Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Los buenos veranos Edición Integral

Los buenos veranos Edición Integral
Guion
Zidrou.
Dibujo
Jordi Lafebre.
Color
Jordi Lafebre, Mado Peña y Clémence Sapin.
Formato
Cartoné, 344 págs, color. 23,5x31 cm.
Precio
49€.
Editorial
Norma Editorial. 2023.
Edición original
Les beaux étés - Intégrale complète (Dargaud).

Zidrou y Jordi Lafebre… combinación infalible. Solo con leer estos dos nombres en la misma reseña ya es motivo de sobra para acudir a la tienda a comprar… lo que sea. Pero es que hoy reseñamos Los buenos veranos Edición Integral, y me atrevería a decir que, probablemente, estemos hablando de la mejor obra que han firmado ambos autores a lo largo de su carrera. Norma publica este tomo con los seis libros que han visto la luz hasta el momento, y que supone una oportunidad para recuperar la serie completa, con un considerable ahorro comparado con quien la hizo en su día tomo a tomo. Una obra con la que es difícil dejar de sonreír y cuya edición integral supone algunos cambios con respecto a la de libros independientes.


La serie narra las vacaciones de la familia Faldérault a lo largo de los años. En los seis libros que componen el tomo iremos saltando desde 1962 hasta 1980, lo cual nos permitirá ver cómo ha crecido la familia, los cambios que han experimentado a lo largo de los años en cuanto al aumento de la familia (de tres niños a cuatro y el novio de una de ellas) y cómo han ido creciendo cada uno de sus miembros, las propias transiciones en el trabajo de Pierre y Mado e incluso los propios conflictos que han tenido que superar en esos casi veinte años de convivencia. Cada libro está centrado en las vacaciones de un año concreto, con las particularidades que le iban sucediendo cada año: una rotura de parabrisas que obliga a parar unos días en una localidad rural hasta que les arreglen el coche, unas vacaciones con los suegros, o el descubrimiento de una cala de esas de ensueño son ejemplos de lo que podemos ver en cada uno de los álbumes.

Como decía, la edición integral tiene algunos cambios, y el más importante es el orden elegido para los libros. La edición por tomos iba dando saltos atrás y adelante en el tiempo, mientras que en esta el orden es cronológico, yendo desde 1962 hasta las vacaciones más tardías en el fin de la década de los setenta. Por raro que parezca, cada manera de haber leído la obra tiene sus propias ventajas e inconvenientes. Los que la leyeran en su edición salteada han tenido la oportunidad de disfrutar de los guiños que hay entre libro y libro, y recuperar referencias de tomos cronológicamente posteriores pero editados con anterioridad, pero por otro lado la edición cronológica da esa percepción de acompañar en el crecimiento de los niños y de ver la evolución de Pierre en su trabajo. Pierre es dibujante de cómics, y pasa de ser el asistente de un peso pesado de la BD a tomar su propio camino y encontrar el éxito tras fracasar una y otra vez en sus intentos de conseguir una serie estrella.


Leer la edición integral permite también cambiar algunos momentos en cuanto a su papel narrativo como una historia completa. Y pongo un ejemplo muy claro, que no resulta ningún spoiler porque la propia estructura de la serie ya nos hace saber dónde y cómo está la familia desde las primeras páginas de esta edición. El primer libro que se publicó de la serie fue Rumbo al sur, ambientado en 1972, que en este integral ocupa el capítulo cuarto. El capítulo cuarto es hasta cierto punto el capítulo intermedio, y en él tiene lugar una crisis matrimonial entre Pierre y Mado, algo que narrativamente tiene sentido, porque venimos de tres capítulos en los que estamos ante la familia perfecta que supera todas las adversidades en armonía y de manera conjunta. Y en los dos capítulos posteriores tenemos a los hijos mayores entrando en unas edades adolescentes/juveniles en los que cada uno pretende ir por su lado. Esa crisis es un punto de inflexión perfecto que los lectores por tomos… fue lo primero que leyeron puesto que fue el tomo número 1 de la serie. Cada lectura tiene sus propias ventajas, pero ambas maneras funcionan igual de bien.

