Se dice frecuentemente, y con razón, que cuando un cómic surge por algún tipo de inquietud artística de alguno de sus creadores, la probabilidad de que sea una buena obra es mucho más alta que si se hace con una motivación meramente comercial o de encargo. Los Vengadores surge como un cómic del segundo grupo: un lugar donde reunirse los principales héroes del recién nacido Universo Marvel a imagen y semejanza de lo que la Distinguida Competencia estaba haciendo desde tiempo atrás en la Liga de la Justicia. Además, uno de sus creadores, Jack Kirby, abandonó la serie a los pocos meses de empezar. Tras varios cambios tanto en los lápices como en la máquina de escribir, en Biblioteca Marvel Los Vengadores 7 debuta por fin el equipo creativo que llevaría a la serie a ser una de las principales series de la editorial después de haber empezado como una de las más olvidables. Demos la bienvenida a la pareja artística formada por Roy Thomas y John Buscema.

Pero no nos dejemos llevar por la emoción todavía: Roy Thomas es aún un guionista totalmente novato a estas alturas. Cuando entra en Vengadores hace tan solo un año de sus primeros guiones, para series como Modelling with Millie o Patsy and Hedy, y poco más de seis meses que ha empezado a escribir superhéroes. Se nota que está muy influido aún en su forma de escribir por su maestro Stan Lee, y aún está muy lejos de ser el autor que nos fascinaría pocos años más tarde en Conan el Bárbaro. Thomas es uno de los guionistas más representativos de la Edad de Bronce, pero tiene sus primeros trabajos en los últimos años de la de Plata. Aún así, se aprecia ya en este tomo que, aunque la estructura de los números es esencialmente la misma que veíamos en los meses anteriores, se aprecia que hay pinceladas de ideas diferentes, que veríamos ya en entregas sucesivas.

También tenemos a otro casi debutante en el género a los lápices. Tras varios años con Don Heck (que aún dibuja los primeros cuatro números de este tomo), un autor con algún acierto puntual pero que no terminaba de darle a la serie la fuerza que necesitaba, damos la bienvenida a John Buscema, que tiene aquí su primer trabajo largo en los superhéroes de Marvel tras un par de números de Hulk y uno de Nick Furia. Lo primero que notamos en la llegada de Big John es un cambio en el enfoque gráfico de la serie: tiene una inspiración clara en cómo hacía las cosas Jack Kirby, figuras mastodónticas y escenas de acción llenas de fuerza, siendo esto último quizás el punto en el que más flojeaba Heck. Pero aún no tenemos por aquí a Buscema en plenitud de fuerza: sus lápices son entintados por George Roussos bajo el alias de George Bell y no le terminan de sentar bien, y además tiene una planificación de página un tanto caótica en algunos momentos. Aún tendremos que esperar un par de tomos para llegar a tener a John Buscema en toda su gloria.

En el plano argumental, tenemos un par de detalles que destacar. Por un lado, por presión editorial se prohibe a Thomas usar de forma regular a los tres principales personajes de la editorial, el Capitán América, Iron Man y Thor, pensando que la presencia de estos personajes en el título grupal disminuiría las ventas de sus series individuales. Así, el grupo que veremos en estas páginas está formado por la Bruja Escarlata, Mercurio, Ojo de Halcón, la Avispa y Goliat, con la presencia recurrente de Hércules, un personaje que había sido presentado recientemente en la serie Thor y que tendría en Vengadores una de las series en las que más a menudo se le vería. Como personaje recurrente tenemos también a la Viuda Negra, que empieza aquí su larga colaboración con S.H.I.E.L.D. y con la que dejaría de ser el personaje plano que es en su creación.

Los antagonistas a los que se enfrenta el grupo son variados pero de bajo interés todavía. Terminamos la historia de los Ultroides que empezó en la anterior entrega, y pasarán por aquí personajes heredados de otras series de la editorial como Ares y la Encantadora (de Thor), Diablo, el Hombre Dragón y el Pensador Loco (de los 4F) con su Triunvirato del Terror al que Thomas autohomenajearía años después en Conan, y Namor, que por entonces compartía la cabecera Tales to Astonish con Hulk.

La portada elegida para este tomo es… curiosa. Dibujada por Gil Kane en un trabajo no precisamente inspirado, es bastante feota, con una cara de Hércules que no termina de entrar, pero también hay que reconocer que es una de las más icónicas que tiene la serie en la época, siendo también la elegida por Marvel para el correspondiente Masterworks, así que nada que objetar.

Si bien es cierto que esperábamos que la llegada de Thomas y Buscema fuera un revulsivo para la serie, lo único que notamos aquí -de momento- son breves retazos de mejoría. Pero por poca mejoría que sea, ya es una alegría para los lectores de una serie que llevaba tiempo anclada en la mediocridad.