Ya hablé hace un tiempo del Gil Pupila de Tillieux, y ahora regresamos al autor con César, su obra semibiográfica según reconocía el mismo. Ya que César es un dibujante de historietas que vive atormentado por sus vecinos.

Tanto el agente Petitcarné como sus hijos Ernesto y Ernestina (poca originalidad tenía el caballero a la hora de ir al registro) se dedican durante las casi cuatrocientas páginas del volumen a molestar y pinchar continuamente al pobre César. De hecho es una de ésas obras que me han gustado a pesar de ponerme de mal humor.

Me explico: César casi se podría considerar la niñera oficial de los hijos de Petitcarné, ya que pululan más por su hogar que en su casa propia, se encarga de recogerlos del colegio, está con ellos continuamente, etc. Y por lo tanto es el centro de diana de todas las típicas gamberradas, ya sean de forma consciente o inconsciente, que pueden hacer unos niños “revoltosillos”. Le rompen cosas, estropean su trabajo, le sacan de quicio, etc. Y el pobre César lo soporta todo estoicamente sin tomar prácticamente represalias en ninguna ocasión. De tan bueno es tonto, que se suele decir.

Y aunque los niños en varias ocasiones nos producen hasta alguna carcajada por sus ocurrencias, no puedo evitar odiar profundamente a su padre. El agente Petitcarné aprovecha la mínima para multar al pobre César ya sea con motivo o sin él. Se me antoja plano, repetitivo, caradura e insufrible. No sé si era la intención de Tillieux, pero éso es lo que me parece.

La edición de Trilita es impecable, limitada a 1.000 ejemplares por 56€. Igual se puede antojar algo caro, pero como me han pillado en el momento tonto de mi vida en el que estoy haciendo acopio masivo de lo que suelen denominarse clásicos franco-belgas, un servidor los desembolsó con gusto.