La década que actualmente está a punto de llegar a su fin ha sido fascinante para los amantes de la animación occidental orientada a un público adulto o post adolescente. Series como Final Space, Big Mouth, Archer, Mr. Pickles, Rick & Morty, Bojack Horseman o Tuca y Bertie son solo algunos de los ejemplos que se me ocurren para introducir la reseña que hoy toca.
Además, vamos a centrarnos en las últimas dos mencionadas, pues tienen un elemento en común: su cocreadora Lisa Hanawalt. Con tan solo 36 años, la estadounidense nacida en Palo Alto es una de las mayores diseñadoras de producción y guionistas del momento. Tal es la creatividad de Lisa, que ya ha ganado un buen número de premios por su labor en el mundo de la animación y del cómic. Coyote Doggirl es su cuarta novela gráfica, y la mejor de todas.
Publicada por Astiberri dentro de su línea Sillón orejero (donde han visto la luz tebeos tan recomendables y eclécticos como Irmina, Inframundo o Charlie Moon), Coyote Doggirl nos devuelve al mundo de los animales antropomórficos que tan bien se le dan a Hanawalt. Nuestra protagonista es aquello que se define por el título: una coyote de color rosa mezclada con un perro. Coyote Doggirl es irreverente, le encanta el drama inmediato y facilón de desgarrarse las vestiduras y olvidarse a los tres minutos, tiene un sentido del humor entre lo inocente, lo pícaro y lo macabro, y rara vez se calla.
El tomo nos narra sus peripecias y aventuras en una historia que ironiza, parodia y homenajea al western clásico: Tenemos a una jinete solitaria cuya mayor pasión es su caballo rojo, que es perseguida por unos pistoleros y que acaba cayendo capturada por los indios. Todos los elementos de un western clásico, no falta nada, ni siquiera la tan manida historia de venganza de fondo. Sin embargo, Lisa Hanawalt coge todo esto y le da la vuelta sirviéndonos una maravillosa historia de empoderamiento feminista con una protagonista fuerte, decidida y sobre todo independiente.
Coyote Doggirl es también una maravillosa historia de amistad, de redescubrimiento de uno mismo, de superación personal… Permitidme que hable con tanta efusividad de este cómic, pero es que me ha cautivado desde la primera plancha. No solo por el guion, también por el dibujo, que es precioso. La paleta de colores pastel usada por la autora con ese acabado que deja la sensación de haber sido coloreado con rotuladores o con acuarelas, hace que el cómic resulte realmente maravilloso.
Este es uno de esos tebeos que puedes regalar a un público muy amplio. Da igual que nunca hayan leído un cómic, probablemente repitan después de este.
PD: Atención padres despistados, pese a lo bonito de los dibujos, no es un tebeo para los peques de la casa.
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Lisa Hanawalt and ASTIBERRI EDICIONES
