Quienes estén siguiendo unas cuantas Bibliotecas Marvel se habrán percatado de que hay personajes que contaron más suerte, mejores historias o mayor inspiración de sus autores que otros. Series como “Los 4 Fantásticos”, “Spiderman” o “Doctor Extraño” comenzaron como un tiro desde el principio. Por contra otras como “Hulk”, “Los Vengadores” o “La Patrulla-X” tardan algo más en pillar rodaje. Por supuesto, en esta afirmación hay un gran componente subjetivo y, aunque personalmente he disfrutado de todas las entregas, creo que en este tercer número es donde La Patrulla-X empieza a mostrar unas cartas que conducirán a la grandeza del título en años venideros.
Cambios estructurales en la Patrulla-X
Este tercer volumen incluye los números trece a diecisiete. Cinco capítulos trascendentales por varios motivos. El primero es que Jack Kirby, saturado de trabajo, abandonó el título dejando abocetados los números. La faena fue rematada por los míticos Alex Toth (que no tardó en centrarse en el campo de la animación) y Werner Roth (firmando bajo el seudónimo de Jay Gavin) con las robustas tintas de Dick Ayers para rematar.
La forma de contar historias también evoluciona. Se abandona casi por completo la fórmula de episodios autoconclusivos para abordar la narración de las peripecias de la Patrulla-X en argumentos que se continúan de un número a otro. Esto condujo al título a ganar muchos enteros a nivel de guion, coincidiendo con la modificación de la periodicidad del título en Estados Unidos, que pasó a publicarse de manera mensual.
La primera aventura nos presenta a Juggernaut, un villano que contó con un diseño imponente “made in Kirby”. A lo largo de dos números, el equipo creativo nos muestra que aquello de “Nada puede detener al Juggernaut”. Es la máxima del personaje desde su primera aparición. Tenemos dos números repletos de acción y tensión, donde los jóvenes mutis se enfrentan a un oponente que parece ser muy superior a ellos en todos los aspectos. Destaca también la original forma de narrar la historia en dos tiempos, pues mientras presenciamos el asedio, Xavier nos relata en forma de flashback el origen de su mala relación con su hermanastro.
En estos números hay también un gazapo de lo más divertido y/o sonrojante (elijan ustedes con qué opción se quedan) pues supuestamente Xavier presenta en sociedad a Cerebro. Esto estaría muy bien si no hubiera pasado unos cuantos meses antes en el número siete (Biblioteca Marvel La Patrulla-X 2). Stan Lee siempre ha presumido de tener mala memoria, pero coño, esto es demasiado cantoso.
Después llegamos al origen de los Centinelas. Los robots cazadores de mutantes creados por Bolivar Trask protagonizan un arco con algunas referencias y reminiscencias claras a la literatura de ciencia ficción de genios como Isaac Asimov o Ray Bradbury. La verdad es que, aunque su diseño y tamaño variaría con el paso de los años, estos gigantescos androides ya imponían en su debut. No obstante, el punto importante en esta historia es que el Homo Superior adquirió su injusto status de amenaza. Un dramatismo que pasará a ser verbalizado con la mítica expresión “defendemos a un mundo que nos teme y nos odia”.
Sin duda estamos ante la entrega más superheroica de todas en la que todos los integrantes de la Patrulla X tienen que dar lo mejor de sí mismos (o evolucionar sus poderes como Jean Grey) para salir adelante. También me resulta muy interesante cómo Lee, Kirby, Toth y Roth nos recuerdan que estamos leyendo las peripecias de un puñado de adolescentes, inexpertos hasta cierto punto y vulnerables. Los enfrentamientos contra Juggernaut y los centinelas dejan a la Patrulla-X herida, siendo necesario un tiempo de recuperación que les será negado por culpa del cliffhanger del último número. Hoy es el pan nuestro de cada día, pero en su momento tuvo que ser muy impactante.
En definitiva, ahora es cuando empieza a molar mucho la Biblioteca Marvel mutante. Yo ya estaba dentro, pero ahora estoy dentrísimo.
La edición de Panini incluye varios textos escritos por Lidia Castillo, así como reproducción de los correos originales, publicidad, páginas a lápiz o portadas de TPB más modernos que recopilaban este material.