La serie de Hulk estaba a punto de cambiar pero aún nos queda un poco más. En un par de tomos, sustituiremos Tales to Astonish por The Incredible Hulk Vol.2, pasaremos de nuevo a las veintipico páginas por capítulo y tendremos nueva dibujante regular, de la que ya tenemos un aperitivo Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 4. Sin embargo, y pese a ciertos hitos que iremos detallando, esto es lo que podríamos llamar un número de transición. Habíamos perdido ya a estas alturas el empuje inicial del cambio de formato y seguiamos en el mismo desbarajuste de baile de dibujantes y, aunque esa huida hacia adelante es una parte casi indisoluble del ADN de Hulk, la falta de rumbo empezaba a acusarse.
Tampoco es que estemos exentos de reclamos en este tomo. Tenemos, por ejemplo, aquí el origen de la Abominación y dibujantazos como Gil Kane o John Buscema. Sin embargo, la gran mayoría del tomo se la come la saga de Bumerang y el Imperio Secreto, dos conceptos que tal vez darían de sí en el futuro, pero que aquí son un ir y venir bastante alargado y aleatorio, que tienen además menos gracia si se observan por separado de lo que estaba ocurriendo en Namor, la serie con la que Hulk compartía cabecera.
Sin embargo, probablemente por accidente, tal y como solía pasar en esta serie, se iban forjando pilares que serían primordiales en la mitología del coloso esmeralda.
Precisamente este deambular, este viaje de locura improvisatoria sin mirar a atrás, si bien estaba desde sus mismos inicios, a la altura de 1966 ya se había convertido en la fórmula que seguirían las distintas series de Hulk durante la inmensa mayoría de los cómics aparecidos en los casi sesenta años posteriores o incluso la en su día popularísima serie de televisión setentera. Hulk es un ser incomprendido que vagabundea sin destino tomando las cosas tal y como le salen al camino, lo que venía a ser casi una alegoría — accidental otra vez, seguro — de su propio devenir editorial. Hulk se postulaba para siempre como esa pelota verde de pinball que va rebotando de un sitio a otro y que permitirá en el futuro las aventuras más locas en los más insólitos entornos.
En el camino, le irán saliendo problemas que, por lo general, serán otros monstruos como la Abominación, a la que aludimos hace algunas líneas, pero también todo tipo de robots, humanoides, engendros frankensteinianos y todas la metáforas de la amenaza nuclear que se le iban ocurriendo a Stan Lee y que ampliarían sus sucesores y con esto tenemos un segundo pilar que permanecerá para siempre unido a Hulk.
Y si tenemos a un monstruo sin un lugar al que pertenecer o siquiera simplemente donde descansar. Si tenemos al pobre Hulk siempre a tortas con esto o aquello, no se hace esperar la tercera pata: el drama. En estos números de Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 4, por más que los argumentos se puedan alargar y hasta resultar todo un tanto formulaico y reiterativo, nos encontramos ante ese fenómeno genial de los cómics Marvel donde la vacua y vana repetición se convierte, por obra y gracia de la magia Marvel, en mitología y sustento para décadas de historias. Y es por eso que aquí se incide cada vez que hay oportunidad en la calidad de incomprendido del viejo goliat verde. Esa especie de misantropía infantil y visceral como reacción pura a la agresividad de su entorno es el motor del hiperbólico gran drama made in Marvel, sin duda una las más genuinas y deliciosas características del personaje y que se muestra aquí en una forma e intensidad a la que no muchos héroes de la casa de la ideas eran capaces de llegar. Lo siento, mutantes, esto va más allá del odiados y temidos de boquilla que tenía la Patrulla-X de la época.
Y tratando de ser neutral y alejarme un poco del amor incondicional que le profeso a Hulk, tal vez sea cierto que estos números en concreto no son los más brillantes y que se aprecia la pérdida de fuelle, No obstante, son un pequeño trago por el que hay que pasar y sin el que no podría haberse concebido todo lo que estaría por llegar. Ese futuro se nos deja atisbar muy levemente al final de Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 4 con la llegada de Marie Severin, la que se terminará por convertir en la primera dibujante regular con cierta continuidad después de Jack Kirby, que dejará marcada su impronta para siempre y será el punto de apoyo para la nueva etapa que no tardaremos en ver. Están cerca los años setenta y con ellos uno de los momentos más dulces para nuestro coloso esmeralda.