Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Clase Letal 7. Amor como sangre

Clase Letal 7. Amor como sangre
Guion
Rick Remender
Dibujo
Wes Craig
Color
Jordan Boyd
Formato
Rústica. 120 páginas. Color.
Precio
16,50€
Editorial
Norma Editorial . 2019
Edición original
Deadly Class #32–35 (Image Comics)

A estas alturas de la serie, no creo que quede mucha gente que no sepa ya que Clase Letal es una serie hecha para molar a toda costa. Una tormenta de ultraviolencia trepidante, drama culebronesco, giros frenéticos… todo es extremo y todo vale, incluso que todos y cada uno de sus personajes sean unos poochies de manual.

Clase Letal 7. Amor como sangre

Poochie es un concepto nacido de Los Simpson, concretamente del decimocuarto episodio de la octava temporada. Si esta palabra existiera en el castellano oficial, la RAE podría arrojar luz sobre el término, pero en este caso tendremos que conformarnos con la tercera acepción de su definición en Urban Dictionary. Por si a alguien no le suena, el término poochie designa a ese personaje surgido de las calderas del departamento de marketing, aquel que tiene todas esas cosas que sabemos molan aunque no tengamos muy claro cómo ni por qué: rebeldía, un look llamativo e irreverente y sobre todo, lo más importante es que sea todo muy “dinámico” y “extremo”. Los Simpson capturaron un concepto que todos habíamos visto en montones de sitios y lo retrataron con la agudeza que los caracteriza, pero lo que no es tan habitual es una serie como ésta donde absolutamente todos los personajes son poochies. Es más, en esta especie de ingeniería del molonismo que desarrolla Clase Letal no todos, sino TODO encaja a la perfección en el concepto de poochie y sin el más mínimo atisbo de ocultarlo.

Visto así, cualquiera pensaría que es mejor dejar en la estantería de la librería semejante producto pero ahora es cuando os digo que Clase Letal es una de las series más apasionantemente disfrutables de cuantas se publican hoy día. Clase Letal coge toda la cosmología de lo poochie y lejos de cualquier complejo, retoza en su barro con una mueca de felicidad en su rostro. Un constructo hecho para molar a toda costa sólo es malo si no lo consigue, pero una lectura de esa Clase Letal autoconsciente de su propia intensidad adolescente salida de madre proporciona una de las mejores experiencias de entretenimiento que hoy día puede dar un tebeo.

Clase Letal 7. Amor como sangre

Para muestra un botón. Todo, absolutamente todo el tomo de Clase letal 7 es una persecución y una pelea, que ni siquiera suceden de forma separada. Conseguir mantener el acelerador pisado a tope durante 120 páginas sólo es posible si eres consciente de que el exceso es la bandera a agitar. Cuesta creer que un guionista como Rick Remender, que ha demostrado ser tan limitado y formulaico en algunos aspectos de sus otras series, sea capaz de aguantar este ritmo de manera sostenida y subiendo las apuestas a cada jugada.

Es cierto que son mil y una las argucias que usará para conseguir todo esto. Tenemos mil guiños-homenaje, tenemos luchas fratricidas, traiciones, alianzas impensables, muertes súbitas, revelaciones ocultas, monólogos interiores vehementes, tiros a tutiplén, sangre a borbotones, montones de ninjas punk futuristas, apariciones inesperadas… todo el arsenal de la bolsa de trucos y resulta que cuando el juego es molar ante todo de manera tan explícita, todos los giros y los deus ex machina valen. Si ya nos hemos saltado todas las leyes de la coherencia en nombre del desenfreno y el ultradrama, todo está admitido… y funciona.

Clase Letal 7. Amor como sangre

Nos obstante es cierto que hay que ser un poco consciente del juego de Clase Letal y querer dejarse arrastrar por él. Un lector que busque mesuras más canónicas y un “prohibido el paso” a los artificios gratuitos, encontrará Clase Letal tramposa, chabacana y adolescentemente inmadura, pero probablemente no habrá entendido el juego que nos plantean Remender y Craig y se estará perdiendo un tebeazo.

Hablando de este último, habremos de admitir que tal vez el mecanismo que propone Remender con cualquier otro dibujante habría fracasado sin remisión, pero cuesta creer cómo un dibujante de formas tan escuetas es capaz de construir secuencias tan absolutamente espectaculares. La respuesta es que Craig es un maestro de la composición y es capaz de poner cada elemento justo en el sitio que debe para volarte la cabeza. Los colores planos, vibrantes y profundamente intensos de Jordan Boyd se conjugan sospechosamente en la misma sinergia que ya tenía con Lee Loughridge, el colorista anterior. Incluso el alucinante trabajo de rotulación con las onomatopeyas se articula de manera tan sorprendentemente natural con el dibujo y el tono de la historia, que nos lleva a preguntarnos dónde empieza y dónde acaba la labor del dibujante.

No hay que pensarlo demasiado. Clase Letal 7. Amor como sangre, al igual que los 6 anteriores, es adrenalínico, desmesurado e insolentemente disfrutón.