Con Comfortless llegamos al final de la que se ha venido a llamar la Trilogía del Nordeste de Miguel Vila, tras Padualand y Dulce de leche. Las tres obras han sido publicadas por La Cúpula, quien también publicó su Fortaleza Volante, obra escrita por Lorenzo Palloni. En esta ocasión, volvemos a encontrarnos una obra repleta de personajes que desprenden un halo de realismo increíble, con sus inseguridades, sus fallos… con el añadido de que acaba de estallar la pandemia mundial. ¿Qué más puede pasar? Bueno, como dice Murphy, si algo va mal… puede ir peor.
La historia empieza con un par de amigos que están abriéndose y confesándose cosas pero uno de ellos está a punto de contarle un gran secreto al otro… se desata la pandemia de Covid con el decreto de confinamiento en Italia. A partir de ahí, iremos dando saltos de un personaje a otro en un reparto coral aparentemente inconexo, pero que forman parte de un mismo escenario: Padua y las regiones del nordeste de Italia. La obra cubre cuatro años desde ese momento, y ofrece un retrato de la condición humana, para al final acabar con otro golpe de efecto que sirve tanto para sorprender al lector como para catalizar todo lo que hemos visto hacia una escena final en la que se atan cabos y se cierra un círculo con esos personajes.
Ya hemos contado con anterioridad la capacidad que tiene Vila de mostrar personajes muy reales. Y son reales porque son imperfectos en todos los sentidos: Tienen michelines, poco pelo, rostros no aptos para Instagram… e igualmente son personas con miedos, inseguridades y decisiones egoístas. De hecho, el Covid y el segundo evento que tiene lugar en esta obra no son más que un vehículo para mostrar lo egoístas, individualistas y ruines que podemos llegar a ser los seres humanos. Vemos muchas escenas en las que frecuentan decisiones por completo realistas. No se trata de ocultar un crimen, sino decisiones insolidarias que tenemos muy frescas con respecto a la pandemia: aprovechar la compra para quedar con tu amiga, sentarse en un restaurante más del número permitido, o acudir a una fiesta sin realizarte un test por no querer perdértela. Cosas que ahora vemos con cierta perspectiva pero que fueron nuestro día a día y ponen de manifiesto lo mezquinos que podemos llegar a ser.
Todo esto se exagera aún más en el último tercio de la obra, cuando tenemos un segundo suceso del nivel de la pandemia, que demuestra lo que todos sabemos: Que no hemos aprendido nada, y que si mañana llega otra pandemia peor que la que hemos vivido, no quedamos vivo ninguno, porque nadie va a aprovechar la experiencia pasada para hacerlo mejor si tuviéramos que repetirlo.
Lo más atractivo de las obras de Miguel Vila es precisamente esa capacidad de crear personajes realistas y mostrar las interacciones entre ellos. Entre su estilo de dibujo y el guion consigue crear a gente que puede empezar produciendo rechazo, pero que poco a poco vamos comprendiendo, y no tardamos en identificar algún referente en nuestro día a día, o alguna decisión que cualquiera habríamos tomado igual.
Donde cada vez me enamora más este autor es con el tema del dibujo. No solo por hacer personajes reales, con sus imperfecciones, sino porque recurre a una narrativa en la que la acción se acerca o aleja, acelera o ralentiza, de manera muy eficaz. Utiliza el tamaño de las viñetas, los vacíos en la página y la disposición de las viñetas o los bocadillos de diálogo, de una manera inteligente. Es consciente, en todo momento, de cómo utilizar la repetición de formato, las viñetas muy pequeñas con pocos cambios para mostrar diálogos entre personajes con una intención clara de provocar tedio en el lector, de manera que cuando llegue el golpe de efecto, va a resonar más.
En este libro además, cuenta con la integración de chats de apps de mensajería, o un capítulo que está mostrado a través de un directo de Instagram, en el que vamos leyendo los comentarios de los usuarios conectados. Juega con la complicidad del lector a la hora de mostrar escenas muy cotidianas e integradas ya en nuestra vida de diario.
En definitiva, Comfortless me parece el espaldarazo definitivo para Miguel Vila, con una obra que demuestra su sensibilidad para contar historias muy cotidianas y para explorar la naturaleza humana. Las obras de Miguel Vila funcionan por su capacidad de mostrar personajes reales, de contar historias más cercanas a Me llamo Earl que a Melrose Place o Succession. Gente de clase media, que mira por sí misma, y que busca la felicidad a su manera, sin que ello signifique que esté hecho de una manera correcta. Un autor de obligado seguimiento que todavía tiene mucho que contarnos.
Lo mejor: Lo reales que son los personajes protagonistas. La capacidad narrativa de Vila. Lo redondas que son todas sus obras, que parecen no estar contando nada concreto pero finalizando con un una sensación de integración entre todo.
Lo peor: Son personajes que, de primeras, nos van a caer mal todos, pero se parecen mucho más a nosotros de lo que te crees…