En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra,
todo era confusión y no había nada en la tierra.
Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios
aleteaba sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
Génesis, 1:01-1:03
Según podemos leer en la descripción de la Creación con la que arranca el Génesis, primer libro tanto de la Torá judía como de la Biblia cristiana, al principio de todo, además de Dios, existen dos conceptos abstractos más: el Tiempo -que arranque el texto hablando de un principio implica que ya hay una ordenación cronológica de los acontecimientos- y la Oscuridad, entendida como la ausencia de luz, que no hace acto de presencia hasta que el Creador ordena su existencia en el tercer versículo. Sobre esta idea, entre otras, se cimenta Obertura, la obra con la que Neil Gaiman cierra definitivamente su gran obra maestra, Sandman. Y con esta idea nos responde a una de las grandes incógnitas que quedaron sin contestar en la serie original: el origen de los Eternos.
Que The Sandman es una de las grandes obras de la historia del cómic y que Neil Gaiman es uno de los mejores escritores que ha dado el medio en su dilatada historia es algo que se ha repetido ya hasta la saciedad. Quizás por ello, además de exploits editoriales varios más o menos afortunados, el propio creador ha ido volviendo a su obra periódicamente. Entre 1997 y 1999 con las historias cortas aparecidas en los especiales Al filo del invierno. En 1999, con la novela ilustrada Los cazadores de sueños. En 2003, con la novela gráfica Noches Eternas. Pero en algún momento había que darle un carpetazo definitivo a la serie. Ese momento llegó en 2013, veinticinco años después del arranque de la serie original y diecisiete después de su final, con el lanzamiento de Obertura, una serie limitada de seis números con la que Gaiman cierra la serie y simultáneamente la abre, dándole una estructura final comparable al símbolo del infinito que se ve en la portada.
¿Y qué es exactamente Obertura? Se ha dicho que es una precuela… y en cierto modo lo es, entendiendo el término como una secuela ambientada cronológicamente antes del principio de la obra principal. No es en absoluto un Tomo nº0 de Sandman: vuelve a lo largo de sus páginas sobre sucesos que se narran a lo largo de la serie principal, que hay que leer antes para poder contextualizar correctamente. No por los spoilers, sino porque sin tener bien interiorizada la serie principal hay pequeñas frases y escenas que se pasarán por encima, pero sabiendo lo que nos está contando nos estremecerán. El propio Neil Gaiman dice en la introducción del tomo que el punto en el que hay que leer Obertura es después de Noches Eternas. Teniendo en cuenta que una estrella tiene una importancia crucial en la trama de esta historia, al menos la historia de Sueño ilustrada por Miguelanxo Prado es una lectura previa imprescindible. También se puede leer al final del todo, después de Cazadores de sueños y Muerte.
En cierto modo, Obertura me ha recordado a una idea que flota por encima del libro La historia interminable de Michael Ende: «esa es otra historia y será contada en otra ocasión». Sandman es una historia sobre las historias, sobre el Reino de las historias, y muchas de ellas habían quedado simplemente insinuadas, perfiladas con dos pinceladas superficiales. Tampoco es que hiciera falta mucho más, dado que de todas ellas sabíamos lo suficiente para que cumplieran su papel en la trama general. Pero seguro que más de un lector se preguntó qué ocurrió con aquél primer vórtice del que se habla en La casa de muñecas. O quién es Alianora, de Juego a ser tú, y cuál fue su historia. Por supuesto, de dónde vienen los Eternos. Vemos también que Un sueño de un millar de gatos tenía mucha más importancia de la que aparentaba. Y la gran pregunta: ¿en qué circunstancias un simple humano puede invocar y atrapar a uno de los conceptos que dan forma a la Creación? A todas ellas, y a alguna más, se da respuesta en esta serie. Hasta conoceremos un imprevisto trasfondo de la frase «Yo soy Esperanza», uno de los puntos álgidos de Preludios y nocturnos.
Y tan importante como el qué es el cómo. El Neil Gaiman que escribe Obertura tiene veinticinco años más de experiencia, vital y profesional, que el veinteañero que empieza Sandman dos años después de Casos Violentos, tan solo un año después de desembarcar en el mercado americano. Y se nota. Obertura es una historia mucho más compleja, conceptual y formalmente, que todos los volúmenes anteriores de la serie. Estamos, sin duda, ante el trabajo más literario del autor en este medio al que ya sólo vuleve ocasionalmente, un trabajo que requiere por parte del lector una lectura activa. Obertura no es una lectura por la que dejarse llevar. Hay que sumergirse conscientemente en ella.
Y no olvidemos que, aunque haga años que Gaiman está entregado casi por completo a la prosa, el cómic es un medio mixto, y el apartado gráfico es tan importante como el guion. Siempre se ha dicho que, salvo en contadísimas ocasiones, los dibujantes de Sandman han sido el punto más flojo de la serie… hasta que ha llegado J. H. Williams III a disputarle a P. Craig Russell el título de mejor ilustrador de Sandman. Cuando se nombra a Williams, lo primero que viene a la cabeza es su trabajo en Promethea de Alan Moore, obra con la que Sandman tiene bastantes similitudes conceptuales. Y al igual que ocurre con Neil Gaiman, el J.H. Williams III que empieza Obertura tiene catorce años más de experiencia que el que empieza Promethea y se nota. Recurre aquí a experimientos gráficos mucho más arriesgados que en la obra de Moore, y sale mucho más airoso. Y aunque los planteamientos de página que hace sean tremendamente complejos -Obertura está plagada de dobles splash pages en las que la historia no avanza linealmente- la lectura es fluida. Esto es, de nuevo, con una lectura activa por parte del lector.
Esta edición dentro de la nueva Biblioteca Sandman de ECC traduce la edición 30 aniversario americana, teniendo la misma portada y las más de cincuenta páginas de extras, entre las que tenemos textos de Neil Gaiman y Dave McKean, entrevistas a todos los implicados en la creación de esta historia, bocetos, y demás típicos añadidos de ediciones especiales de obras especialmente memorables. En este caso, sin ser material imprescindible para la comprensión de la historia recién leída, aporta una interesante cantidad de información sobre el proceso creativo que va más allá de las típicas portadas alternativas que sólo sirven para engordar el tomo.
La sensación que nos ha dejado Obertura es de cierre y de principio, de bienvenida a la vuelta de una de las mejores historias que ha dado el medio, y a la vez de despedida definitiva. Porque aunque sería posible volver sobre este mundo -el reino de las historias es infinito-, la historia del Sueño está cerrada por su principio y por su final a la vez, convertida así en un anillete. Un ánulo, para los lectores más veteranos. No tendría sentido volver a una historia tan impecablemente concluida. Porque, podemos decir tranquilamente, que Obertura es, en su complejidad conceptual, gráfica y literaria, un colofón de oro para una historia ya perfecta, en la que su creador ha conseguido superarse a sí mismo entregando el que posiblemente es el mejor arco argumental de toda la serie.
Y, así, empieza.