Conan el Barbaro desembarcó en el mundo del cómic allá por 1970, en la memorable serie escrita por Roy Thomas y dibujada por Barry Smith, por entonces sin el Windsor todavía. La primera serie regular del personaje duró 275 números, siendo sustituida en 1993 por Conan el Aventurero, con Rafael Kayanan a los lápices, que duró tan solo 14 números. y una serie llamada Conan a secas, escrita por Larry Hama, que se quedó en 11. Tras eso llegó una sucesión de miniseries de tres números, cada una con un equipo creativo diferente, que llegaron hasta el año 2000.
Y en ese mismo año, Conan abandonó Marvel.
Tras tres años en barbecho, una nueva editorial se hizo con los derechos del personaje. En 2003, una nueva era comenzó para el bárbaro más conocido de la historia del cómic: Dark Horse comenzó la publicación de una nueva serie tirando la casa por la ventana y reconociendo que para que una obra sea de calidad no basta con un nombre conocido: tiene que tener autores competentes. Así, la serie Conan de 2003 tuvo al frente a gente de la talla de Kurt Busiek, Tim Truman, Cary Nord, Tomás Giorello y tantos otros. Pero el bárbaro es un culo de mal asiento, y quince años después, volvió a abandonar la editorial en la que tan buenas historias había protagonizado para volver a Marvel, casi dos décadas después de haberse ido.
Y ya tenemos en castellano el primer número de la nueva serie de Conan el Bárbaro en Marvel, la que fue su casa desde el principio. Curiosamente, eso ha supuesto que en España, Conan ha abandonado la que había sido su casa durante los últimos 35 años. No, no fue su primera casa. Aquí, Conan debutó en Vértice en 1972 y en esa editorial estuvo durante nueve años. Y llega con curiosidad y un toque de miedo este número, por varios motivos. Miedo porque la última temporada de Conan el Bárbaro, la serie original de Marvel, terminó arrastrándose con una temporada bastante ramplona (a la que homenajea con la numeración Legacy #276, ignorando los títulos posteriores del personaje), y el nivel medio de lo publicado por Dark Horse ha sido notablemente alto. Y curiosidad por saber qué haría Jason Aaron, una de las grandes estrellas que tiene en la actualidad Marvel, al frente de este título.
Y la verdad es que el resultado ha sido plenamente satisfactorio. Aunque tenga una buena cantidad de altos y bajos, Aaron ha demostrado ser capaz de desenvolverse con soltura en mundos de fantasía épica. Es memorable su etapa en Relatos Salvajes con Mike del Mundo (inexplicablemente, el mismo equipo creativo que está haciendo los ultra ramplones números que hemos visto los últimos meses en Thor), y las escenas ambientadas en el pasado remoto tanto en Thor como en Vengadores están francamente inspiradas, y muy probablemente estos títulos de su currículo hayan servido para que se le haya ofrecido la nueva serie regular de Conan. Por no mencionar, aunque no sea un título Marvel, la magistral Los Malditos con R. M. Guera.
Este primer número es, a la vez, un cómic con la estructura más clásica posible de Conan y un cómic con varios de los tics personales de Jason Aaron. Es una historia en la que tenemos todos los elementos clásicos del bárbaro: están la chica, el monstruo, el mago, el tesoro y la sorpresa final. Pero a la vez se distancia de la obra de Howard, que fue el eje de la larga temporada que Conan tuvo en Dark Horse, contándonos una historia original, aunque respetuosa con el tono y el pasado del personaje, teniendo muy clara esa intención desde el primer momento, empezando con la clásica cita de las Crónicas Nemedias (retraduciendo el icónico “Sabe, oh, príncipe” como “Debes saber, oh, príncipe”), siguiendo con un collage de viñetas clásicas en las que predominan imágenes de Barry Windsor Smith y recontando en dos páginas su vida, desde el nacimiento en el campo de batalla a sus últimos días como Rey de Aquilonia.
Pero, como decíamos, es una historia con típica estructura de Aaron: la historia que nos cuentan da saltos hacia delante y hacia atrás en el tiempo, y veremos versiones de distintos momentos en la vida del personaje haciendo frente a una amenaza a largo plazo. Sí, algo similar hemos visto en el Carnicero de los Dioses en Thor. Y también tiene esa idea la lucha contra los Celestiales en su primera historia frente a la serie de Los Vengadores. Es una estructura sobre la que Aaron vuelve una y otra vez periódicamente, y volveremos a leerla en alguna obra futura suya, sin duda. Y sí, es un tebeo típico Aaron, pero también es un tebeo típico Conan… y funciona.
Por otro lado, hay que destacar también el dibujo de Mahmud Asrar. La verdad es que no terminaba de ver al autor turco al frente de esta serie. En los trabajos que había leído con sus lápices (Supergirl, Vengadores, X-Men) le había visto un tono amable que hacía que no me terminara de cuadrar como ilustrador del nuevo título mensual del Bárbaro… y no puedo sino alegrarme de haberme equivocado por completo. Asrar aquí tira por una vía estilística deudora de la etapa más icónica de John Buscema y consigue unas páginas con la fuerza que necesita este personaje.
En resumen, el primer número de la vuelta de Conan a Marvel ha dejado muy buenas sensaciones, por mucho que hubiera ciertas dudas al principio. La primera parte (de seis) de la historia La vida y la muerte de Conan nos deja con ganas de más, y tiene interés (y calidad) suficiente como para querer seguir por aquí mes a mes.