Porque la capacidad que tiene Zidrou para mostrarnos la historia de esta familia es sobrecogedora. Cada personaje tiene una personalidad interesante y muy particular, que irá evolucionando con el paso del tiempo de una manera creíble. Las relaciones entre ellos nos retrotraen a la infancia y, por mucho que esta sea una familia casi perfecta que rezuma felicidad (y de las que estoy convencido que no existen), tiene muchos guiños que van a hacernos sentir identificados con ellos en algún momento. Y para ello, va incluyendo semillas, ganchos y gimmicks que se van repitiendo en cada tomo, creando una sensación de cotidianidad que hasta cierto punto nos hace sentirnos parte de la familia. Pero no solo brilla en la construcción y tridimensionalidad de los personajes, consigue en algunos capítulos crear una historia magnética sin que exista ningún conflicto. Me explico: lo que mueve las historias narrativamente son los conflictos (el marido que se va de casa por sorpresa, el cadáver que aparece misteriosamente, un rival en el trabajo que dificulta el ascenso…), y en este mismo tomo hay capítulos que son un claro ejemplo de cómo va moviendo la historia a través de estos conflictos. Pero es que hay otros en los que no existe ningún conflicto o son conflictos muy banales, y solo acompañamos a la familia Falderáult en sus vacaciones… ¡y no importa en lo más mínimo!


Y si hablamos de Zidrou no podemos dejar de lado a Jordi Lafebre. A estas alturas hablar del dibujante barcelonés es muy innecesario, porque ya conocemos su maravillosa técnica de obras como Carta Blanca o Lydie, pero es que la expresividad de la que dota aquí a cada personaje es impresionante, consiguiendo transmitir muchísimo más con una mirada que con cuatro cuadros de texto o diálogos. El capítulo que he citado en el que atraviesan la crisis… está repleto de gestos contenidos, silencios, miradas, manos que acompañan y muestran reacciones reconocibles y que dan sentido por completo a cómo transcurre la historia.

La edición de Norma incluye los seis libros junto con numerosos bocetos (a cuál más delicioso) de Lafebre y un listado con su código QR que dirige a una playlist de Spotify donde se encuentran todas las canciones que aparecen a lo largo de estas más de 300 páginas. Y este tomo integral… ¿incluye toda la serie o está abierta? Bueno, el título original de esta edición es Edición Integral completa, lo cual apaga un poco las esperanzas, aunque no hay una comunicación oficial de que la serie se de por finalizada, y años para poder llenar con nuevas historias tenemos muchos disponibles. Pero investigando para esta reseña llegué a un foro de BD donde un fan acérrimo de la serie decía que había coincidido en 2022 con Lafebre en una convención y le había comentado que no había planes para continuarla, y cada uno tenía proyectos propios por delante, aunque no se cerraban en banda a retomarla algún día. Crucemos los dedos.


En definitiva, Los buenos veranos Edición Integral es una obra que todo buen aficionado al cómic debería leer. Una historia costumbrista, de una familia a lo largo de los años, pero con un guion impecable, un dibujo que enamora y repleta de recursos visuales fascinantes, pequeños gags que te dejan con cara de bobo y unos personajes de los que es imposible no enamorarse. Leí una crítica una vez que decía que es una serie de una familia irrealmente feliz. Lo que buscamos con la lectura es precisamente evadirnos y soñar, y buscar la conexión a través de esos momentos de felicidad que todos hemos tenido seguro alguna vez. Como dicen en el propio cómic, nadie hace fotos de los momentos infelices de la vida, lo que nos llena de gozo es recordar los buenos momentos… y aferrarnos a ellos con fuerza. Los buenos veranos es una rotunda obra maestra sin paliativos.

Lo mejor: Guion, dibujo… ¡todo! Que la edición cronológica tenga sus propias ventajas e inconvenientes con respecto a la edición original.

Lo peor: La incertidumbre de no saber si volveremos a ver algún día a los Faldérault.