Pasados casi dos años de la creación del Universo Marvel, en 1963 empezó a llegar una nueva oleada de títulos. A los ya asentados Cuatro Fantásticos, Spideman y Hulk, yendo viento en popa los seriales de Hombre Hormiga, Iron Man y Thor en colecciones de historias cortas, vinieron a unirse en la segunda mitad del año dos personajes nuevos, Nick Furia y el Doctor Extraño, y dos grupos que acabarían por convertirse en sendos pilares de la editorial, pese a sus inicios titubeantes. Con fecha de portada de septiembre, debutaron The X-Men y Avengers, de la que tenemos los primeros seis números en Biblioteca Marvel Los Vengadores 1.
Cuenta Stan Lee en un artículo publicado en el primer Marvel Masterworks del grupo que la idea de Los Vengadores surge cuando se dieron cuenta de que los números que mejor feedback tenían de las colecciones que ya estaban publicando eran los que tenían la visita de un personaje de otra serie de la editorial, y que interpretando que a los lectores de la época parecían gustarle ese tipo de cruces, decidieron lanzar al mercado una nueva serie con un equipo permanente. Y aunque puede que hubiera algo de cierto en todo ello -ya sabemos que las mayores historias de ficción que escribió Stan Lee fueron su propio personaje y la historia de los primeros tiempos de la editorial- no hay que perder de vista que tres años antes DC había lanzado al mercado una serie con los primeras espadas de la editorial formando equipo, la Liga de la Justicia, que a su vez era una actualización de la Sociedad de la Justicia de la Edad de Oro.
Sea como sea, los equipos de personajes importantes es algo que siempre ha gustado al lector de superhéroes. El tema es que en estos primerísimos tiempos de Marvel, no es que tuvieran una gran cantidad de personajes disponibles. No hay que perder de vista que en estos primeros tomos de Biblioteca Marvel estamos asistiendo a la creación de todo un cosmos de ficción, y la primera alineación de Los Vengadores se obtiene casi por descarte: Los Cuatro Fantásticos eran un equipo en sí mismo, Spiderman era un héroe solitario y salvo los personajes que acababan de debutar, quedaban Thor, Iron Man, El Hombre Hormiga, La Avispa y Hulk, Con los villanos pasaba algo parecido: Hulk no había tenido ningún villano recurrente en su corta vida editorial, al igual que pasaba con el Hombre Hormiga e Iron Man, cuyo primer villano clásico, la Dinamo Carmesí, debutaría poco después del lanzamiento de Los Vengadores. Así que solo había dos opciones para la amenaza que haría que los héroes unieran sus fuerzas si no se quería recurrir a un personaje de nuevo cuño. Por un lado, estaban los comunistas soviéticos, recurrentes por la época. Y por otro, Loki. La elección era obvia.
En el primer número (de seis) de Biblioteca Marvel Los Vengadores 1 vemos la fundación del grupo, que ocurre casi por azar. Loki utiliza a Hulk para tenderle una trampa a Thor, pero acaba atrayendo, además de a su hermanastro, a Iron Man, el Hombre Hormiga y la Avispa, además de al propio Hulk. En tan solo veintidós páginas se plantea y resuelve la historia, y los héroes deciden seguir colaborando para prevenir amenazas futuras. En el resto del tomo, nos encontraremos con el Fantasma del espacio, Namor, importado de la serie de los 4F, junto a Hulk que ya está fuera del grupo, Vuk el D’Bari -un personaje de la raza que vimos aniquilada por Fénix Oscura años después-, los Hombres de lava que habíamos visto en Thor, y los Señores del mal del Barón Zemo.
Hay series de los primeros tiempos de Marvel que empiezan como un tiro desde prácticamente su primer número (podríamos hablar de Doctor Extraño y Spiderman), otras que tardan unos números en despegar (Cuatro Fantásticos y Thor, por ejemplo) y otras con unos principios bastante olvidables. Los Vengadores es de estas últimas. El valor que tiene este tomo es meramente histórico, de contextualización de orígenes, y sólo tiene dos momentos destacables. Uno de ellos, el cuarto número, con la recuperación del Capitán América para la Silver Age, y el otro es la creación del Barón Zemo y los Señores del Mal, una coalición de villanos que, con alineación variable, sobreviviría al paso de las décadas.
Así como en otras series se aprecia un interés artístico por parte del dibujante, aquí se aprecia un Jack Kirby desganado, que no se esfuerza demasiado. Ni vemos las composiciones de página fascinantes que apreciamos en otras series, ni se aprecia salvo en momentos puntuales el espectacular dinamismo del autor, y además tenemos una buena cantidad de viñetas con una total ausencia de fondos. No ayuda tampoco el hecho de que a lo largo de estos seis primeros números pasen nada menos que cuatro entintadores. El colorista original, Stan Goldberg, no aparece acreditado en ninguna parte del tomo de Panini, del mismo modo que ocurre con el restaurador Michael Kelleher & Kellustration.
Y si Kirby no está especialmente inspirado en estos números, qué decir de la labor de Stan Lee. Sus textos en algunos momentos llegan a ser sonrojantes («Don Blake, el lisiado y apacible sanador de heridos y enfermos»), pero incluso en su labor de coordinador y editor se aprecia dejadez. En dos momentos distintos del tomo se confunde con el alter ego de Hulk, llamándole en un momento Don Blake y en otro Bob Banner. Además, se aprecia el tradicional machismo en las publicaciones de la época, pero en particular la relación entre Hank Pym y Janet Van Dyne bordea el maltrato, si no es que cruza directamente la línea.
Se completa el tomo con dos textos de Stan Lee, de 1975 y 1988, una cronología de acontecimientos de la época y dos páginas de cartas a la redacción de la época, con preguntas tan apasionantes como si es más fuerte Hulk o Thor. Hay lectores a los que este material les resulta interesante -no me encuentro entre ellos-, pero nos encontramos con curiosidades como una carta del artista Alan Weiss, que siete años después comenzaría a publicar profesionalmente en Creepy.
Si estuviéramos ante una colección mensual nueva, el nivel de estos primeros números no llegaría a justificar seguir leyéndola. Pero visto con la perspectiva que nos dan los casi sesenta años que han pasado desde el primer número americano, hay que decir que el segundo tomo empieza a mejorar, y que en el tercero la serie ya coge ritmo con el cambio de alineación del número 16 americano, en el que abandonan el grupo todos los miembros originales. En el número 35, con la entrada a los guiones de Roy Thomas, despega. Y en el 41, con la llegada de John Buscema como dibujante regular, se convierte en uno de los mejores títulos de la Marvel de los 60. Estamos ante una serie con unos principios no precisamente inspirados, pero que no para de mejorar desde prácticamente el primer momento. Este es un tomo que necesita una paciencia que será recompensada con creces.