Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Constantine: Hellblazer

Constantine: Hellblazer
Guion
Ming Doyle, James Tynion IV, Ray Fawkes.
Dibujo
Riley Rossmo, Ming Doyle, Vanesa del Rey, Scott Kowalchuk, Brian Level, Travel Foreman, Eryk Donovan, Richard Isanove.
Tinta
Chris Visions, Joseph Silver.
Color
Iván Plasencia, Lee Loughridge, Kelly Fitzpatrick.
Formato
Cartoné, 328 págs., color.
Precio
34€.
Editorial
ECC Ediciones. 2020.
Edición original
Constantine: The Hellblazer #1-13, DC: Sneak Peek: Constantine #1, Secret Origins #11 (DC Comics).

Tras el, me atrevería a decir, fallido intento de traernos un John Constantine ligado a la faceta más superheróica del Universo DC que ECC recogió en el tomo Constantine , DC probó con un nuevo lavado de cara y una aproximación más fiel al original con esta Constantine: Hellblazer . Para ello, encomendó la tarea a dos autores en alza: la dibujante y guionista Ming Doyle y James Tynion IV. Ambos autores se encargan de los trece números que duró este nuevo arranque, aunque el dibujo de la serie contó con bastante más recambio del deseado. ECC publica este volumen siguiendo el mismo formato que ha estado publicando el Hellblazer de Vertigo y el anterior volumen, manteniendo la uniformidad de edición.

¿Y qué tal le ha sentado al personaje el reseteo y lavado de cara después del anterior intento? Pues diría que con sensaciones muy encontradas. Sin duda, mejor que el anterior, que tenía sus tie-ins con eventos editoriales y esa conexión tan cercana al lado más superheróico. Es algo que salta a la vista nada más empezar esta serie, en la que se deja claro que estamos ante el Constantine de siempre, que va por libre y se toma a chufla a los superhéroes. Pero por otro lado, ese esfuerzo por ambientar al personaje en los EE.UU. y la estructura de este volumen visto en conjunto… dejan una sensación de que está bien, es entretenida y hay una intención de respetar más al personaje (por mucho que lo actualicen), pero sigue estando lejos de la genialidad media que rezumaba la etapa del personaje en Vertigo. Y ojo, que es que acercarse no es tarea fácil…


Me gusta mucho cómo los guionistas comienzan contando pequeñas historias, aparentemente irrelevantes, que están construyendo el arco final, aunque tiene cambios de ritmo, sobre todo a medida que se acerca el grand finale , que lastra un poco su labor. Como apuntaba, actualizan al personaje, llevan aquella insinuación velada de Ennis en su etapa sobre la fluida sexualidad del mago un paso más allá, y lo muestran como abiertamente bisexual. Una decisión acertada, en mi opinión, porque encaja con el personaje y porque lo hacen de una manera que, al menos a mí, me ha resultado natural.

Lo que no me acaba de funcionar es ubicar a John en Estados Unidos. Llamadme carca, pero creo que ni la Nueva York más sucia encaja tan bien con el personaje como la Inglaterra que hemos visto en los primeros 300 números de la serie. Y si encima nos vamos a California, ya apaga y vámonos. Me gustó ese primer arco en el que parecía que los guionistas lo habían comprendido y trasladan al personaje a su país natal, pero poco les dura y no tarda en volver a EE.UU.  e incluso usar la propia idiosincrasia del país a favor de la historia y de lo que sucede.

En estos trece números, John vuelve a su pasado para enfrentarse a un demonio que está matando (sí, es posible) a sus fantasmas más cercanos, se enfrentará a un misterio que afecta al verde de Central Park, y le echará un pulso nada menos que a Nerón, el demonio que viéramos en el Flash  de Mark Waid o la JLA  de Grant Morrison. Además, se recupera al emblemático Papa Midnight, e incluso aparece Gaz, el compañero de John en Membrana Mucosa con el que John Ridgway nos espantara en esa famosa escena en la que estaba cubierto de insectos en los primeros números de la serie. También se presenta a Oliver, un camarero afroamericano, como interés amoroso de John.


En cuanto al dibujo… qué decir… pues el principal pecado de la DC moderna: un continuo baile de dibujantes. Parece que Riley Rossmo va a ser el autor principal, y se hace cargo de la mayoría de números (aunque muchos abocetados por otros autores), pero que en una serie de 13 números tengamos un listado de hasta siete autores diferentes me parece un problema para el lector, y más cuando se quiere dar una sensación de historias que confluyen en una central. Me enfrenté a estos números con el handicap añadido de mi desconfianza hacia Rossmo. Lo conocí en Detective Comics  y en Escuadrón suicida  y no me gustaba para nada. Aunque tengo que reconocer que en esta serie su estilo es bastante más acertado y creo que está mucho más inspirado que en las otras. Tal vez abuse de expresividad en algunas ocasiones, pero tiene esas páginas dobles en vertical que las aprovecha bien, y le aporta una atmósfera a la serie que no le sienta nada mal. Rossmo aparte, me gusta también el trabajo de Travis Foreman, a quien conocí en su etapa junto a Lemire en Animal Man  y del que creo que tiene un estilo muy afín para esta serie.

Una cosa que sí me ha sorprendido, y no precisamente para bien, es ese recurso de la tipografía en rojo en determinados momentos. No sería una mala idea… si no existiera Predicador . Pero va a resultar muy difícil que algún lector no llegue a esas escenas sin acordarse de Jesse Custer y de la serie de Garth Ennis y Steve Dillon, y sinceramente no le veo demasiado sentido a su uso, y porque tampoco deja claro su función. Diría que está hecho a modo de «negrita cool» porque no es exclusiva de Constantine ni está utilizada solo para mostrar enfado del personaje o cuando da órdenes. Hay cuadros de texto en los que el texto aparece en rojo. Tal vez sea defecto mío no entender bien su significado.


En definitiva, Constantine: Hellblazer  es una serie disfrutable, si sabes que estás ante el Constantine superheróico, el ligado al Universo DC. Tiene bastantes aciertos, y una estructura de pequeñas historias que acaban confluyendo, guiños al lector de toda la vida y pequeños esfuerzos por actualizar o hacer evolucionar al personaje que, independientemente del resultado, están hechos con buen gusto. Una etapa que no será recordada entre las grandes de Ennis, Delano o Carey, pero tampoco la pondría entre las peores del personaje. La edición de ECC incluye portadas alternativas y bocetos de Riley Rossmo, aparte de las páginas del Secret Origins  con la historia de Ray Fawkes.

Lo mejor: Mejora el anterior intento de aproximación al personaje. Rossmo tiene claroscuros en su trabajo, pero sus aciertos son bastante interesantes. Cómo todo acaba confluyendo en una trama común.

Lo peor: Los esfuerzos por integrar al personaje en el Universo DC y de mostrarlo como un mago poderoso, cuando siempre ha destacado más por ser un timador.