Cuando Panini Cómics anunció su nueva versión de la mítica Biblioteca Marvel (cuya primera aventura editorial comenzó en enero de 1999) uno sabía a lo que se enfrentaba. Por un lado estarían las sensacionales primeras etapas de series como “Los 4 Fantásticos”, “Spiderman” o “Doctor Extraño” y por otro tendríamos series cuyos pilares son mucho más endebles, pero no por ello carentes de interés. En este segundo grupo estaría “La Patrulla-X”, de cuyo segundo volumen comenzamos a hablar ya mismo.
La quinta entrega de “Biblioteca Marvel La Patrulla-X” incluye los números 24 a 29 de la colección original americana publicados en 1967. Al título todavía le faltaba algún tiempo para pasar a publicarse de manera bimestral. Esta no sería la única medida, pues llegó un momento, como bien sabéis, que la serie pasó a albergar reediciones en lugar de ofrecer aventuras nuevas.
Y lo cierto es que, leyendo estos episodios, se entiende perfectamente que pasará lo indicado más arriba. Antes que nada, reconozco que me lo he pasado bien con este puñado de aventuras pero soy consciente de que se trata de café para muy cafeteros. Los guiones de Roy Thomas están muy lejos de ser consistentes. El jovencísimo guionista no parecía tener claro en ningún momento la dirección que debía tener una serie como “La Patrulla-X”, que estaba protagonizada por chavales, pero cuyos protagonistas rara vez lo parecían.
Tampoco ayudó que el dibujo de Werner Roth, que para nada era un mal artista, no fuera tan espectacular o virtuoso como el de John Romita, Jack Kirby o Steve Dikto. Si a esto le añadimos la mencionada falta de dirección es normal que el público acabará decantándose por otras alternativas que ofrecía el incipiente y flamante nuevo Universo Marvel.
Sea como fuere, este tomo incluye algunas curiosidades dignas de mención. Para empezar, la primera historia enfrenta a la Patrulla-X contra un nuevo enemigo llamado la Langosta. Y sí, es lo que parece. Es decir, un tipo vestido de langosta que controla a esos insectos y los muta para que sean enormes. Particularmente, creo que es un número muy bueno, ya que más que una historia de superhéroes es una carta de amor, un homenaje, a las películas de ciencia ficción de los años cincuenta en las que multitud de bichos gigantes asolaban a la humanidad como consecuencia de la radioactividad atómica. Muy disfrutable.
También es destacable asistir al debut de Banshee o de Ogro y Factor 3, su organización. Los lectores de Thunderbolts recordaréis a este personaje porque fue rescatado del ostracismo por Fabián Nicieza. Dicha organización será la protagonista del mayor argumento de la etapa de Roy Thomas, que veremos como se desarrolla en toda su amplitud en próximas entregas.
A nivel de curiosidad resulta simpática, aunque no deja de ser una cagada más del guion, la incorporación efímera de un nuevo miembro al equipo mutante que tan pronto se une como abandona las filas de la Patrulla-X. Decisiones peregrinas que no ayudan a la percepción que se pueda tener de esta cabecera.
Por no hacer más leña del árbol caído no voy a entrar demasiado en la excesiva verborrea que tienen todos los personajes de la serie desde que son escritos por Roy Thomas. Un hecho que lastra notablemente el ritmo de lectura.
Veremos qué nos depara el bueno de Roy Thomas en la siguiente entrega el próximo mes de noviembre.
Como viene siendo habitual, la sección de extras se nutre de las secciones de correo de los lectores originales, publicidades de la época, reproducción de páginas sin entintar o la sección “La Era Marvel” de Lidia Castillo.