Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Chartwell Manor

Chartwell Manor
Guion
Glenn Head.
Dibujo
Glenn Head.
Formato
Rústica con solapas, 252 págs, B/N. 18x24 cm.
Precio
28,90€.
Editorial
La Cúpula. 2022.
Edición original
Chartwell Manor (Fantagraphics).

Tengo que reconocer que tenía miedo de lo que me iba a encontrar. Tanto la sinopsis proporcionada por La Cúpula como la propia introducción del autor, Glenn Head, en el prólogo de este Chartwell Manor , avisan de que en su interior vamos a encontrarnos con la juventud del dibujante en un internado cuyo director acabó condenado por pederastia. Head confiesa en su introducción lo duro que fue llevar a cabo esta obra, llevándole muchos años encontrar las fuerzas para plasmar con sinceridad lo que vivió. Todo ello, sumado al perfil underground de su autor, me hacían pensar que iba a ser una lectura cruda y explícita que pudiera resultar exasperante. Sí quiero comenzar advirtiendo a otros lectores que, como yo, no se atreviesen a adentrarse en la lectura que no es tan explícito como pueda parecer… pero también que casi resulta más inquietante ver la repercusión que ha tenido en la víctima tantos años después.


La obra comienza con un Glenn Head de 13 años al que no se le dan demasiado bien los estudios, sobre todo de Matemáticas, que es llevado por su madre a un internado para que repita séptimo curso. Allí conocerá a chicos de todo tipo, pero sobre todo a Terence Michael Lynch, su director de origen inglés, con unos métodos más que discutibles y que lo mismo abrazaba a sus alumnos que les sometía a duros castigos físicos. Head estuvo solo un curso allí, pero las secuelas de su estancia tendrían repercusión en su vida posterior y ni siquiera la condena de su ex-director le ayudará a conseguir cerrar ese capítulo de su vida.

Plasmar su experiencia en un cómic no debió ser un proceso fácil. El autor se desnuda por completo y avisa de su intención de contar todo sin miramientos, lo cual se agradece porque le aporta mucha verdad al relato. A su vez, conlleva mostrar que la vida no está llena de maniqueismos, y que hay personajes como él mismo, que en algunos pasajes aparece como un tipo con comportamientos bastante criticables, y ni que decir tiene cómo quedan reflejados sus padres en la obra.


Pero como decía, lo más impactante de Chartwell Manor  es ver que Head tuvo una experiencia en el internado que, comparada con lo que pasaron otros compañeros, se puede considerar incluso «afortunada» (entiéndase la expresión)  sin embargo el impacto posterior fue muy severo, afectandole en sus relaciones sociales, amorosas e incluso sexuales, empujándole a conductas adictivas como abuso de alcohol o parafilias sexuales como voyeurismo y adicción a la pornografía. Y no lo blanquea, ni lo justifica, se muestra como es, incluso aunque pueda producir rechazo, aunque ver los antecedentes que le llevaron a ser como es, ayude a sentir empatía por su situación.

El dibujo es heredero del tipo de cómic en el que siempre se movió, acercándose a Crumb o Bagge, con un uso de masas de negro generosas y una alternancia entre un dibujo realista con escenas más psicotrópicas, con formas deformadas y figuras con un diseño muy visual. También alterna con algunas páginas con fotos o recortes de prensa reales, que ayudan a recordar que no estamos ante una obra de ficción, sino que el «Sir» fue alguien que existió y que arruinó la vida de muchos jóvenes americanos.


En definitiva, Chartwell Manor  es una obra dura, pero más por lo que cuenta que por cómo lo cuenta. Un relato desgarrador de cómo la frágil mente de un niño puede verse afectada hasta tal punto que repercuta en su futuro y en sus habilidades sociales para el resto de su vida. Una obra sincera, sin tapujos y que revela la importancia que tiene hablar con nuestros menores y no escurrir nunca el bulto pensando que la «conspiración de silencio» es una actitud aceptable. Head consigue una lectura tan exasperante como magnética y bien narrada.

Lo mejor: Que impacta más ver las secuelas de lo sucedido que realmente ver el abuso. Su sinceridad, no intenta justificarse o mostrar solo lo que le deje en buen lugar.

Lo peor: A pesar de no ser excesivamente explícito en el abuso (sobre todo en lo sexual, sí más en el físico) es una obra que te tiene en continua tensión y con el gesto torcido.