Con Biblioteca Marvel Los Vengadores 4 se cumplen ya cuarenta y un tomos de la nueva BM de Panini. A ciento sesenta páginas por tomo llevamos ya más de seis mil quinientas páginas. Y en este tomo llegamos ya a 1966, cinco años después del origen del Universo Marvel. Parece que fue ayer cuando empezó esta línea, pero la cantidad de material editado en ella es apabullante. Vamos a ver qué nos encontramos en este tomo, que cubre la segunda mitad del segundo año de la serie de los Héroes Más Poderosos de la Tierra.
No se le escapa a nadie que una serie que ve la luz a principios de la Edad de Plata y sobre un grupo que reúne en sus filas a los principales héroes de un cosmos superheroico está claramente inspirada en la Liga de la Justicia, de la por entonces principal editorial de superhéroes del mercado, DC. Muchas de las series de los primeros tiempos de Marvel transitan por el camino abierto por la competencia más de dos décadas atrás, pero también es cierto que en Marvel no se limitan a copiar lo que habían hecho en la acera de enfrente, intentando dar una cierta personalidad a sus publicaciones. Y en particular, Los Vengadores es una serie en la que el cambio es una constante en estos primeros tiempos. Al año y medio, no queda en el grupo ninguno de sus fundadores. Han pasado por aquí villanos de las colecciones individuales de sus miembros, se han tomado algunos prestados de otras series, e incluso se han creado algunos ex profeso para esta colección. Se le pueden acusar de mil cosas a Stan Lee y serían las mil ciertas, pero como editor tenía clarísima la idea de un universo compartido y la tenemos presente de forma constante.
El problema es que quien mucho abarca poco aprieta, y era prácticamente imposible coordinar todas las series y escribir más de diez títulos al mes, motivo por el cual surge el «Método Marvel»: Lee entregaba un escueto argumento al dibujante (a veces, ni siquiera eso), que corría con la responsabilidad de todo el guión técnico o de repartir de forma equilibrada las páginas entre momentos de acción, otros más calmados y dejar espacio para la definición de personajes. Y cuando se apoyaba para estos trabajos en titanes de la talla de Jack Kirby o Steve Ditko, todo salía bien. Pero el número de publicaciones de la editorial era tan extenso que ni siquiera el mismísimo Rey daba a basto, con lo que había que apoyarse en otros artistas. Uno de ellos era Don Heck, que se encargaba principalmente de Iron Man y Vengadores… y, claro, no es lo mismo.
Si bien es cierto que se nota que Jack Kirby no estaba especialmente interesado en esta serie (junto con X-Men, son posiblemente las series en las que menos esfuerzo se le aprecia, estando en ambas a un nivel muy inferior a 4F o Capitán América), era un autor con una fuerza innata, tanto en su composición como en su narrativa, e incluso en su trazo, que Don Heck ni huele. Sí es cierto que se le nota algo mejor que en el tomo anterior, en buena parte gracias a las tintas de Wally Wood o John Romita, pero en una serie que debería representar la reunión adrenalínica de los greatest hits de la editorial nos encontramos con un arte que no pasa de correcto sin la potencia del artista original. Pero además, se aprecia en este número un cierto piloto automático en el plano argumental.
Sí, tenemos momentos de creación de personajes nuevos, pero ya no son tan frecuentes ni tan fascinantes. En los primeros tiempos de la editorial, las publicaciones alternaban tres enfoques: reutilizar una y otra vez los escasos villanos que tenían creados, presentar villanos genéricos como los malvados militares comunistas que aparecían constantemente aquí y allá, o intentar crear personajes nuevos, alguno de los cuales caían en el más absoluto de los olvidos y otros, en cambio, pasaban a la historia. En esta Biblioteca Marvel Los Vengadores 4 debutan el Espadachín, Power Man (el primero, el que actualmente es conocido como Atlas y pasó por los Thunderbolts) y, en el último par de números, en los que vuelve a aparecer Kang, tenemos la primera aparición de Ravonna. Reutilizando conceptos, tenemos por aquí la primera aparición del Mandarín fuera de la serie de Iron Man, y se nos cuenta con un poco más de detalle el origen de Ojo de Halcón. Lo dicho, no tenemos ningún número que resulte ofensivo en su ejecución, pero tampoco hay ningún momento especialmente brillante. Si acaso, el mayor interés es la primera aparición del Espadachín, un personaje que tendría una importancia notable diez años después, en uno de los puntos álgidos de la larga historia de Los Vengadores, la Saga de la Madonna Celestial.
Aún nos quedan un par de tomos con el equipo creativo de Stan Lee y Don Heck, con alguna primera aparición de personajes clave de la editorial pero con un nivel aún muy por debajo de lo que la serie llegaría a ser. Pero para el séptimo tomo de esta colección entrará a los guiones Roy Thomas y ahí es cuando la serie realmente despega.