Jefe. Multimillonario. Empresario sin igual. Gato. El único magnate que puede presumir de tener su propia caja de arena privada de ejecutivo y una lujosa mega gatera. El elegante Business Cat falta a sus citas por quedarse atrapado en árboles, manda correos durmiendo sobre el teclado, y pide que le dejen salir, luego entrar, y luego volver a salir.
Business Cat, o Gato Empresario, como se suele ver traducido al castellano en algunas webs es una tira cómica online que se publicó desde 2014 hasta septiembre de 2018, y cuya gracia consiste en ver a un alto ejecutivo de negocios comportándose como un gato porque… es un humano con cabeza de gato. Así, este gato antropomorfo que no desentonaría demasiado en el universo de Usagi Yojimbo se sienta en el regazo de sus empleados, regala animales muertos el día del amigo invisible y tiene una caja de arena en su cuarto de baño. Imaginaos una mezcla entre las tiras de Dilbert de Scott Adams y las de gatos de José Fonollosa, y podréis haceros una idea del tipo de humor que encontraréis en las páginas de Business Cat.
En realidad, para apreciar mejor el humor de Tom Fonder ayuda convivir o haber convivido con gatos. Porque recordemos que los gatos no tienen dueño, sino que nos permiten compartir la casa con ellos. Lo que empezó como un chiste publicado online que se acabó volviendo viral se ha convertido en un pequeño emporio mediático que ya comercializa ediciones en papel de las tiras, tazas, pins, etc. Business Cat se caracteriza por su dibujo caricaturesco sencillo pero que a la vez refleja perfectamente la personalidad de un gato doméstico, que traslada su comportamiento al ámbito de los negocios. Si tener un jefe cabrón ya nos hace la puñeta cada día, imaginaos que vuestro jefe se sienta encima de vuestro teclado y no os deja trabajar, o se te queda mirando fijamente en el baño mientras orinas. Pues a eso es a lo que se enfrentan cada día los empleados de Business Cat.
Descubriremos también la relación que une a Business Cat con su secretaria Janet fuera del horario laboral (no creo que el departamento de Recursos Humanos viera con buenos ojos cómo ella le rasca la barriga) y su amargo enfrentamiento con su rival Business Pug, un perro que es presidente de otra empresa, y que compite con Business Cat por el primer puesto en la lista Forbes de Mascotas de Negocios (el tercero en discordia es un cangrejo). En el mundo de Business Cat, a nadie le extraña que este alto ejecutivo tenga cabeza de gato, pero sí quedan sorprendidos y, en su mayoría, molestos, por su comportamiento, y esa manía de dejarles las perneras de los pantalones llenas de pelo. ¿Hay que brindar por el cierre de un lucrativo acuerdo comercial? Nada mejor que un buen blanco en cartón. Que no falte la leche. aunque se coma el presupuesto de la empresa.
Las tiras de Business Cat han llevado alegría a muchas oficinas durante la segunda mitad de esta década, al igual que lo hicieron las de Dilbert durante principios del presente siglo. Lástima que esta serie haya tenido una vida tan corta, porque nunca nos cansaríamos de ver a este gato comiendo de su plato en el suelo, incordiando a sus empleados y haciendo que le abran la puerta del despacho para quedarse sentado delante sin entrar. No por trabajar en una oficina va a dejar de comportarse como un gato. Esta recopilación de la Editorial Fandogamia es la primera de las dos que se han publicado en Reino Unido, dentro de su línea ADSL, y cuyas tiras se pueden también seguir en la propia web de la editorial. No obstante, si queréis hacer un curioso regalo a algún amante de los gatos, Business Cat es una apuesta segura.