Es la hora de las tortas!!!

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El cóndor y la caníbal

El cóndor y la caníbal
Guion
Víctor Coyote.
Dibujo
Víctor Coyote.
Formato
Cartoné, 80 págs, color. 17X24 cm.
Precio
15€.
Editorial
Astiberri. 2024.

Del 25 de junio al 20 de octubre de 2024, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza alberga la exposición La memoria colonial, una muestra que se propone poner de relieve el peso del colonialismo a través de una selección de obras que ofrecen una visión de una época donde los derechos civiles brillaban por su ausencia y el poder colonial se impuso en las costumbres de los indígenas y en la propia cultura. La exposición aporta una visión de los paisajes, sus movimientos artísticos pero también se centra en la pugna militar por hacerse con dichos terrenos y la explotación de la población, dedicada en gran parte a la esclavitud por ser considerados una raza inferior. Como parte de la misma muestra, y en colaboración con Astiberri, nos llega El cóndor y la caníbal, una obra que se mueve en los mismos terrenos de la exposición del museo español.


Esta obra se convierte así en la quinta colaboración entre Astiberri y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, después de Dos holandeses en Nápoles, Museomaquia, Balthus y el conde de Rola y Georgia O’Keeffe. Lo interesante de la aproximación de Víctor Coyote a esta obra es su decisión por mostrar esa visión panorámica de una época y una temática más que centrarse en la vida de los pintores o de cómo concibieron sus obras. Y ojo, que en la obra aparecen algunos pintores cuyas obras se incluyen en la exposición, pero está formada por un crisol de historias en las que dichos artistas son un elemento más, sin más protagonismo que el resto de personajes que aparecen en ella.

Coyote es lo que, con permiso de Paquita Salas, se considera un artista 360: compositor, cantante, escritor, ilustrador, realizador, dibujante… gusta de explorar cualquier faceta de expresión cultural, y eso proporciona una gran riqueza a su visión. Lo que más me ha gustado de esta obra es ese salto de un personaje a otro, a un animal, a otro país… a través de breves capítulos vamos saltando de un entorno a otro, aportando elementos que confluyen en un resultado final que, como un todo, permite una visión tan completa como la propia exposición. De manera muy sutil, contribuye a esa crítica sobre la apropiación cultural y la imposición de elementos que hoy día son la seña de identidad de lo que se conoce como la Escuela Quiteña.


Algunos de los elementos más característicos de las pinturas y esculturas de esta escuela son sus paisajes de la región, la técnica de encarnado para dar un aspecto más realista al tono de piel, los colores conseguidos a través de nuevos pigmentos propios de la región, pero sobre todo destaca por su uso de elementos religiosos europeos. En lugar de hacer un repaso de las características fundamentales artísticas como acabo de hacer yo, en plan enciclopedia, Coyote nos aporta esa visión desde dentro, donde vamos a ver todos esos mismos elementos de una manera muy sutil, sin necesidad de ser enumerados. El primer capítulo nos presenta a un joven indígena aspirante a artista, dentro de una escuela franciscana que corta de raíz su intento por mezclar ambas culturas. Con eso, aporta una visión de la cultura quiteña, sus costumbres y sus elementos religiosos, a la vez que recuerda cómo el poder colonial impuso su cultura arrasando con todo lo que no fuera «lo suyo».

Otro capítulo que me ha parecido muy interesante es el protagonizado por los pintores holandeses Albert Eckhout y Frans Jansz. Post. En él vemos cómo dialogan sobre su visión de esos entornos y cómo influyó la propia realeza en las versiones finales de cuadros como el del Retrato de una mujer Tapuya, al que aportaron una dosis extra de exotismo indígena con los detalles finales. Otro sutil dardo sobre algo que comentan los artistas de la importancia del arte al servicio de la ciencia y la historia restando relevancia al factor decorativo.


En definitiva, El cóndor y la caníbal me parece un complemento perfecto para la visión global de la exposición organizada por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Con un tono muy cercano a la mitología indígena, la obra se mueve entre Holanda, España, Brasil, o Ecuador, permitiendo al lector tener una visión global de aquella época a partir de escasas pinceladas. Una obra que invita a la documentación, a investigar más sobre lo que se cuenta, y a saber más sobre el movimiento artístico que se recoge en la exposición. Y dónde mejor para verlo… que en el propio museo. A tiempo estáis.

Lo mejor: La visión de Coyote no es nada complaciente con el lector, exige conocimiento o ganas de investigar para comprender mejor el conjunto, y eso para mí es muy positivo.

Lo peor: Probablemente haya quien no opine como yo, y pueda verla una obra confusa o compleja, nada más lejos de la realidad.