Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Cable: Conquista

Cable: Conquista
Guion
James Robinson
Dibujo
Carlos Pacheco, Thony Silas y Yildiray Çinar
Tinta
Rafael Fonteriz, Thony Silas y Yildiray Çinar
Color
Jesús Aburtov, Federico Blee y Dono
Formato
Rústica con solapas. 128 páginas. Color
Precio
12,50€
Editorial
Panini Comics . 2018
Edición original
Cable #1-5 USA (Marvel)

Cuando hablamos de los años noventa y recurrimos al tópico fácil de los dientes apretados, las hombreras y los pistolones, estamos en realidad pensando en Cable y, en concreto, en la versión que nos dio su creador Rob Liefeld. Si nos ceñimos a la historia exacta, los créditos sobre su creación en The New Mutants #87 corresponden a Louise Simonson además de a Liefeld, pero la idea que ha trascendido es la del enfant terrible californiano, si acaso ayudado por Fabian Nicieza.

Son casi 30 los años que han pasado desde su creación y la cantidad de matices y autores que han desfilado por las distintas series dedicadas a Nathan Summers han añadido tantas facetas al personaje como autores implicados. Hemos conocido su pasado en el lejano futuro. Le hemos visto envuelto en mil embrollos temporales. Ha tenido etapas más apegado a la realidad y el espionaje o incluso ha protagonizado una serie de estilo Buddy movie con Masacre. Sin embargo, de algún modo y por buen hacer que hayan tenido autores como Joe Casey, Darko Macan, José Ladrönn, Ariel Olivetti o el mismo James Robinson que repite en este tomo, es esa idea de malencarado sargento de hierro del futuro que nos dejó Liefeld la que prevalece por encima de todo.

De algún modo, en Cable: Conquista, James Robinson, Carlos Pacheco y el resto de dibujantes parecen conscientes de todo esto. Intentan mirar (no sin cierta ironía) a esta esencia de tipo duro de peli de acción de los 80 tratando además de integrarla con el tono de aventura y viajes en el tiempo que también tiende a rodear al bueno de Nathan Summers. En este tomo nos contarán la carrera de nuestro protagonista por impedir que el villano Conquista se haga con los fragmentos de la Espada del Tiempo, escondidos en distintas épocas.

El viejo oeste, el Japón del periodo Muromachi, el Yucatán de los Mayas, la Rusia de los últimos días del zarismo o la África del cretácico serán algunos de los escenarios por los que se moverán tanto Cable como su antagonista, Conquista. Por el camino, Robinson nos irá dejando una serie de guiños al molonismo durezas de Cable en su entrada al Saloon en el oeste, enfrentándose con un cuchillo a un grupo de samuráis armados con katanas láser o guiando dinosaurios a la batalla. También tendremos grandes ideas como la procedencia de la Espada del Tiempo o la gran ciudad maya que casi parece salida de Blade Runner.

Sin embargo, todos estos guiños y hallazgos son tan sutiles, tan volátiles, que no terminan de determinar el tono que precisa esta historia, el tono que su creador Rob Liefeld halló (no sabemos muy bien si a propósito): molar a toda costa saltándose cualquier regla, hasta la más elemental. Es raro que el mismo Robinson deje guiños a esa idea y sin embargo queden tan diluidos. La profesionalidad y la mesura en el mejor sentido de la palabra son quizá rasgos demasiado afianzados al oficio de Robinson y Pacheco (siguiendo después Yildiray Çinar la estela del gaditano), pero termina quedando un un terreno excesivamente genérico en una historia que pedía muchos más excesos, mucho más de ese en tu cara que no entendía de coherencia ni solidez narrativa.

Del mismo modo que Robinson nos da un guión bien estructurado y repleto de oficio, al dibujo de Carlos Pacheco le sucede lo mismo. A estas alturas, poco podemos decir sobre el gaditano que no se haya dicho ya. El género de superhéroes que tanto disfruta tiene ya poco secretos para él y rarísima vez se le puede achacar alguna flaqueza. Sin embargo, para un personaje como Cable y más con la idea que parecen querer llevar a cabo en Cable: Conquista, se echa de menos tanto en guión como en dibujo algo menos académico, algo si acaso peor trabajado, pero con ese poochismo que de un modo primario se nos quedó arraigado a los que lo leímos en su día.

No puedo poner peros académicos al trabajo de Robinson y Pacheco en Cable: Conquista, pero quizá han perdido esa oportunidad de oro de reflexionar desde la perspectiva que da el tiempo sobre todo aquello que hizo de Cable en su día ese personaje inolvidable para bien o para mal.