Saludos, mis muy queridos lectores. Hoy tenemos una preciosidad de tebeo. Que es es realidad una mezcla entre tebeo y libro ilustrado. Hoy hablaremos de Bolivar, de Sean Rubin.

No confundir con el otro Bolivar o el otro Rubin.

Como todavía estoy de vacaciones, empezaré con la reseña corta, a ver si le  cuela a los Altos Y Queridos Editores Supremos.

Hermoso, precioso, delicado, encantador,poético, adorable, maravillos, enternecedor…

Creo que ha quedado claro que me ha encantado. Pasemos ahora a la reseña larga, que no ha colado eso de decir que lo bueno si breve dos veces bueno.

(Editores explotadores… ehhh, no he dicho nada, circulen, por favor…).

Estamos ante una obra que fue finalista de los Eisner de 2018. Perdió ante esta otra obra, que no he leído.

Pues resulta que en Nueva York vive un dinosaurio. Sin meterse con nadie y dedicado a sus gustos, caprichos y sus cosas. Es el vecino perfecto.

Pero resulta que la jovencita vecina de al lado está convencida de que él es… bueno, un dinosaurio. Y de que eso debe salir a la luz.

Ya sabemos cómo se sentía Spiderman con aquellas vecinitas que tomaban el sol en la terraza…

¿Y por qué nadie sabe que hay un dinosaurio viviendo en Nueva York?

Porque todo el mundo vive centrado en sí mismo y sin pensar (para lo bueno y para lo malo) en los demás.

La obra es preciosa y poética. Es algo pensado para niños y para adultos. Para hijas y para madres. Para maestras y para alumnas.

A nivel de guión es, ya os lo he dicho, pura poesía. Sin olvidar poner algo de intriga.

¿Conseguirá la niña, con su mejor intención, demostrar que su vecino es un dinosaurio?

¿Seguirá Bolivar con su tranquila vida, sin meterse con nadie?

¿Qué hará la madre con las manías de su hija?

¿Y la profesora?

Rubin consigue que nos pongamos al mismo tiempo del lado de la niña y del vecino. Nos sorprendemos queriendo que pueda demostrar sus teorías mientras queremos que fracase en desenmascarar a Bolivar.

Los dos personajes son adorables y nos identificamos con ellos. Ella es la niña que éramos de jóvenes. Él es el dinosaurio tranquilo que somos de adultos.

Todo transcurre en un ambiente de realismo mágico. De fábula. Gaiman leería este libro y justo después se iría a cambiar a su padre por dos peces de colores.

Por cierto, mientras leía esta preciosidad de historia, pensaba en aquella niña que creció con una grieta temporal en su pared. Si hasta tienen escenas en un museo…

El dibujo es muy tranquilo. No es exactamente estático, pero tampoco tiene la acción y el movimiento de un tebeo de superhéroes. Relajado y lleno de detalles y pequeñas historias que podremos seguir o, mejor dicho, imaginar a partir de una imagen o dos

Podríais pensar que eso es un defecto de la historia. Podríais. Yo lo veo como el germen de miles de microrrelatos que un padre y un hijo desarrollarán juntos leyendo este libro.

Y por momentos, me ha recordado físicamente a aquel niño que jugaba con su tigre.

Quizás ya sabéis, mis queridos lectores, que los Torteros hacemos una selección de mejores cómics para nuestros gustos cada año. Posiblemente Bolivar no esté entre ellos. Eso es porque usamos un sistema de votaciones entre todos. Y  los demás se pierden leyendo cosas de pijameo y demás. Pero esta obra debería estar en todas las listas.  Es tan preciosa…

Un libro de esos que, sin razón ni lógica, cojemos de vez en cuando de nuestras estanterías y leelemos con una sonrisa idiota y feliz en nuestras caras.

La traducción ha sido realizada por Bárbara Azagra Rueda.

¿Por qué leer Bolivar?

Precioso, delicado, tierno, poético… Para todas las edades.

¿Por qué no leer Bolivar?

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