Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Cadáveres

Cadáveres
Guion
Si Spencer
Dibujo
Dean Ormston, Phil Winslade, Meghan Hetrick y Tula Lotay
Color
Lee Loughridge
Traducción
Guillermo Ruiz Carreras
Formato
Cartoné. 208 páginas. Color
Precio
27,50€
Editorial
ECC Ediciones . Febrero 2024
Edición original
Bodies #1-8 (Vertigo, DC)

Por más que en la portada ponga Black Label, Cadáveres es un cómic del difunto sello Vertigo. Y sí, desde la disolución del sello en 2020, ya estamos acostumbrados a ver reediciones de material Vertigo con el sello Black Label, pero no es tan habitual que suceda con obras que llegan a nosotros por primera vez, por más que ya existiera algún ejemplo anterior, como el caso de Demonios Imaginarios.

El difunto sello Vertigo ha dado montones de títulos que probablemente jamás vean la luz en castellano, muchos de ellos con nombres de primer nivel como American Century, Art Ops o Motherlands y, teniendo en cuenta que Cadáveres es un título que salió por primera vez hace ya una década, nadie esperaba ya a estas alturas que ninguna editorial española lo publicase y más teniendo en cuenta que su guionista, Si Spencer, es un autor relativamente maldito en España. Apenas pudimos ver en castellano poco más que Los Libros de la Magia: Vida en tiempos de guerra, sobre el universo de Tim Hunter, y la muy recomendable miniserie Hellblazer: Ciudad de demonios, con Sean Murphy.

Este autor británico, sin embargo, hasta su fallecimiento en 2021, acumulaba tres décadas escribiendo cómics en Judge Dredd Megazine y otras series Vertigo como The Vinyl Underground o Slash & Burn, así como en televisión.

Cadáveres - Meghan Hetrick

El motivo de su publicación es, obviamente, el estreno hace unos meses de la adaptación de esta serie encabezada por Paul Tomalin para Netflix con un éxito bastante razonable, con lo que es de suponer, que pueda acercarse un público casual tal vez no tan familiarizado con Vertigo o los autores. Por eso sorprende la decisión de ECC de no incluir la más mínima información de contexto al respecto y más teniendo en cuenta que ninguno de los autores de Cadáveres es un nombre especialmente conocido.

Cadáveres nos presenta el misterio de la aparición de cuatro cuerpos exactamente iguales en el Londres de cuatro épocas distintas: 1890, 1940, 2014 y 2050. Pero antes de entrar más a fondo en el argumento y ejecución de la obra, tomando el pie de que cada época está dibujada por un artista diferente y a modo de propósito de enmienda ante la falta de contexto de la edición española, conviene ubicar un poco a los cuatro dibujantes, profundamente dispares unos de otros.

Tal vez el más conocido de los cuatro es Dean Ormston, hoy día muy popular gracias Black Hammer, pero por aquel entonces ya era un viejo conocido de los lectores de Vertigo con títulos como Los carnívoros o La chica que quería ser Muerte, pero sobre todo por ser dibujante de refuerzo en series como Sandman, Los invisibles, Lucifer, La casa de los secretos o Northlanders, con un estilo feísta e inconfundible que encaja como un guante a la propuesta misteriosa, oscura y sórdida de esta parte de la historia en tiempos de Jack el destripador.

Phil Winslade nos lleva a la Segunda Guerra Mundial con un estilo un poco más sucio del que estábamos acostumbrados a verle, ya que, aunque también lo pudimos ver en series Vertigo como Diosa,con Garth Ennis, tal vez lo asociamos más con su trabajo en Marvel en El Vigía, Howard el pato o Daredevil /Spiderman.

Cadáveres - Tula Lotay

Meghan Hetrick es la única no británica — además del colorista Lee Loughridge — en el equipo creativo de Cadáveres y tal vez la menos conocida de todos ellos. Sin embargo, también comparte en su haber el trabajo para Vertigo, concretamente en Red Thorn o Fairest, si bien se la ha podido ver también en títulos independientes como Faith, de Valiant, o Vampirella, de Dynamite.

Completa el cuarteto Tula Lotay, nom de plume de Lisa Wood. Se ha prodigado especialmente en portadas y números sueltos, pero el mismo año que Cadáveres, salía su serie Supreme Blue Rose con Warren Ellis para Image, que permanece inédita en España. Como curiosidad, es también conocida por ser la promotora y directora de la Thought Bubble Festival, de Yorkshire, una de las convenciones de cómics más grandes de Europa.

Y me vais a permitir dedicar aún un poco más de espacio al contexto, ya que es importante de cara a la apuesta de la obra y sus circunstancias comerciales el momento editorial en el que fue realizada. La línea Vertigo de 2014, año en que se publicó originalmente Cadáveres en USA, era una Vertigo en decadencia. No es que no tuviese hits puntuales y ese mismo año saldrían Sandman: Obertura, Trillium o The Wake y faltaban aún un par de años para El Sheriff de Babilonia, que podríamos considerar el último gran hit del sello. No obstante, la deriva iba directa al olvido y aunque en la Comic Con de San Diego del año anterior se anunció un último relanzamiento con un buen puñado de series nuevas, parecía que el auge de ese nuevo cómic independiente que abanderaba la llamada Image 2.0 estaba cubriendo el hueco antes destinado a Vertigo.

