Todavía recuerdo cómo me impactó la película de animación que adaptaba Cuando el viento sopla. Debía tener 12 o 13 años por aquel entonces, y me llamaba mucho la atención el dibujo, porque por aquella época me fascinaba el dibujo de un animador cuyo corto Your face había resultado nominado a los Oscar. Me refiero a Bill Plympton, y sí, ahora con el tiempo me doy cuenta de que no pueden parecerse menos, pero ¿qué queréis que os diga? Tenía la edad que tenía y yo le encontraba relación, tampoco sé por qué. Sea como sea, esta historia me impactó muchísimo, igual que me ha vuelto a suceder tras leer el cómic en el que se basaba aquella película. Blackie Books publica una edición del trabajo de Raymond Briggs (Ethel y Ernest), que incluye la obra completa junto con un prólogo de Paco Roca, una entrevista al autor realizada por Paul Gravett en 2003, y un artículo final realizado por el periodista y humanista Daniel López Valle.
Con el tiempo la obra ha pasado a un segundo plano, pero cuando se publicó originalmente, Cuando el viento sopla provocó un absoluto terremoto político en Inglaterra. Y es que después de que el autor viera un programa en TV que hablaba sobre las consecuencias que tendría el lanzamiento de una bomba nuclear sobre Londres y cómo debería actuar la población en ese caso, se plantó el germen en la cabeza de Briggs. Este comenzó a preparar esta historia de un humilde matrimonio que vive en el campo y se prepara para el lanzamiento de un ataque nuclear por parte de Rusia.
La obra tuvo tal calado que acabó llegando a las cortes inglesas y provocó un encendido debate. Se realizaron adaptaciones a radionovelas, obra de teatro y la cinta de animación que tanto me impactó en mi casi adolescencia. Sirvió para apaciguar esa inercia nuclear que se llevaba arrastrando con la Guerra Fría y a concienciar a la población de que en el fondo somos meras marionetas de los poderes fácticos. Ver las consecuencias de un ataque nuclear desde los ojos de James y Hilda se convirtió en el alegato antibelicista más relevante de su época.
Y es que ellos representan muy bien la manipulación mediática, esa incultura que lleva a confundir a rusos con alemanes, y a obedecer las directivas gubernamentales sin pensar si tienen o no sentido. James y Hilda, siguen a pies juntillas las indicaciones para protegerse de ese ataque nuclear, sin siquiera comprender algunas de ellas, y por supuesto ni acercarse a entender por qué deben seguirlas. Ellos siguen las instrucciones tal como lo dicen los folletos repartidos y «lo que dice el periódico», pero nadie se molesta en explicarles qué es un ataque nuclear, cuáles son las consecuencias para su salud y por qué la lluvia radiactiva no se ve.
Esta edición tiene tan solo 80 páginas, pero con una rejilla de viñetas muy concentrada. Briggs nos muestra su dibujo coloreado por ceras y acuarelas en páginas con 24 viñetas cargadas de texto. A pesar de la primera impresión, que puede producir rechazo por el tamaño de las viñetas y la abundancia de texto, es una obra que se lee con suma facilidad, porque son diálogos muy inteligentes de un matrimonio sin maldad alguna, que vive aferrado a sus costumbres. Lejos de esa visión tan directa del horror nuclear que nos muestra Pies Descalzos, Cuando el viento sopla se centra en lo que no se ve. Solo veremos a ese matrimonio que, incluso cuando comienzan a sufrir los efectos de la radiactividad, no se nos muestra del modo explícito utilizado por Keiji Nakazawa, sino que se centra en la incertidumbre e impotencia de ellos. En cierto modo, me ha recordado un poco a ese Superman: True Brit, por la cerrazón de mente de los protagonistas frente a lo que está sucediendo, aunque con un tono evidentemente opuesto a la cómica historia escrita por John Cleese y Kim Johnson.
La obre mantiene la traducción original de la primera edición, a cargo de Rosa Montero, e incluye también una extensa entrevista donde el autor repasa su formación, sus influencias y cada una de sus obras. Merece mucho la pena su lectura.
En definitiva, Cuando el viento sopla es una obra imprescindible para concienciar a la población e invitar al pensamiento crítico. Vivimos en tiempos en los que la manipulación forma parte de nuestro día a día gracias a las redes sociales, a los informativos cada vez más politizados y a grupos políticos que se han instaurado en la mentira y la utilización del ciudadano que deposita la confianza en ellos. Narrada con una sensibilidad que no ha perdido ni una gota de actualidad, a pesar de tener ya más de cuarenta años, es una obra imprescindible, que zarandeará nuestra mente para darnos cuenta de que debemos confiar más en nuestra propia conciencia que en lo que nos venden los que quieren vivir del poder.
Lo mejor: La potencia que tiene lo que cuenta, siendo mostrado a través de este matrimonio tan sencillo. La edición es maravillosa, tanto en contenido como en formato.
Lo peor: La rejilla de viñetas y la cantidad de texto pueden producir cierto rechazo a un primer vistazo, por pensar que va a ser muy denso de leer.