Voy a empezar la reseña con una afirmación que puede resultar algo polémica para algunos aficionados: estoy disfrutando como un gorrino la Biblioteca Marvel dedicada a Iron Man. Con este volumen ya son seis los dedicados a recuperar las aventuras primigenias del vengador acorazado y llegamos hasta el “Tales of Suspense 94”. El equipo creativo sigue estando formado por Stan Lee y Gene Colan. Sin embargo, en este puñado de aventuras empieza a vislumbrarse un cambio en el horizonte…
Tengo la sensación de que los episodios comprendidos en este tomo de la Biblioteca Marvel son los últimos en los que Stan Lee se “implicó” de verdad, para, a partir de aquí, limitarse a dar algunas pinceladas básicas sobre el devenir de la colección. Tampoco voy a mentir a nadie y asegurar que la colección llegue a estar a la altura de otras como “Doctor Extraño”, “Spiderman” o “Los 4 Fantásticos”. Pero sí que empezaremos a ver algunas tramas más elaboradas y una mejor caracterización de Tony Stark.
Si hay algo que hizo diferenciarse a los tebeos Marvel de los de DC en los años sesenta fue, más allá de las peleas típicas del género de los superhéroes, el desarrollo de los personajes secundarios y sus relaciones a lo largo del tiempo. Y aquí, por fin, saldamos el triángulo amoroso entre Tony, Pepper y Happy de la manera más lógica posible. Un desenlace que provocará un cambio de comportamiento en Tony y que le llevará a abrazar su lado más “Playboy”.
Esta sexta entrega de la Biblioteca Marvel de Iron Man abre precisamente con la resolución de la historia en la que el Mandarín tomaba prisionero al mencionado Happy, pensando que se trataba del hombre bajo la armadura. El clímax se salda con una espectacular pelea salvajemente ilustrada por un Gene Colan y magníficamente entintada por Vince Colleta.
El arte de Gene Colan es una debilidad personal. Todo un disfrute para los sentidos que aquí se traduce en unas páginas de enorme belleza con una composición y narrativa de lo más elegante. El genio brilla especialmente en las escenas de acción en las que el vengador dorado despliega toda la magia de su armadura transistorizada. Ya saben amigos, los transistores son el equivalente de la época a los ordenadores cuánticos actuales, cuyas prestaciones son poco menos que de magia para aquellos que no tenemos nociones avanzadas sobre informática.
En esta sexta entrega veremos cómo Iron Man se enfrenta a otros villanos de su galería de malosos como el Fundidor o el Hombre de Titanio. También tendrá una escaramuza con el Hombre Topo y sus Topoides que sirve de recordatorio de que el Universo Marvel es un mapa global en el que sus diferentes héroes pueden encontrarse o enfrentarse a los enemigos de otros personajes.
Ahora bien, hay un par de aventuras que leídas hoy nos hacen esbozar una sonrisa debido a su ingenuidad, a la par que sirvieron como vehículo propagandístico. Como pasaba en otros campos de ficción de los cincuenta y sesenta (James Bond, te miro a ti), en plena Guerra Fría el miedo al comunismo era palpable, o al menos así se encargaban de recordarlo los medios al populacho día sí y día también. Esta circunstancia tuvo su inevitable eco en los tebeos de superhéroes y en Marvel, Iron Man fue el principal afectado. Aunque otros, como Thor, también lo reflejaron en sus páginas.
Serán dos las aventuras exóticas del cabeza de lata. En la primera visitará una nada sutil versión de Cuba cuyo presidente (que luce igual que Fidel Castro) quiere tener su propia versión del Capitán América gringo. En la otra, irá ni más ni menos hasta Vietnam para derrotar a un científico loco que podría acabar con la vida de mucha gente. Todo esto bajo el tapiz de una doble moral. Y es que hay un par de páginas, con tufillo propagandístico, en las que el ejército agradece enormemente a Stark su ingenio armamentístico. Lo dicho, no cabe más que reírse.
En resumidas cuentas, no se trata de un tebeo imprescindible, pero si se mira con interés, el Iron Man de Lee y Colan ofrece suficientes alicientes para seguir enganchado a ella, aunque solo sea por lo bien que dibuja el artista. Lo sé, lo he repetido varias veces en la reseña. Pero amigos, es que es gustazo ver su arte y lo bien que queda en el papel la mezcla que hace de Clark Gable y Howard Hughes a la hora de representar a Tony Stark.
La edición de Panini incluye los extras habituales de la línea: reproducción del correo de los lectores original, una galería de portadas de distintas series de Marvel que reeditaban tebeos y de recopilatorios más modernos (con las cubiertas recoloreadas), así como la sección de “La Era Marvel” escrita por Lida Castillo.
Quiero más.