Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Colección NGM: Dios ama, el hombre mata

Colección NGM: Dios ama, el hombre mata
Guion
Chris Claremont
Dibujo
Brent Eric Anderson
Formato
Cartoné. 96 páginas. Color
Precio
18.00 €
Editorial
Panini Cómics. 2018
Edición original
X-Men: God Loves, Man Kills USA

Veréis, en esta historia hay un tipo llamado William Stryker. William es un señor de valores y fe imperturbables. De oratoria fluida y facilidad para captar la atención de la gente, William predica su propia interpretación de la Biblia y habla sobre cómo hay que entender el concepto de dios. William lee pero no es capaz de encontrar matices ni dobles sentidos ni moralejas, de manera que cuando suelta sus diatribas podría pasar por Jules Winnfield, aquel personaje de Pulp Fiction interpretado por Nick Furia que se inventaba frases bíblicas para sentirse un poco mejor antes de ajusticiar a la gente y darle épica a sus actos. William no se inventa nada, todo lo que dice está en la Biblia punto por punto. William es un hombre con poca imaginación y mucho odio que no vacila. William es un hombre con poca imaginación y mucho odio. William es un hombre. William mata.

Habla Chris Claremont en una entrevista —que podéis leer en el prólogo del tebeo— de la fuerte ola conservadora de principios de los 80 bajo la que proliferaron los telepredicadores fundamentalistas que decían a la gente cómo tenían que interpretar la Biblia, y en base a ello obrar. Precisamente, los parlanchines que inspiraron el personaje de William Stryker. Un clima de dogmas y desprecio. Una batalla que siempre estuvo latente en la idiosincrasia de los mutantes como minoría, pero que arraigó verdaderamente a raíz de Dios ama, el hombre mata, convirtiendo a La Patrulla-X en la mejor herramienta superheroica cuando se trata de promover la lucha por el respeto, la convivencia y los derechos sociales.

Dios ama, el hombre mata Stryker

Hace ya más de cinco años de la última edición de Dios ama, el hombre mata, y Panini Comics ha aprovechado su nueva colección Novelas Gráficas Marvel para recuperarlo. Tras La muerte del Capitán Marvel (de la que ya os habló mi compañero Alejandro), la segunda entrega nos trae este relato autoconclusivo de 1982, escrito por Chris Claremont y dibujado por Brent Eric Anderson. Posiblemente, la historia más recordada de los mutantes —junto con Días del futuro pasado y Fénix oscura—, y todo un punto de inflexión más allá de su cabecera dentro de la Casa de las Ideas.

En Dios ama, el hombre mata, el reverendo William Stryker es un antiguo sargento del cuerpo de rangers de los EEUU, de férreas convicciones religiosas y con un sentimiento de animadversión hacia los mutantes desproporcionado. Una persona llena de odio que carga con un tormentoso suceso en su pasado que conecta directamente con el homo superior, y que le llevará hacia una desesperada huida hacia delante: una cruzada contra los mutantes. De este modo, se convierte en el heraldo del anatema, promoviendo a través de los medios de comunicación el exterminio de los mutantes, a la vez que lo empieza a llevar a cabo a través de un grupo de fuerzas especiales que opera de forma clandestina. Todo se complica cuando fija como objetivos a los miembros de la Patrulla-X.

En 1982 Chris Claremont ya llevaba unos seis años al frente de Uncanny X-Men y había puesto la serie en lo más alto, y cuando Marvel decidió abrir una línea de novelas gráficas (qué poco me gusta… diré tebeos de historias autocontenidas), Claremont vio una buena oportunidad para condensar en un sólo relato todo lo que él consideraba que representaban los mutantes. Algo que por extensión y estilo parecía encajar mejor en este formato que no en tres o cuatro grapas de la serie regular.

