Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Cuaderno de tormentas

Cuaderno de tormentas
Guion
David Rubín
Dibujo
David Rubín
Formato
Cartoné, 128 páginas
Precio
15 €
Editorial
Astiberri. 2018

La inspiración para un artista lo es casi todo. No vamos a decir todo, porque estaríamos minimizando la influencia de otros factores, como el talento innato o del esfuerzo y la dedicación, pero sí que tiene una buena parte de peso en la obra de un creador. Y la falta de la misma es un tema agónico recurrente que se lleva tratando desde, yo qué sé, toda la vida. Viene a la cabeza, por ejemplo, Calíope, el número de Sandman de Neil Gaiman en el que el escritor Richard Madoc secuestra una musa para regar su seca creatividad. O también la leyenda de Robert Johnson, el Rey del blues del delta, que supuestamente vendió su alma al diablo en un cruce de caminos.

Cuaderno de tormentas

Una crisis de creatividad es precisamente el arranque de Cuaderno de tormentas. El protagonista de la obra es el Narrador, un autor de cómic, que viendo lo que cuelga de las paredes de su estudio podría ser el propio David Rubín, enfrentándose infructuosamente a la tan temida página en blanco y recibe la visita de una figura demoniaca que le ofrece la solución a su problema: adentrarse en Ciudad Espanto, una ciudad mitológica de la que parten todas las historias pero en la que hay un precio a pagar.

cuaderno de tormentas 3

No hay vuelta atrás una vez franqueadas las puertas de Espanto, dice el autor al principio de la obra. Y es que en Cuaderno de tormentas no sólo nos cuenta una historia. También nos habla del proceso creativo, con sus glorias y sus miserias, con sus satisfacciones y sus obsesiones. Crear no es sólo desarrollar un trabajo. Es abrirte las tripas y mostrarle tu alma a cualquiera que esté dispuesto a mirar. Es un proceso pasional, impetuoso, no regido por la razón. Para bien y para mal. Y el Narrador irá contemplando ambas caras de la moneda.

cuaderno de tormentas 5

¿Homenaje a Frank Miller?

En el plano formal, Cuaderno de tormentas arranca, tras un ominoso prólogo, como un cómic y termina del mismo modo, siendo en su tramo central un libro ilustrado, aunque en ocasiones puntuales vuelva a la estructura de viñetas. Pero el inicio, la visita de la musa demoniaca, está en blanco y negro y con trama rellenando los espacios blancos, y al final tenemos la paleta de color completa que tan magistralmente maneja el autor gallego, dando a entender que aunque el paso por Ciudad Espanto ha tenido un coste personal para el autor, a nivel artístico ha merecido la pena.

Cuaderno de Tormentas es la primera obra larga de Rubín, y aunque ya esté en este momento a un nivel muy por encima de la media, no ha llegado aún a lo que llegaría años después, en obras como Beowulf, El héroe o Ether.

La nueva edición

Además de un espectacular recoloreado que demuestra, para el que a estas alturas no se hubiera enterado, que David Rubín es justo merecedor de la nominación al Eisner 2018 al mejor colorista, hay varios extras dignos de mención.

El primero, y a mi modo de ver el más interesante de los tres, es una colección de ilustraciones para la web de una promotora musical gallega que acabaron dando lugar a lo que dos años después sería la primera edición de Cuaderno de Tormentas. Estas viñetas, que funcionan como minirrelatos ilustrados, tienen un potencial no suficientemente explotado en el momento de su creación que el autor aprovecharía más tarde creando la versión definitiva de la obra.

La segunda es una historia corta, Los fantasmas del bosque, aparecida originalmente en la revista Dos veces breve. Aunque no tenga relación directa con la historia principal del tomo, sí que tiene un estilo similar, combinando relato ilustrado con cómic.

Y la tercera, cuatro páginas de esas que no llaman demasiado la atención pero que son un regalo para la vista del lector apasionado que disfruta contemplando el proceso creativo de una obra. Aquí tenemos lápiz, tinta y aspecto definitivo de la portada original, la de la edición de Planeta DeAgostini.

En resumen…

Siempre he pensado que el éxito de una obra de arte reside en la provocación de algún tipo de emoción. No tienen por qué ser agradables, el arte de calidad no se queda en un simple disfrute estético. Recuerdo, hace unos años, visitar con mi mujer una exposición de Marcel Duchamp de la que salí tremendamente cabreado y a raíz de la cual tuvimos una conversación de varias horas sobre qué es arte y qué no. Duchamp consiguió lo que muchos no consiguen: provocó una enorme reacción en mí que pocos han logrado. Ése es el éxito del arte, y el fracaso del arte no es la ira, es la indiferencia.

A lo largo de estas páginas, David Rubín consigue emocionar, consigue entristecer, y, por qué no decirlo, consigue provocar una reacción de oposición en el lector en algún momento, pero en ningún momento te deja indiferente. En ese aspecto, no queda sino concluir que Cuaderno de tormentas es una obra de arte salida de las tripas de un artista que, aunque estaba en el principio de su carrera, dejaba claro que estaba llamado a ser uno de los grandes del medio.