Llega por fin el primer tomo de una serie limitada de 12 números que Astiberri ha decidido editar manteniendo la numeración de la serie principal por lo que, a pesar del subtítulo, se ha publicado como Black Hammer 5. El Renacer Parte I. Ya sabéis que la publicación de esta serie siempre se ha mantenido a base de miniseries o series limitadas, algunas consideradas como parte de la serie principal, y otras como spin-offs o series paralelas que se centran en personajes específicos. Pero Astiberri ha preferido, en pos de evitar confundir al lector y permitir tener claro el orden, mantener la numeración de lo que se puede considerar la serie raíz, aunque vaya acompañado de su correspondiente subtítulo que deja claro a qué serie pertenece.
Así, después de Orígenes Secretos y El suceso, que conformaban la primer serie de 13 números, vino La edad sombría con otros 12 números (en dos tomos), y ahora llega la serie con la que avanzamos 20 años en el tiempo y acompañaremos a una Lucy Weber, que en este tiempo ha abandonado la identidad de la nueva Martillo Negro y dedica su tiempo a su trabajo, su marido y sus dos hijos. Qué ha sucedido en estos años es algo que iremos descubriendo poco a poco cuando una brecha a otra dimensión se abra y Lucy se resista a retomar su identidad heroica para salvar al mundo.
Lemire se toma esta vuelta al universo Black Hammer con tranquilidad, dedicando el primer número a mostrar esa vida elegida por Lucy, lejos de los asuntos superheroicos, pero no por ello tan pacífica y satisfactoria como esperaba que hubiera sido, con un trabajo poco reconfortante, un matrimonio que no atraviesa su mejor momento y unos hijos adolescente y pre-adolescente que, como cualquier padre sabe de primera mano, es como tener dos sacos de hormonas rebeldes ante cualquier cosa que venga de sus progenitores.
Pero Lemire juega a introducir pequeños flashbacks que se irán desarrollando poco a poco, que irán dejando una luz cada vez mayor sobre qué ha sucedido y ha llevado a Lucy a tomar la decisión que tomó. En estos flashbacks recuperaremos a algunos personajes conocidos, como Revientacráneos, el Dr. Star Andromeda o algún que otro cameo que me reservo para no pisar todas las sorpresas. Lo que más me gusta de esta serie es cómo sigue explorando el concepto de legado, haciendo paralelismos entre esa adolescente rebelde a la que Lucy se ve incapaz de controlar con la que fue ella misma, y cómo resulta casi imposible compaginar una vida de superheroína con la de una madre de familia.
El dibujo del primer (y el tercer tomo) corre a cargo íntegramente de Caitlin Yarsky, una dibujante inglesa de la que no hemos podido ver ninguna otra obra suya en nuestro idioma, aunque no tardaremos en ver algunos de sus trabajos puesto que se encuentra realizando algunos números para DC. Su estilo es muy limpio, con un interesante manejo del lenguaje corporal que acompañado de su habilidad en las expresiones tanto corporales como faciales (qué ojeras más bien dibujadas) la convierten en uno de los grandes atractivos de esta serie. Yarsky es muy hábil en mostrar ese paralelismo entre el pasado y el presente y entre Lucy y su hija Rose.
En definitiva, Black Hammer 5. El Renacer Parte I es un nuevo inicio-del-fin de esta gran saga que ha construido Jeff Lemire. Con un gran salto en el tiempo y un rellenado de esos huecos a pequeñas dosis, que requieren que el lector participe activamente en dicho proceso, tal vez pueda resultar un poco lenta en este primer tomo para el lector que esperase que ese trepidante final de la serie anterior se mantuviese en el comienzo de esta. No obstante, creo que el gran fuerte de esta serie es lado humano del héroe, cuando se quita el traje y lo deja de lado, y cuando la heroína intenta mantener a su familia lejos de esa vida. Para mí, sigue siendo una enorme satisfacción seguir descubriendo nuevas facetas de un universo que no para de crecer y de adquirir volumen.
Lo mejor: La esfera que se toca en esta serie. Que a pesar de ser un universo-homenaje, tenga tanta capacidad de crecer y de mostrar nuevas líneas a explorar.
Lo peor: Puede dar una sensación (en mi opinión, errónea) de que baja el ritmo y se lo toma con calma.