Dios ama, el hombre mata page

Aunque Dios ama, el hombre mata sigue contando con varios elementos que me recuerdan a la narración más naif del tebeo superheroico, como por ejemplo el hecho de que personajes que parecen morir tras recibir un disparo simplemente estén aturdidos, la historia tiene un cambio de tono muy acentuado con respecto a los Uncanny X-Men. Matar a sangre fría a niños, el empleo de la palabra «negrata», los disparos a bocajarro a humanos que, sean buenos o malos, pasaban por allí como quien dice, o simplemente ver cómo Rondador emplea su aspecto físico para atemorizar e intimidar (algo que se explotaría de forma espectacular al inicio de la película X-Men 2), son elementos que conferían al tebeo un toque más violento y menos usual para la Patrulla. Ah, y también el uso del televisor para narrar y poner al lector en contexto, que el DK acabó por explotar al máximo.

Además, Cíclope, Coloso, Rondador, Kitty… son personajes de procedencias y sentimientos religiosos muy dispares, y en base a ellos Chris Claremont hace que cada uno de ellos se comporte de forma diferente ante la problemática que se les plantea. Kitty, de familia judía y cuyo padre estuvo en un campo de concentración nazi, es la que reacciona con más vehemencia y se convierte, junto con Stryker, en el eje central sobre el que pivota la trama. Son detalles que un chiquillo, aunque seguro disfrutará y mucho del cómic, no va a llegar a captar en toda su magnitud.

Cuando se habla sobre el cambio de tono del cómic americano de los años 80 siempre se nombran obras como el Born Again, el DK, Año Uno, Watchmen, La última cacería de Kraven o el Miracleman de Alan Moore. De todos ellos el más antiguo es este último, de 1984. Dios ama, el hombre mata es de 1982.

Dios ama, el hombre mata equipo

Puede que lo más pintoresco de toda la intrahistoria que rodea a Dios ama, el hombre mata sea el hecho de que el dibujante en un principio iba a ser el célebre Neal Adams, quien después de haber abocetado a lápiz las primeras seis páginas, recibió el contrato y no le gustaron las condiciones ni un pelo, por lo que muy a su pesar y para ser coherente con sus ideas terminó abandonando el proyecto, siendo sustituido por Brent Eric Anderson. Anderson por aquel entonces todavía estaba experimentando y buscando su propio estilo (no obstante era su segundo o tercer trabajo en la industria del cómic), y aunque algo irregular a veces, el resultado es bueno y se acopla bien al tono de la historia.

Siempre nos quedará la duda de saber qué habría ocurrido si Neal Adams hubiese continuado al frente de la parte gráfica, tanto por su estilo, muy diferente al de Anderson, como porque en esas seis primeras páginas que abocetó se podía ver a Magneto siendo perseguido y asesinado por los comandos de Stryker. Un inicio muy diferente al que finalmente se plasmó.

Dios ama, el hombre mata Neal Adams

Boceto de Neal Adams. Magneto defendiéndose.

En cuanto a la edición, me gusta el formato (algo más ancho que el resto de cartoné de Panini) y los extras son muy completos, incluyendo todo el material que también recoge la edición americana: portadas originales, las seis páginas abocetadas de Neal Adams, entrevistas con Claremont y un artículo de John Rhett Thomas sobre todo el asunto de Adams y el cambio de dibujante. Eso sí, el color elegido para el lomo me parece que contrasta con la portada en exceso y no pega ni con cola. Tampoco me parece que el precio esté muy ajustado al número de páginas.

En 2018 no tenemos telepredicadores, tenemos Twitter e insidiosos voceros varios. En 2018 problemas como el racismo, la xenofobia o la homofobia siguen latentes. En 2018 este tebeo sigue siendo de lectura obligada por pequeños y mayores aficionados a las viñetas.

¿Y si en un futuro próximo pudiésemos usar ese cliché de «ha envejecido mal»?

Cerraré como cierra Tormenta: «Ojalá fuera así».

Dios ama, el hombre mata Mutie