Con cuatro tomos publicados de Cinema Purgatorio, ya hemos cruzado el ecuador y tan solo restan dos tomos para finalizar esta obra antológica. Esta segunda mitad debería marcar una deriva con dirección a la conclusión de las distintas historias. Sin embargo, cada una de ellas es de su padre y de su madre y sus horizontes se atisban a diferente distancia.
Dado que cada historia se compone de pequeños episodios de ocho páginas, casi podríamos decir que a nivel de sinopsis no hay excesivas novedades con respecto a los tomos anteriores. Sin embargo, En Cinema Purgatorio cada historia tiene su propia estructura, planteamiento y manera de avanzar.
De este modo, Cinema Purgatorio, la historia que da título a la serie, continúa con el mismo esquema que Alan Moore y Kevin O’Neill marcaron al inicio. Moore es uno de los autores que mejor aprovechan el formato en el que trabajan. Cuando hablamos de obras como Watchmen o Providence, pese que hay una historia global, cada grapa tenía una entidad propia más allá de ser la parte enésima de un arco argumental. Con la misma idea, cada capítulo de 8 páginas de Cinema Purgatorio es una historia independiente en la que se mezclan conceptos e historia del cine en formas que sólo al genio de Northampton se le podrían ocurrir. Si queréis saber cómo se pueden mezclar las viejas películas de detectives infantiles con los estragos del uso del celuloide hasta niveles de locura lovecraftiana; averiguar cómo se combina el caso de asesinato de la Dalia Negra con los musicales o de qué modo se consigue denunciar los abusos a los especialistas a través de Qué bello es vivir, os tendréis que asomar por estas páginas. Pero además de esto, con cada entrega va poniendo a la vez ladrillos sobre la estructura general. Con cada capítulo tenemos más pistas sobre quién es nuestra protagonista, cada vez tenemos más claro qué es ese extraño cine y podemos empezar a aventurar qué es lo que hace allí.
Por el lado de Código Pru, el planteamiento es completamente distinto. Pese a que la serie ha tenido algunos episodios bastante intrascendentes, Garth Ennis y Raulo Cáceres van construyendo un mundo donde tanto los personajes como todo lo que los rodea parece tener muchas más posibilidades de lo que los seis tomos de Cinema Purgatorio le van a brindar. Es casi como si esto pudiera ser una especie de piloto para lo que sin duda podría dar para una serie con tres actos más convencionales en lugar de pequeños capítulos sueltos. El hecho de que a estas alturas aporten un pasado (bastante cachondo, por cierto) a la protagonista o nos presenten un nuevo personaje cuyo papel e interés se sitúa entre los principales, da la sensación de que aunque Código Pru termine con el final de Cinema Purgatorio, tendría cuerda para mucho más.
El bajón al llegar a Una unión más perfecta es más que considerable. La historia que nos ofrecen Max Brooks y Gabriel Andrade es plomiza, avanza con lentitud y los temas tratados dudo que puedan interesarle a nadie más que los frikis de la Guerra de Secesión, si es que en España hay alguno. Definitivamente esta historia, pese a haber ganado con el cambio de dibujante, sigue estando muy por debajo del resto.
Probablemente la estructura de Modis trabaja de un modo distinto que las dos primeras. En lugar de funcionar con capítulos unitarios, Kieron Gillen y Nahuel López tienden más a la dinámica de historia por entregas. Cada capítulo tiene poco sentido sin el anterior y el siguiente, pero aun así, Gillen aporta el contenido más simpático de la revista, trabaja el cliffhanger con habilidad y sin demasiadas trampas
El mismo espíritu de historia única por entregas tiene Colosal. Aunque esta historia de kaijus se queda por debajo de la media de la serie, afortunadamente está muy por encima de Una unión más perfecta. Pese a que comparten dibujante, se nota aquí a Andrade mucho más cómodo e inspirado, amén de que el guión de Christos Gage, pese a no ser ninguna genialidad está razonablemente bien escrito y se digiere con agrado.
Recomendar Cinema Purgatorio se hace tan complicado como no hacerlo. Es cierto que el precio de disfrutar de algunas de los seriales de esta colección es tener que aguantar las que no dan el nivel. Es aún más complicado porque aunque quizá el lector avispado aventure que las historias más potentes puedan ser reunidas en tomos recopilatorios en un futuro, el espíritu de serial de pequeños capítulos con el que fue concebido se perderá e incluso algunos planteamientos dejarán de tener sentido. Parece un gran problema pero no deja de ser al fin y al cabo el problema que siempre han tenido a lo largo de la historia todas aquellas revistas a las que Cinema Purgatorio homenajea.
