Bueno, pues otra serie que finaliza. Con tan solo dos volúmenes, que incluyen las once grapas americanas originales, Kyle Higgins, Alec Siegel y Rod Reis nos han narrado las peripecias de C.O.W.L., el sindicado de superhéroes de una Chicago alternativa ambientada en los años sesenta.
Como comentaba en la anterior reseña, antes de la publicación de C.O.W.L. en España ya habíamos sabido de sus personajes gracias a que estos existían en formato de serie de televisión de culto dentro del mundo de «Radiant Black». De hecho, Nathan y Marshall, los protagonistas de dicha cabecera, no dudan en soltar referencias aquí y allí. Este hecho, unido a que Norma Editorial ha plantado el sello del Massive Universe en la contraportada me hicieron especular con la posibilidad de que en un futuro ambas ficciones llegarían a conectar. Pues bien, el propio Kyle Higgins en los comentarios de la reseña del primer volumen confirmó que C.O.W.L. no formaba parte de su universo de superhéroes. No hay más que hablar señoría.
Dicho esto, pasamos a centrarnos en “El bien común”, la historia con la que se cierra la colección de C.O.W.L., zanjando la huelga de superhéroes con la que se cerró “Principios de poder”. Desde el primer momento, Higgins y Siegel han conseguido llamar la atención del lector que se ha interesado por estos personajes de nuevo cuño. La adecuada mezcla de elementos que hace que la serie parezca un cruce entre la inmortal “Astro City” de Kurt Busiek y Brent Anderson y la mítica teleserie “Canción triste de Hill Street” ha demostrado funcionar muy bien, ofreciendo un cocktail en clave de thriller político con unas pinceladas de noir.
Hay superhéroes, claro. Y como estos están de huelga, pues tenemos supervillanos que vuelven a hacer de las suyas ante el vacío de poder. Uno de ellos, Doppler, da un mal rollo tremendo y la forma en la que Rod Reis muestra sus poderes sónicos y su uniforme (en especial su máscara) todavía más. Sin embargo, las peleas con poderes no pueden estar más en segundo plano, porque la historia te mantiene en vilo, deseando saber más sobre la mencionada huelga y te hace especular sobre posibles resoluciones.
Un elemento que funciona a la perfección en C.O.W.L. es el reflejo que se hace de la lucha obra real. La unión hace la fuerza y la única manera que tiene un colectivo de mejorar sus condiciones es manteniéndose juntos con la misma meta como objetivo. Ahora bien, al igual que debe pasar en nuestro mundo, siempre hay agendas e intereses ocultos. Siempre hay alguien que sale más beneficiado que los demás, y ese tipo de tejemanejes políticos quedan reflejados a la perfección en las páginas de “El bien común”.Pero no olvidemos, que cuando la mierda llega hasta las orejas, la verdad acaba saliendo a la luz.
En esencia, C.O.W.L. es un profundo drama humano que pende de un hilo, debatiéndose entre la decencia que supone hacer lo correcto y la doctrina del fin que justifica cualquier medio para su obtención. Una lucha en la sombra por el poder que solo puede saldarse de una manera. Una red de mentiras que se vuelve más intrincada con cada capítulo y que consigue que te bebas el tomo de una sentada.
“El bien común” cierra con un capítulo especial narrado en formato de flashback en el que los guionistas habituales se unen a Elsa Charretier para contar el origen del Cuervo Gris. Una verdadera gozada con un aire retro magníficamente ilustrado.
Pese a que la historia general queda bien cerrada, Kyle Higgins confirmó hace unos meses que C.O.W.L. volverá con una nueva miniserie dentro de poco. Una magnífica noticia.
A modo de extras se incluyen algunas fichas de personajes, páginas de bocetos o extractos del guion original de Siegel y Higgins.