Hace unos cuantos meses tuve la ocasión de leer y disfrutar del primer tomo de Conquistas. Una gran historia río que cuenta cómo la civilización humana causó el colapso del planeta Tierra, lo que obligó a los cinco grandes imperios que la dirigían a partir al espacio exterior en busca de lugares habitables para los supervivientes.

Conquistas está siendo publicada en España por Yermo Editorial en forma de álbumes dobles. El que hoy nos ocupa nos ofrece las historias ambientadas en los planetas Decornum (imperio de Japón) y Urania (territorios americanos). De momento cada álbum es completamente independiente de los anteriores, pero sabiendo que la edición original francesa consta solo de diez tomos y que las colonias protagonistas son cinco, es de esperar que a partir de la siguiente entrega comiencen a darse los cruces y referencias. Será entonces cuando veamos el auténtico potencial de la serie.

Conquistas tiene como principales escribas a Nicolas Jarry y Jean-Luc Istin, nombres que serán bien conocidos para los fans de la fantasía, pues el segundo se encarga de editar y coordinar la mastodóntica saga de Tierras de Arran y el primero es el guionista principal de los álbumes dedicados a los enanos. Si sois seguidores de su trabajo, a buen seguro que encontraréis trazas de la epopeya de fantasía heróica en estos cómics.

Llegados casi al ecuador de Conquistas, lo primero que hay que reconocer es que son tebeos entretenidos. Los autores crean unas historias con la suficiente habilidad para que nos enganchemos fácilmente. La calidad de los relatos es dispar, claro está, pero todas beben de alguna fuente fundamental de la ciencia ficción, lo que ayuda a entrar en el juego para identificarlas.

Personalmente me gusta el poso pesimista que emanan todos los álbumes, que viene a dejar claro que la raza humana apesta y que lo menos que nos merecemos es la extinción como especie. Y es que no solo no tenemos bastante con destrozar nuestro planeta, sino que además tenemos las santas narices de ir a buscar otros para hacer lo propio a la larga.

Bienvenidos a Decornum

El primer álbum incluido en esta entrega es el más flojo de todos hasta la fecha. La premisa es sencilla: Los humanos llegamos a un planeta pacifico plagado de gente azulada, nos lo cargamos todo, queremos experimentar con ellos y nos importa poco su forma de vida indigena. Vamos, que parece que os estoy contando la premisa de Pocahontas o de su versión hardcore: Avatar. De hecho con Avatar o Aliens comparte esa presencia dominante del militarismo como única solución a los problemas. Incluso el diseño de naves, armaduras y armas le debe mucho a los filmes de James Cameron.

En este tercer álbum de Conquistas, Nicolas Jarry ofrece una interesante lectura respecto a la intromisión del hombre en mundos indígenas que lo mismo vale para esta epopeya de ciencia ficción que como metáfora de lo que se hizo en nuestro mundo en las américas. Sin duda es el capítulo más “intimista”, pese a que la acción está garantizada. El final da que pensar e invita a reflexionar sobre las consecuencias de una colonización forzosa.

En esencia, la presencia de los nativos es tan solo un MacGuffin narrativo con la excusa de poder radiografiar la miseria imperante en la naturaleza humana.

Nunca podréis escapar de Urania

La segunda historia ofrecida en este volumen de Conquistas es la más divertida, dinámica y loca de todas las publicadas hasta la fecha. Una delegación del imperio Americano llega a un mundo en apariencia desierto, pero que se intuye que fue gobernado por monos inteligentes hace siglos. Sin embargo, el enemigo a batir es una inteligencia artificial que quiere acabar con toda forma de vida orgánica en lo que para ella es tan solo un macabro sueño.

Ecos a El Planeta de los Simios, a Terminator (por Skynet) e incluso a Depredador se dan la mano para ofrecernos 56 páginas de tiros a mansalva con una protagonista que es toda una badass y es mitad máquina, mitad humana. Jean-Luc Istin logra meterte en una de esas historias en las que la sensación de “puede pasar cualquier cosa” está presente desde la casilla de salida.

Istin maneja el ritmo narrativo con suma eficacia, alternando las secuencias más vertiginosas con flashbacks que nos explicarán cómo la protagonista ha llegado a ser quien es.

En definitiva, de momento cada historia va por su lado, pero lo que nos cuentan la pléyade de autores es lo suficientemente interesante como para que permanezcamos en sintonía.