Corto Maltés, la más importante obra en la bibliografía de Hugo Pratt, es también uno de los grandes títulos del cómic europeo. Quizás no haya alcanzado la popularidad de otros personajes del Noveno Arte del viejo contiente como Astérix, Tintín o Los Pitufos, muy posiblemente por su menor presencia en merchandising y productos transmedia, pero la calidad artística y literaria de las aventuras del marinero hispano-inglés es sin duda una de las cumbres del género.  Corto Maltés es una de esas obras que, por su calidad, el renombre de su autor y su importancia histórica están llamadas a ser reeditadas periódicamente, a estar siempre presente en una u otra edición en el mercado. En la nueva edición que Norma Editorial está publicando de esta serie desde 2019 le ha llegado el turno a la entrega más atípica de toda ella: La Juventud.

Decimos atípica por varios motivos. El principal de todos es el medio en el que fue publicada originalmente. A diferencia del resto de aventuras de este personaje, no vieron la luz como páginas completas en una revista: su primera publicación fue en formato tira diaria en el periódico francés Le Matin de Paris. Otro dato que hace inusual a La Juventud es que no avanza cronológicamente en la vida de Corto: su primera historia, La batalla del Mar Salado, comienza en 1913, y cada nueva entrega iría avanzando en la biografía de Corto, hasta 1921, año en el que comienza La casa dorada de Samarcanda. La Juventud, en cambio, da un salto atrás en el tiempo y nos lleva a 1905, hacia el final de la Guerra Ruso-Japonesa, y nos encontramos con un Corto adolescente, en sus primeros años de aventuras, mostrándonos el momento en el que conoció a Rasputín. Pero Corto no es el protagonista de esta historia. De hecho, de las treinta y tres páginas de historia que tiene La Juventud, el personaje cuyo nombre aparece en el título no aparece hasta el cuarto final, siendo los auténticos protagonistas de la historia Rasputín y el escritor americano Jack London, corresponsal de guerra en esta ocasión. Y, por último, pero no menos importante, estamos ante una historia inconclusa. La Juventud iba a ser una historia más larga, pero se limitó a su primer capítulo.

Aunque sea una precuela de la serie, en este título nos encontramos el tono ya conocido de las aventuras del marinero de Malta. Una ambientación realista, haciendo referencia a sucesos y personajes del mundo real, pero con toques de fantasía en la trama. En este caso, se adivinaba en un momento más avanzado de la historia que no llegó una visita a las Minas del Rey Salomón, pero nos quedamos sin más -y sin menos- con la contextualización de los primeros tiempos de la relación entre Corto y Rasputín. El guion es tan absorbente como estamos habituados en el resto de álbumes del personaje, y gráficamente no hay muchas diferencias. Las historias de Corto están estructuradas en tiras horizontales con un número variable de viñetas, con lo que el formato tira en el que fue publicado originalmente esta historia no resulta forzado. Si acaso, lo más rígido que podríamos señalar es el hecho de que todas las tiras están compuestas exactamente por tres viñetas, fusionando dos de ellas en ocasiones puntuales y las tres sólo en la última página.

Aunque estamos ante una historia corta, de poco más de treinta páginas, el álbum que publica Norma está completado con material muy interesante. Al principio nos encontramos con un extenso artículo del siempre imprescindible Antoni Guiral, y que nos contextualiza La Juventud de forma impecable con uno de los textos de introducción más interesantes que se han podido leer en mucho tiempo. Y al final, trece tiras adicionales, inacabadas varias de ellas, que no fueron publicadas en vida de Hugo Pratt y que avanzaban en la historia mostrándonos la dirección que podría haber tomado este álbum.

Quizás La Juventud no sea el álbum ideal por el que acercarse a Corto Maltés, pero sí es una lectura muy agradable conociendo previamente al personaje. Y los que ya lo conozcan y no tengan sus obras completas pueden encontrar aquí una excusa para retomar al personaje. Ahora que caigo, aún no tengo Tango…