Así, no pocas series como este Cadáveres sufrieron un olvido al que tal vez no se habría visto sometidas una década antes, un ostracismo que también se vio reflejado en que las editoriales españolas dejasen en el limbo muchos de estos títulos.

Cadáveres - Phil Winslade

Pero ahora sí, con la serie ubicada — disculpad este largo preámbulo no por ello menos necesario — y de actualidad de nuevo con la serie de TV, podemos volver a lo que nos trae este volumen. La cuádruple aparición de cadáveres idénticos en los cuatro tiempos al final viene a ser la excusa argumental para marcar la peculiar estructura de la historia y el análisis de la propia Inglaterra, que parece el objetivo principal de Si Spencer en este cómic. Ya con esto estamos ante la primera diferencia de foco con respecto a lo visto en TV. No es que este discurso no esté, pero donde en el cómic es troncal, en la versión televisiva es tan solo un ingrediente más, haciendo mucho más hincapié en la propia trama de investigación. También hay una presencia importante de ese elemento mágico tan de Vertigo en el cómic, que desaparece en Netflix en favor de un mayor peso de la ciencia ficción.

No obstante la mayor diferencia entre ambas encarnaciones de la misma historia viene en el apartado visual y estructural, muchísimo más marcado en este tomo que reúne las ocho grapas originales, cada una de las cuales está dividida en cuatro partes exactamente iguales ubicadas en cada uno de los cuatro marcos temporales con la visión de su respectivo artista. Es así como el nutrido equipo creativo de Cadáveres nos cuenta en cada capítulo cuatro relatos que iremos descubriendo que no solo tienen paralelismos, sino que resultan ser la misma historia.

Pese a todo, Si Spencer plantea este experimento, que son cuatro, de una forma paradójicamente equilibrada entre las propuestas separadas y la historia única. No sólo es que sea consciente de que tiene a su lado dibujantes de diferentes y contundentes personalidades, sino que pese a un punto final de unión y un subtexto común, cada historia tiene su propia identidad, sus propios matices y tonos y hasta casi parecen escritos por personas distintas: una historia de terror victoriano, un noir en los 40, un policiaco en la actualidad y una especie de ciencia ficción en un muy peculiar postapocalipsis en 2050, con sus propias propuestas gráficas y narrativas. Es más, pese a que en la edición española toda la adaptación de la rotulación corre a cargo de Dolores Faraco, el resultado del que parte es de nuevo el de cuatro personas distintas trabajando en la edición USA en consonancia al planteamiento de cada línea. Incluso cuando hay una sola persona al color, hay un esfuerzo evidente por dotar cada parte de su propia paleta y textura.

Este tipo de experimento con con seis páginas de cada historia por capítulo, es por una parte un gancho para dejarnos con ganas, pero también francamente peligroso en cuanto que dispersa la atención del lector en una propuesta que ya en muchos puntos se presenta poco nítida, rocosa y sin demasiado espacio para ofrecer reclamos. Permite no obstante, en el lado bueno, ciertos juegos donde estas cuatro investigaciones se continúan unas de otras como una sola, incluso cuando suceden en distintos tiempos, a través de una serie de recursos de estilo bastante curiosos, rimas y encabalgamientos, pero también sugiriendo que tal vez el lector tenga que recurrir a un nivel más allá del argumental para resolver la historia.

Cadáveres - Dean Ormston

Sin embargo, una propuesta como esta, con un misterio conductor, tiene la tendencia a ser medida por la resolución final y si nos fijamos en el terreno puramente argumental, Cadáveres puede quedar un poco coja. Aprovecha el elemento fantástico para ponerse hacia el final un tanto surreal e invitarnos a resolver en otros planos, como el metafórico o de discurso, que parece interesar más a Spencer. La trama de investigación de los cadáveres y las naturalezas de cada hilo son al fin y al cabo una capa de presentación para hacer esa radiografía de estas cuatro épocas de su Inglaterra natal, lo que viene a ser a fin de cuentas la disección de una cultura focalizada en el varón heterosexual blanco protestante. Cada uno de los cuatro protagonistas investigadores tiene al menos un rasgo que lo separa de esta corriente dominante y nos sirven de vehículo para trasladarnos la idea de Spencer de que este tipo de discurso de odio es parte del ADN británico y que, por tanto, el otro, el diferente, la diversidad ha formado parte igualmente de éste de manera indisoluble.

Y tal vez el hecho de que tenga una adaptación de Netflix y este tipo de ideas nos pueden llevar a pensar en Cadáveres como una obra que se sube al carro de la modas, pero tengamos en cuenta que hablamos de un cómic de 2014, un momento en el que la polarización woke-antiwoke estaba por llegar. La implantación de Netflix en Europa estaba en pañales y aún quedaban 6 años para el brexit. Y es que por más que parezca un problema reciente, Cadáveres nos enseña que este tipo de fenómenos llevan existiendo en toda la cultura moderna británica — y no sólo británica —, por más que el mundo post 11S las acrecentara.

Cadáveres no es un cómic complaciente y requiere la voluntad del lector de comprar el juego que nos propone, más complejo, arriesgado y menos lineal que la versión televisiva. Sin embargo, gracias a que el cómic es cómic, permite llegar mucho más allá, plantear estéticas y despliegues narrativos mucho más extremos y despegar de la realidad hacia otro tipo de propuestas no tan convencionales… un poco lo que el sello Vertigo vino a darnos hace ya más de treinta años en otro mundo tal vez con mayor predisposición para este tipo de cosas.