Poco a poco, incombustible, sin prisa, pero sobre todo sin pausa y haciendo mucho menos ruido del que sin duda merece, la saga de Javier Ara llega a su cuarta entrega con Dark Investment: Operación Tangencia. Con este tomo ponemos fin además al arco que se iniciara con El incidente Calcabrina y digo arco porque ya está en proceso y muy avanzado un quinto volumen que saldrá el año que viene y daría inicio a nueva y culminante saga en tres tomos que cerrará finalmente la serie.
A estas alturas, el peculiar universo de Dark Investment que aunaba magia, finanzas y multiversos como una sola cosa es ya rico y complejo. Por eso, tal vez los tomos anteriores podían ser leídos como historias independientes, pero no recomendaría aterrizar en esta serie con Dark Investment: Operación Tangencia. Por decirlo de algún modo, si esto fuera el UCM, las entregas anteriores podrían ser películas individuales de Iron Man, el Capi o Thor, pero esto ya sería un Infinity War o un Endgame. Aunque Dark Investment: Operación Tangencia tiene su propia entidad individual como historia, estamos ante la consumación de todo lo que se ha venido construyendo hasta ahora.
En esta entrega, Javier Ara nos mete en una especie de heist movie de ciencia ficción y fantasía bastante pasada de vueltas. El cierre contable en el Cielo está próximo y, con él, las profecías del Apocalipsis parecen próximas a cumplirse. En una especie de mezcla entre Los doce del patíbulo y Ocean ‘s Eleven, Wenceslao y su peculiar equipo planean el golpe definitivo al Cielo, el robo del siglo o más bien de la historia de la creación, que deben llevar a cabo para poder salvar el multiverso.
Precisamente por su condición de final de arco, Ara nos asume a bordo desde el principio y aprovecha para desatar todo lo que ha venido creando. En Dark Investment: Operación Tangencia vale todo: western, ciencia ficción, magia, ese humor marca de la casa, regresos de viejos conocidos y más ideas de las que caben en sus 128 páginas. Dark Investment es al final una especie de pirueta con salto mortal donde se mezclan todas las referencias mitológicas y pop de las que se pueda valer su autor para hacer funcionar este particularísimo universo repleto de detalles y ramificaciones. Ara se las apaña para unir mil y un conceptos y escenarios que a priori no tienen nada que ver y ponerlos todos a trabajar en los complejos engranajes de este curioso escenario donde lo sobrenatural y la economía son la misma cosa.
Dark Investment: Operación Tangencia nos va a llevar desde la antigua Mesopotamia hasta las mismas ventanillas de las oficinas de atención al cliente del cielo, pasando por Nueva España o universos de bolsillo, con lo que no habrá mucho tiempo para coger aire.
Pero más allá de la complejidad y el detalle con el que están hiladas todas las mil pequeñas piezas de este cosmos de ficción, tal vez lo más destacable del modo en que Javier Ara nos lo cuenta es lo divertido que es. Dark Investment: Operación Tangencia está lleno, no sólo de ingeniosos momentos de humor que nos hacen la digestión de toda esta tonelada de información más liviana y agradable, sino de toda una serie de juegos con las convenciones de los distintos géneros con los que juega, sobre todo en este caso con los códigos de las heist movie: un reclutamiento, la preparación del plan sin fisuras, la puesta en marcha de las distintas fases, el momento en que todo se va a al carajo — no podía faltar — y la resolución abracadabrante, por supuesto.
Entre la sobredosis de información con la que nos bombardean, al final le resulta fácil siempre escatimarnos algún retazo y generar la sensación de que algo se nos escapa. Mantener ciertas cosas en secreto y guardarse ases en la manga para el último momento forma parte, en cualquier caso, de los códigos de este tipo de historias, pero creedme que el final y el nuevo escenario que nos deja termina por superar las expectativas.
Gráficamente, Javier Ara sigue en la línea marcada en los tomos anteriores, aunque parece mostrarse cada vez más cómodo y atrevido. Tanto a nivel de diseño, como de propuestas narrativas o incluso en las paletas de color, en Dark Investment: Operación Tangencia trata de llevarlo todo un paso más allá de lo que ha llegado en las entregas anteriores y, si bien es cierto que no de todos los intentos sale 100% airoso, se agradece que no se acomode y nos deje ser particicpes de su construccion y desarrollo como dibujante.
Dark investment dista de ser un cómic perfecto y no está carente de errores y tropiezos, pero con cuatro tomos en la calle, no sólo mejora con cada uno, sino que desde el primero desborda un ingenio no muy común y que sigo sin explicarme aún cómo no ha hecho más ruido. Tal es, por desgracia, la maldición de las editoriales pequeñas y me temo que demasiada gente le ha negado la oportunidad que sin duda se merece. Tres tomos más y habremos terminado una serie que, al menos en el caso de quien escribe estas líneas, ha supuesto una de las sorpresas más inesperadas de los últimos años. Estáis a tiempo de subir aún.