“Cómo leerse todo Marvel” es el título del libro escrito por Douglas Wolk que le hizo ganador del premio Eisner a la mejor publicación relacionada con los cómics. Una obra que llega a España de la mano de Dolmen Editorial y cuya premisa seguro que ha sido el sueño húmedo de muchos de nosotros. Un sueño materialmente imposible de realizar, ya sea por una simple cuestión de tiempo, de recursos económicos o simplemente porque hay material al que no se tiene acceso, al menos por caminos no piratones.
Sin embargo, aquí llega el bueno de Douglas para erigirse como avatar de nuestras fantasías y ser, casi con toda seguridad, el primer ser humano en leerse los primeros 27.000 tebeos publicados por Marvel en sus 85 años de historia. Es cierto que hay alguna trampa. Se quedó fuera todo Conan, también otras líneas como Epic, 2099, o los tebeos de franquicias como “Star Wars”. Al final con eso te quitas trabajo, pero oigan, que le quiten lo bailado.
En total, Douglas Wolk afirma haberse metido entre pecho y espalda cerca de medio millón de páginas que van desde la era de los monstruos Pre-Marvel hasta la llegada de la Era de Krakoa mutante. Antes de seguir (lo digo en serio), me da envidia y mucha. Porque aunque tengo la suerte de poder pegarme enormes pechadas de lectura, ni de lejos podría hacer lo que ha hecho el autor.
Ahora bien, pese al nombre elegido por Dolmen, el título original es “All of the Marvels”. “Cómo leerse todo Marvel” no es ni una guía, ni un manual de instrucciones para conseguir el objetivo del enunciado. En esencia, esta obra es una carta de amor al mayor universo de ficción de la historia, formado por millares de historias y personajes que no han dejado de crecer y evolucionar desde que fueron creados hace décadas. Que sí, que hay reinicios, retconeos y todo lo que queráis, pero ya me entendéis.
Douglas Wolk vertebra la obra en capítulos de ágil lectura centrados en personajes como Los 4 Fantásticos (en especial la etapa fundacional de Lee y Kirby), Thor, (las ganas que me han entrado de releer la etapa de Walter Simonson son enormes), los mutantes de Claremont y Byrne (analiza las trampas, formas y maneras de esta pareja de autores), los Vengadores o Spiderman.
Más allá de algunos de los actores principales del Universo Marvel comiquero, el escritor se centra en otros personajes del tipo de Pantera Negra y Shang Chi, sobre los que se detiene especialmente para hablar de otros factores culturales ajenos (pero a la vez indivisibles) de las aventuras que corrieron sobre el papel. También es interesante el análisis que hace de personajes más recientes como Kamala Khan y el impacto que tuvo la llegada de la heroína. Igualmente interesante es la enumeración de las coincidencias sociopolíticas del Universo Marvel con la historia real de los Estados Unidos.
No obstante, para un servidor los capítulos más interesantes son los dos últimos. En uno de ellos, Wolk cuenta en primera persona cómo ha sido compartir su pasión por los cómics Marvel con su hijo de diez años, que trató de emular la hazaña de su padre. El final de la obra es la única cronología como tal que pone de relieve los principales acontecimientos del Universo Marvel desde sus orígenes hasta la mencionada Era de Krakoa. Posiblemente este sea el capítulo más interesante para aquellos que busquen algo similar a lo que promete el título de este volumen.
En total “Cómo leerse todo Marvel” nos regala casi 350 páginas de pura magia que se merece que leamos con atención y cariño y, sobre todo, que no pasemos por alto las numerosas notas al píe de página repletas de detalles ultra frikis que evidencian que Wolk sí se ha leído todos los tebeos que dice haberse leído, por si alguien lo dudaba jajaja.
Ahora bien, “Cómo leerse todo Marvel” se me antoja una obra difícil de recomendar a un lector que no se haya acercado nunca a Marvel. Y es que la narración del autor no se centra puramente en los acontecimientos que transcurren en los tebeos. Muchas veces la muerte de un personaje o un giro argumental descabellado son tan solo la excusa para sumergirse en la intrahistoria y ahondar en las motivaciones o sensibilidades del equipo creativo de la misma. Para este tipo de lectores, es posible que se trate de un libro complicado de abordar.
Sin embargo, sí lleváis décadas en esto pues es más que probable que disfrutéis tanto como un cochino en un charco de mierda. Nuestro querido Doug (al terminar el libro uno siente que le puede tutear) ha llegado para meterse en el barro y hacernos pasar un rato divertido, y vaya si lo consigue.