Es curioso cómo en estos tiempos de incontables cadenas de streaming, ávidas de hacer series de TV de cualquier cosa, todavía no ha habido ninguna mente lúcida que decida inspirarse en el mundo del cómic para hacer una. Solo hay que echar un vistazo a las vidas de Bill Finger, Joe Shuster, Jack Kirby o Stan Lee para ver que se podría hacer una Mad Men, Tiempo de victoria o Halt and catch fire pero ambientado en los primeros tiempos del auge del cómic en EE.UU. De hecho, solo hay que ver lo que consiguió Howard Chaykin en su Hey kids! comics! para ver que el concepto tiene mucho potencial. Otro ejemplo lo tenemos en las biografías de autores emblemáticos que ha hecho el autor alemán Julian Voloj. Primero fue la del creador de Superman Joe Shuster, y ahora nos llega Bill Finger: A la sombra del mito, editada por Planeta Cómic.
Aunque a alguno le cueste creerlo, no fue hasta 2015 que DC aceptó acreditar a Bill Finger como co-creador de uno de los personajes que más dinero le ha proporcionado a la editorial. Voloj nos cuenta cómo llegó al mundo del cómic, conoció a Bob Kane y crearon el personaje, y a partir de ahí, el carisma del dibujante hizo que la todavía National Comics le diera la oportunidad de comenzar a publicar las aventuras de Batman en Detective Comics. Y si hay una figura que ha luchado y pujado porque se reconozca al guionista el lugar que merecía en la creación del personaje es la de Marc Nobleman, autor de Bill the Boy Wonder: The Secret Co-Creator of Batman. El autor pasó varios años recopilando información sobre el papel de Finger y por qué acabó muriendo en soledad sin el reconocimiento que merecía. Para ello, llegó a contactar con Athena Finger, la nieta del guionista, así como con buena parte de sus compañeros de trabajo.
Cuando Voloj se encontraba haciendo la biografía de Joe Shuster ya tenía en mente hacer algo parecido con Finger. Fue entonces cuando, en una convención en Nueva York, conoció de casualidad a la nieta del autor y supo del trabajo de Nobleman. Es por eso que decidió contar esta biografía desde el punto de vista del investigador, mostrando la odisea por la que pasó para recopilar la información y ser uno de los impulsores de que se reconociera por fin la labor de Finger en la creación de Batman. Para ello, tendremos el testimonio de algunos de los implicados pero también de otras figuras como Carmine Infantino o Irwin Hasen.
El guionista cuenta la historia sin hacer excesiva sangre, a pesar de lo fácil que sería contar la historia cebándose en lo miserable que fue Kane a la hora de negociar con las editoriales intentando ocultar el mérito, no solo de Finger o Jerry Robinson (creador original del personaje de Robin), sino también de los dibujantes que le hacían el trabajo anónimamente, como Lew Schwartz o Sheldon Moldoff. No lo oculta ni lo disculpa (aunque sí lo hacen algunos de los propios implicados), pero sí deja patente que al final de su vida, en su biografía acaba reconociendo públicamente el trabajo de su compañero. La obra también se centra en los problemas personales, tanto con sus relaciones sentimentales fallidas como por la difícil relación con su hijo Fred.
A diferencia de la biografía de Shuster, en esta tenemos de dibujante a Erez Zadok. El israelí no tiene demasiada experiencia y hace un dibujo amable, aunque poco potente. Cumple con solvencia su cometido de contar la historia del guionista, pero su esfuerzo por mostrarse fiel a los rostros reales acaba produciendo una exageración de los gestos y un tono que puede llegar a recordar los cómics biográficos de Bluewater. A diferencia de Thomas Campi, Zadok hace un trabajo más convencional, centrado en los hechos biográficos y en que el lector pueda identificar a algunos de los protagonistas en el presente y el pasado.
En definitiva, Bill Finger: A la sombra del mito es una obra muy bien planteada, que repasa perfectamente la vida de Bill Finger y cómo fue ignorado durante su carrera, sin ser reconocida su labor como creador de uno de los personajes más importantes de la historia del cómic, ni intelectualmente ni mucho menos económicamente. Contada desde el punto de vista de Marc Nobleman, probablemente el responsable de colocar el nombre del autor donde merecía, la obra va presentando su vida de manera paralela a los descubrimientos del investigador. Lectura muy entretenida que hace justicia con un autor que no consiguió ver recompensada su creatividad y muestra de manera minuciosa cómo funcionaban las editoriales en el segundo tercio del siglo XX.
Lo mejor: Una historia muy interesante, contada de un modo original.
Lo peor: El dibujo de Zadok se queda un poco corto.