Los aficionados al Western estamos de enhorabuena en los últimos tiempos gracias a la labor de Norma Editorial, recuperando mediante integrales obras como La estrella del desierto o este Bouncer, de Alejandro Jodorowsky y Françoise Boucq.

Esta nueva edición integral llega diez años después de la anterior recopilación, que se encontraba completamente descatalogada. El material incluido es el mismo, es decir, los siete primeros volúmenes que dan forma al primer acto de la serie publicada por Les Humanoids entre los años 2001 a 2009. Destacar que hay cuatro volúmenes más de Bouncer publicados en fechas más recientes que esperemos no tarden en contar con su versión española.

Pero mejor entramos ya en faena y nos ponemos a hablar de este Bouncer, que nos deja ver la versión más accesible de Alejandro Jodorowsky que, para esta ocasión, se aleja de tebeos más exigentes como la saga del Incal o los Metabarones.

Bouncer. Un western en estado puro

El protagonista de Bouncer es el encargado de mantener el orden en el Saloon Inferno de Barro City (vamos, un segurata en toda regla), la típica población del oeste americano que fue colonizada con la intención de explotar sus recursos y que, una vez terminados, solo quedaron como habitantes aquellos que no tenían donde caerse muertos: los oportunistas, bandidos, putas, borrachos y demás elementos que no parecían tener cabida en las grandes ciudades y prósperas ciudades de los Estados Unidos de América.

Jodorowsky crea un personaje fascinante a todos los efectos. A Bouncer le falta un brazo, pero eso no impide que sea un fantástico tirador. Tampoco sabe leer o escribir, pero eso no le impide ser educado o tener modales. Pero si algo resalta de la personalidad de Bouncer es su sentido del deber, el honor y la justicia. Esto le llevará, en no pocas ocasiones, a enfrentarse con el sheriff de Barrio City y con muchos de sus principales habitantes.

Los autores ponen el foco en todas las historias que se cuentan a lo largo de tres grandes arcos argumentales en la figura de Bouncer. Todo lo que sucede en Barro City está relacionado de una forma u otra con él, lo que automáticamente le convierte en el tipo con más mala suerte y desgraciado del salvaje Oeste.

De esta forma, ya sea la búsqueda de un diamante legendario o bien la venganza del pueblo indio contra la ambición del pueblo blanco, el bueno de Bouncer estará en medio de todo con la única ayuda, en muchas ocasiones, de su puntería, su caballo y su perro medio idiota.

Cada álbum de los siete que componen este integral de Bouncer sirve también para revelar algo del pasado del protagonista y hacer gala de aquello de que el destino siempre tiene preparada una mala pasada. Cosas tan simples como el verdadero amor, la amistad, o la familia parece que le son negadas a nuestro pistolero manco. A veces es incluso excesivo, lo que acaba restando algún entero al guion, por resultar demasiado forzado o rocambolesco.

También podríamos decir que Jodorowsky patina en ocasiones a la hora de representar a las mujeres que se cruzan en la vida de Bouncer. No es capaz de dar con un término medio, pasando de la sumisión más total a toda una dominadora con ropa interior de cuero incluida.

Eso sí, menudo ritmo tiene este western. Las historias crudas y descarnadas transcurren a toda velocidad, enganchando a un lector que hace las veces de testigo ciego ante algunas escenas cuya violencia puede llegar incluso a hacer que apartemos la mirada del papel un momento. Desde luego que al salvaje Oeste no le llamaban salvaje de manera gratuita.

Leyendo esta obra no he podido evitar pensar en los grandes westerns dirigidos por Sergio Leone o en clásicos de John Ford como La Diligencia o especialmente Más corazón que odio. También hay cierta belleza estilística que evoca a filmes más modernos como Sin Perdón o incluso una mirada más melancólica de las llanuras como pasaba en Bailando con lobos.

Esto es gracias al maravilloso dibujo de Françoise Boucq (que ya trabajó con Jodorowsky en Cara de Ángel) que logra una ambientación que quita el aliento. Cierto es que sus caras muchas veces se parecen demasiadas unas a otras. No obstante esto queda suplido con sus otras virtudes. La principal es su dominio de la narrativa, dando como resultado de la misma unas planchas llenas de fuerza y dinamismo independientemente del tipo de escena.

De todas formas, lo que me gustaría destacar de Boucq es el trabajo que realiza con la ambientación, cuyo resultado hace que parezca que muchas veces estamos viendo alguna de las películas que he mencionado más arriba. Cada viñeta es una pequeña obra de arte que invita a sumergirse en sus detalles: Calles embarradas y sucias, ambientes decadentes en los bares, protagonistas desaliñados con dientes de oro… ya os hacéis una idea.

La edición de Norma Editorial viene presentada en un formato enorme (23,5×31), con papel de calidad de alto gramaje y encuadernación en cartoné. El precio de 49,95 € puede parecer excesivo, pero si tenemos en cuenta que tiene siete álbumes europeos y que estos salen a menos de diez euros por barba, pues es bastante ajustado.

Un tebeo trepidante y adictivo. De lo mejor que he leído en lo que va de año.

Arriba tenéis una playlist de bandas sonoras de westerns para amenizar la lectura de Bouncer.