¡Por fin tengo en mis manos El Bosque de los Suicidas de El Torres y Gabriel Hernández Walta! Cuando se publicó originalmente en 2011 de la mano de Dibbuks (a partir de la edición de IDW) lo dejé escapar. Un craso error por mi parte, pues esta circunstancia impidió que completase lo que me gusta llamar: primera trilogía de terror de El Torres. Dicha trilogía está formada por El Velo y por Las brujas de Westwood. Por supuesto, después llegaría Roman Ritual o Camisa de fuerza (ya de la mano de Amigo Cómics), tebeos geniales por supuesto. Pero mi espinita estaba ahí… hasta ahora.
Gracias a Karras he podido hacerme con esta reedición a un precio justo y competitivo. Digo esto porque la primera edición de El Bosque de los Suicidas ha llegado a tener precios cercanos a los cien euros en algunos mercados de segunda mano. Además, la edición de Karras parece un tebeo nuevo. Se han escaneado nuevamente los dibujos, se ha cambiado la rotulación, el coloreado… También se han modificado la distribución de los cuadros texto y los bocadillos de diálogo. Vamos, una restauración en 4K en toda regla.
Bienvenidos al Bosque de los Suicidas
La acción se sitúa, como no podía ser de otra forma, en Aokigahara, un bosque situado en las faldas del monte Fuji donde cada año van a suicidarse más de un centenar de personas. El bosque está plagado de carteles ofreciendo ayuda y de patrullas que tratan de evitar dicha circunstancia. Unos cimientos para que El Torres se luzca de lo lindo con su capacidad para crear historias donde el lirismo se mezcla con los escalofríos. Con una habilidad inusitada, el trío de personajes protagonistas quedan perfectamente representados en dos golpes de teclado.
Tenemos a Ryoko, guarda forestal del Bosque de los Suicidas, que además de realizar su trabajo con vocación, tiene una cuenta pendiente con tan onírico escenario. Pero sin duda, el protagonismo recae en Alain y Masami. Él, todo un gaijin en tierra extraña (quizás en parte una propia coña o metáfora de El Torres, que piensa en él mismo de esa manera al ser un guionista español en territorio Yankee). Ella, su novia Masami. La pareja rompe, ella muere y ahí comienza este trágico y perturbador relato de fantasmas.
El Torres y Gabriel Walta (la comunión de los autores es máxima, por lo que me es imposible pensar en una autoría individual de la obra) nos ofrecen un relato plagado de folklore asiático, de espíritus y fantasmas, que logra sorprender al más curtido y que en verdad parece sacado de las mentes de Junji Ito o de Koji Suzuki (el novelista original de Ringu). En el Bosque de los Suicidas todo encaja de tal manera que la última página, que os dejará tiesos, es el final perfecto de un rompecabezas del que los autores nos han ido dando cada parte según les iba dando en gana. Un juego a dos manos donde como lectores observamos fascinados cómo la historia va ganando en misterio, dramatismo e intensidad.
El ritmo lento que el tándem creativo imprime a la historia es como una fina neblina que empieza a la altura de los tobillos, que poco a poco va creciendo y cuando menos te lo esperas te ha envuelto, calado por completo y provocado unos buenos escalofríos. Y es que la ambientación creada de la nada por Gabriel Walta es algo al alcance de muy pocos: evocadora, mística, opresiva y agobiante, fantasmagórica… Pero siempre anclada en la realidad. Páginas con múltiples viñetas, que son toda una lección de narrativa, se van alternando con otras con splash pages (siempre espectaculares). No me extraña que este autor haya gozado del éxito y reconocimiento con series con Visión o Sentient. Todos los reconocimientos se me antojan pocos.
De verdad, hazte con El Bosque de los Suicidas, que de paso estarás apoyando a una editorial pequeña. Por mi parte, ahora me toca ponerme con la secuela y con lo último que ha hecho El Torres, Phantasmagoria.
Os dejamos con una pequeña playlist formada por canciones que de una forma u otra hablan del suicido.
Podéis haceros con El Bosque de los Suicidas en la web de Karras.