un toque onírico en el ambiente, con una celebración por la vida que comparte espacio con una cierta amargura existencial. En resumen, una belleza indescriptible. Aunque posiblemente Daytripper sea su obra cumbre (merecidísimos sus premios Eisner, Harvey, Eagle, y todos los que le hayan caído), no nos podemos olvidar de De:Tales o Dos Hermanos, entre otras.
Ambos aparecen acreditados como responsables de guion y dibujo, con lo que tampoco sabemos exactamente qué ha hecho cada uno, pero da bastante igual. Lo que tenemos entre manos es un equipo creativo compenetrado como sólo dos hermanos gemelos podrían estarlo. Los colores en esta ocasión no son suyos, a diferencia de como hicieron en Cómo hablar con chicas en fiestas, pero al frente de la paleta tenemos a un profesional de sobrada solvencia como es Dave Stewart, que utiliza determinados colores predoninantes en cada escena según la emoción que pretenda trasmitir.
Además de los diez números de la serie limitada original, la edición Black Label de ECC tiene una considerable cantidad de extras, siendo la versión más extensa de esta obra que hemos visto en castellano. El material extra, proveniente del Absolute Daytripper americano, incluye una buena cantidad de bocetos, unos correos electrónicos con lo que Gabriel Bá propuso la obra a Bob Shreck, uno de los editores originales, y la propuesta formal, diseños de personajes, las portadas originales y bocetos previos de varias de ellas, y el guion completo del primer número, acompañado de bocetos preliminares de las páginas. Una auténtica delicia para todos aquellos que disfrutan de ver el proceso creativo de un cómic, desde su concepción hasta el resultado final.
Suelo decir que escribir una reseña sobre un cómic que te ha gustado mucho no cuesta demasiado. Basta dejarse llevar y las palabras salen solas. Tampoco es difícil hacerlo de uno que no te ha gustado nada, con abrir el grifo de la bilis es suficiente. Que lo auténticamente complicado es escribir sobre algo que no es bueno, pero tampoco malo, que no te ha emocionado, pero tampoco te ha aburrido. Pero Daytripper es una obra que ha puesto a prueba esta tradición. Aún habiéndome parecido una auténtica joya, he tenido que sudar por cada una de las palabras previamente escritas. Tenía la sensación de que estábamos ante una obra tan magistral que prácticamente cualquier cosa que dijera de ella no le iba a hacer justicia. Si no está en tus estanterías aún, cómprala, léela y déjate llevar. Y si ya tienes una edición previa, es un buen momento para releerla.
