El ajedrez está de moda, es innegable. La magnífica serie Gambito de dama , de Netflix, «demostró» que un deporte tan estático como el ajedrez puede ser el vehículo para contar historias apasionantes y llenas de tensión. Y entrecomillo lo de «demostró» porque no fue la primera ni probablemente sea la última, pero reconozco que llegó en un buen momento, en el que pocos se acordaban del potencial del ajedrez, y además lo hizo muy bien. Pero la historia de la prodigiosa Beth Harmon tiene mucho de inspiración en la historia real de uno de los mayores maestros que ha tenido el ajedrez en Estados Unidos. Blanco y negro. Auge y caída de Bobby Fischer , editado por el sello Salamandra Graphic nos refresca la historia de este mito real.
Aunque el libro arranca ya con un Bobby Fischer de 12 años, y con su madre ya divorciada del físico alemán Hans-Gerhardt Fischer, ni se hace mención al punto en el que todas las biografías del ajedrecista coinciden: que el padre biológico fue el también físico, aunque húngaro, Paul Nemenyi, de quien se dice poseía una inteligencia matemática muy grande. La obra arranca con cómo llega el ajedrez a la vida del pequeño Bobby y cómo el presidente del Club de Ajedrez de Brooklyn, Carmine Nigro, asumió la tutela ajedrecista del niño, a pesar de la exigua situación económica de su madre. A partir de ahí, seguiremos la carrera de Fischer hasta su muerte, una carrera marcada por un comportamiento excéntrico y la lástima de no saber hasta dónde podía haber llegado el ajedrecista de no haber desaparecido de la competición oficial durante casi veinte años, una vez conquistado el título.
Fischer es una figura muy conocida en Estados Unidos, y ha sido objeto de adaptaciones como El caso Fischer , el documental Bobby Fischer contra el mundo , o mi preferida, que cuenta la historia de un niño que se resiste a seguir los pasos del campeón, En busca de Bobby Fischer . Es normal que en su país natal su fama trascienda incluso más allá de los aficionados al ajedrez, pues consiguió derrotar a los (en aquella época) enemigos rusos en su deporte estrella, y su hazaña se convirtió en un acto de patriotismo, más allá del mérito deportivo/intelectual. Como veréis, las similitudes con la miniserie de Netflix son muchas.
Esta obra está escrita por el alemán Julian Voloj y dibujada por el brasileño Wagner Willian. A Voloj lo conocemos en nuestro país, sobre todo, por su biografía de Joe Shuster, y también por la historia del nacimiento del hip-hop en los guetos neoyorquinos Ghetto Brother . Una vez más, vuelve a cambiar de dibujante y en esta ocasión se acompaña del brasileño Willian, que ha publicado varias obras en su país natal, aunque ninguna de ellas había llegado a España.
Voloj sigue en la línea de obras anteriores, con un tono estrictamente biográfico sin entrar en demasiados detalles, limitándose a plasmar hechos objetivos sin permitirse ningún tipo de licencia. Es probablemente lo que más rabia me ha dado de la obra, puesto que la vida de Fischer es suficientemente rica en matices como para, sin necesidad de emitir juicios de valor, dar algunos datos que permitan al propio lector sacar sus conclusiones. Me faltan datos de su familia, como he comentado antes, e igualmente algún dato más sobre su patología psiquiátrica. Cualquiera que haya curioseado un poco en la vida del ajedrecista puede ver, sin necesidad de ser psiquiatra, que Fischer tenía problemas importantes, con rasgos de personalidad obsesiva y un posible síndrome de Asperger, o cuando menos… un trastorno de ansiedad severo. En la obra, Voloj deja ver más a un niño caprichoso que a un enfermo mental, a pesar de que ya en sus últimos años sí muestra más esos rasgos paranoides que tuvo al final de su vida.
No obstante, me quedo con lo bueno del guión, que no es poco: un resumen conciso de la carrera de Fischer, que deja ver muy bien la brillante carrera de un jugador atípico, al que le costó entrar en el juego y cuyos comienzos no fueron nada fáciles. La gran rivalidad con el campeón mundial hasta entonces, Boris Spasski queda reflejada con justicia y un sentido del ritmo muy eficiente.
El dibujo de Willian es sencillo, heredero de otros grandes valedores del blanco y negro como Marcello Quintanilha o, salvando las distancias, los hermanos Fábio Moon y Gabriel Bá. Se trata de un dibujo sencillo, rico en planos medios o primeros planos, para dar peso a los diálogos y a los esfuerzos intelectuales del jugador de ajedrez. No obstante, me ha sorprendido cómo cambia continuamente de rejilla de viñetas, siendo muy escasas las veces que se repite en dos páginas diferentes, y cuando lo hace, generalmente es una estructura de 3×2 viñetas. Pero tiene varios recursos que me han parecido bastante interesantes, como el uso de textos en fondo negro alternando viñetas para simular el panel de ajedrez, el uso de la representación de jugadas en la mente de Fischer (convirtiendo su mundo en una partida continua) o esas viñetas seguidas de otra que se rompe en cuatro pequeñas viñetas detalle para acelerar o frenar el ritmo.
En definitiva, Blanco y negro. Auge y caída de Bobby Fischer es una obra que funciona muy bien y aprovecha la reciente popularidad del ajedrez para recordarnos a uno de sus mayores maestros y una persona realmente interesante. Otra obra más que juega a sacar dinamismo de un juego estático y consigue enganchar al lector que necesita saber cómo va a continuar la historia… aunque ya la conozca. Si eres aficionado al ajedrez es un must-have, pero si no lo eres tanto, y te gustan historias de ese tipo de genios con poco tacto en el trato humano pero al que hay que perdonar por su brillantez en el juego… vas a disfrutar de lo lindo esta obra.
Lo mejor: Muestra la historia de Fischer de una manera muy sintética y certera, sin perderse en detalles innecesarios. Algunos recursos de Willian.
Lo peor: Tal vez el exceso de síntesis en la selección de momentos de la biografía de Fischer deje alguna sombra sobre eventos que pudieron tener mucho peso en cómo era realmente el jugador.