La Arcadia se encuentra completamente rodeada por la enorme flota mazon. No obstante, ¡es justo en situaciones como esta donde los piratas sacan a relucir su estilo de lucha! La tripulación entera se une al llamamiento de Harlock y se dispone a librar la batalla definitiva. Así, ¡llega el momento en el que Harlock y la reina Rafflesia se encuentran cara a cara!
Y así, con este décimo volumen, llegamos al final de esta serie que es, como ya se dijo en la reseña del primer número de la colección, un remake de la original de 1977, actualizando detalles y personajes, y con un nuevo guionista y dibujante, el debutante Kouichi Shimaboshi. Tres años hemos tardado en disfrutar en nuestro país del desenlace de esta historia, a lo largo de 10 tomos. Una cadencia de publicación que, unida a la pausada narrativa del autor, hace que en algunos casos hayamos tenido que releer el volumen anterior para poder seguir el hilo de la trama, especialmente con personajes secundarios como Zero y Mayu. Aun así, el viaje (espacial) ha merecido la pena, sobre todo porque en el penúltimo número ya se anticipaba el duelo final que tiene lugar en estas páginas.
Es innegable que el Leijiverso construido por el artista Leiji Matsumoto para albergar a creaciones como el Capitán Harlock, la pirata Emeraldas o el Galaxy Express 999 no es plato para todos los paladares. Posiblemente las nuevas generaciones prefieran shōnen más dinámicos, con más acción o personajes con los que sea más fácil identificarse. La saga del Capitán Harlock es una de digestión lenta, con personajes que trascienden la mera caracterización para ser directamente arquetipos utilizados para contar una historia. De esta manera, el lector no llega nunca a identificarse con Harlock (no es esa la intención del autor), sino con el joven recién llegado Tadashi, personaje introducido en la historia para servirnos de ojos a través de los cuales tratamos de escrutar al protagonista. Pese a que la historia gira alrededor de la invasión de la Tierra por parte de la raza alienígena mazon, el auténtico leitmotiv de la obra es la batalla de los protagonistas por aquello en lo que creen, ya sea la libertad, la vida o la supervivencia de su planeta. La bandera pirata que ondea la nave Arcadia no simboliza la violencia, el abordaje indiscriminado y el saqueo, sino la independencia con respecto a las leyes de los hombres. Los piratas viven al margen de la ley, no para delinquir impunemente, sino para mantener su libertad y no tener que rendir cuentas a nadie. Es por ello que Harlock, en su calidad de capitán de la nave, demuestra compasión hacia sus enemigas (un verdadero pirata las habría hecho pasear por la plancha): no es un asesino despiadado, sino un hombre honorable y fiel a sus principios.
Tras nueve números dedicados a ir acumulando la tensión entre los dos bandos (los piratas y las mazon, con la flota terrestre tocando las narices de cuando en cuando), asistimos por fin a la batalla final, con aliados sorpresa incluidos, abusando un tanto del recurso del deus ex machina en el último momento. Aun tratándose del último número, en el que los acontecimientos debieran precipitarse vertiginosamente, la primera mitad del tomo transcurre a un ritmo exasperantemente lento, hasta que por fin el autor tiene todas las piezas del juego en posición, y da lugar a la batalla final. Un enfrentamiento que se resuelve de manera muy rápida, pasando de puntillas por la acción en el campo de batalla para llevarnos directamente al duelo entre Harlock y la reina mazon Raflesia que, si bien era lo que todos estábamos deseando ver, tiene una resolución brusca y desdibujada, aunque no por ello menos predecible.
Los que esperaran llegar hasta este décimo y último tomo anhelando un desenlace lleno de acción emocionante puede que se sientan algo decepcionados. La saga de Harlock no es un viaje hacia un destino, sino una ruta a lo largo de varias estaciones en las que se nos presentarán a muchos de los personajes del Leijiverso, que ayudarán a Harlock en su batalla por la defensa de su planeta Tierra. Esta serie se aprovecha mucho más a un ritmo pausado, disfrutando del paseo, que pasando las páginas a todo tren en busca de la batalla final. La historia de Harlock es la de la encarnación del ideal del héroe romántico de carcasa impenetrable, rostro inescrutable, ademán impasible. No es la historia de una invasión alienígena o de un capitán renegado, sino la de un grupo de hombres y mujeres que ansían la libertad por encima de todo, y viven y mueren conforme a sus más altos ideales. ¿Y no es eso lo máximo a lo que todos deberíamos aspirar?