Aprovechando el tirón que ha tenido Teresa Valero con Contrapaso, cuya segunda parte está cada vez más cerca, Norma Editorial recupera una de sus primeras obras, en esta ocasión, como guionista. Curiosity Shop Integral recoge los tres libros que Éditions Glénat publicó entre los años 2011 y 2013, editada también en nuestro país gracias a Norma. En esta obra tenemos una historia de aventuras con sabor clásico: trasfondo histórico, subtramas con un toque fantástico, numerosos personajes y mucha acción. Esta edición integral contiene además un completo cuaderno gráfico de la dibujante Montse Martín, con numerosos bocetos, ilustraciones y las portadas de cada uno de los tres libros que forman la historia.
Max Prado es una joven que, tras la muerte de su madre, fue enviada por su padre a un internado religioso en el que jamás acabó de encajar. Con la noticia de la muerte de su padre, la joven vuelve a una Barcelona que bulle ante las noticias del inminente estallido de la I Guerra Mundial. Allí se ve envuelta en un misterio que la conducirá a encontrar un misterioso artefacto buscado por varias personas, algunas de las cuales no dudarán en quitarse a la joven de encima con tal de conseguirlo. Max tendrá que saciar su curiosidad en una sociedad en la que lo erudito no es nada hospitalario con el género femenino…
Leída en esta versión integral la obra gana mucho, porque tengo que reconocer que el mayor problema que tiene la historia es un primer acto algo confuso, por culpa de la cantidad de personajes que se presentan en el primer libro, el trasfondo histórico que se deja entrever y las numerosas subtramas que se adivinan. A partir del segundo libro la trama queda mucho más asentada y mejor establecida, pudiendo centrarse en una línea argumental mucho más identificable y en personajes concretos. Porque uno de los puntos fuertes que tiene Curiosity Shop, precisamente, son sus personajes.
Ya no solo porque sean variados y con fuertes contrastes entre ellos, sino por la relación que establecen entre sí. Max Prado es una chica intrépida, curiosa y rebelde. Se niega a aceptar el rol de mujer sumisa casi tanto como a reconocer la muerte de su padre, colaborará con Luna, una anciana de origen árabe, que regenta una tienda de antigüedades y propiciará que se desencadene toda la trama. El némesis de Max es Valsapena, un ladrón italiano que establece una relación con la chica de lo más interesante: comienzan como rivales pero a lo largo de la obra van desarrollando un respeto y un juego entre ambos muy atractivo. En ningún momento deja de ser creíble y va creciendo con cada interacción.
Otro de los puntos más interesantes es ese tono de aventuras pero de calidad. Aventuras al más puro estilo Julio Verne, o incluso por buscar una referencia más actual, Indiana Jones. Son historias movilizadas por un motor con mucho peso de referencias históricas y con personajes que son eruditos ávidos de conocimiento. Se incluye al comienzo de cada capítulo una cronología con algunas fechas importantes para la historia que se nos cuenta, aunque tal vez eche de menos que tuviera un peso incluso mayor. En cuanto a lo que comentaba del tono fantástico, hay una de las subtramas, la relacionada con Luna, que deja entrever la inmortalidad del personaje. Lo que más me ha gustado es que en todo momento se toca como algo secundario, de pasada, sin dar excesivas explicaciones, dejando así una puerta abierta a la elección del propio lector, que puede considerar que efectivamente hay cosas que no pueden explicarse racionalmente, pero también deja abierto a que todo pueda ser una ensoñación del propio personaje si uno prefiere una historia más atada a la realidad.
El dibujo de Montse Martín es de corte clásico, cercano a la animación, con muchos detalles y una narrativa amable, sin exabruptos. En cierto modo me recuerda bastante al dibujo de la propia Teresa Valero, y contribuye a la sensación de historia clásica que deja la trama. Aunque en una obra con tanto salto en el tiempo, y tantas líneas argumentales, lo que más ayuda es el color que se reparten entre Martín y Gabor. Sin ser un color llamativo, intenso o acaparador de la atención del lector, ayuda con mucha sutilidad a que podamos intuir qué viñetas están en el presente y cuál en el pasado, o a identificar mejor cada subtrama aunque sus viñetas estén alternadas en una misma página.
En definitiva, Curiosity Shop Integral es una obra de aventuras con un toque clásico pero manteniéndose fresca en una sociedad como la nuestra, por su protagonista femenina que se resiste a las convenciones de la época. Con personajes interesantes, algunos de ellos reales, como Valle-Inclán, utiliza el marco geopolítico de la época a su favor, y lo adereza con historia más antigua, de la influencia árabe en nuestra Historia. Una obra que tarda en arrancar pero una vez lo hace, se disfruta bastante y transpira ese aroma de historia de acción con lugar para la cultura y para aprender al mismo tiempo que te entretiene.
Lo mejor: El uso narrativo del color, manteniendo unas paletas discretas, nada intrusivas. La sensación de aventuras con lugar para lo didáctico.
Lo peor: El primer acto algo confuso. Parece que la parte del pasado tiene más peso del que al final tiene, sobre todo para la resolución.