A bordo de esa máquina del tiempo que nos dicen desde Panini, aquel año 1966, Galactus pisaba la Tierra en los 4F, El clímax de la etapa Ditko llegaba con la saga del Planeador Maestro, Los Vengadores había tomado su propia identidad con el cuarteto loco del Capi, Thor se emancipaba para conseguir cabecera con su nombre y Hulk… bueno, a nuestro gigante verde le costaría un poco más, tal como vamos a ver en Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3.
Curiosamente, si nos fijamos en el tomo anterior, podría parecer atisbarse ya un rumbo trazado, pero a nuestro coloso esmeralda aún iba a tardar en sacudirse de encima la locura improvisatoria y los bandazos. Puede que, en parte, nunca se los haya quitado de encima y acaben formando parte integral de su propia esencia, pero dejaban a nuestra bola de pinball verde favorita rebotando de un modo estrambóticamente errático. Es este un hecho que además se ve acentuado por el formato de historias de 10 páginas, que, al igual que comentábamos en Nick Furia, opta por un continuará constante y frenético en lugar de la fórmula de relatos autoconclusivos que predominaba los años anteriores. Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3 es un constante no parar sin tiempo de respiro… ni siquiera para Stan Lee. De todos es sabido que, ante la acumulación de trabajo y con cada vez más quehaceres fuera de la escritura, los guiones de Stan Lee eran cada vez más escuetos y, si bien en otras series contaba con la implicación completa de otros genios que levantaban los tebeos, el interés de Kirby en Hulk era mucho más tangencial que en sus queridos 4 Fantásticos, lo que dejaba esta serie un tanto desamparada.
Así, Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3 nos lo lleva rebotando de su desierto natal de Nuevo México hasta el Área Azul de la Luna, de ahí nos lo llevamos de viaje al futuro, vuelta a casa y luego al centro de la tierra. No obstante, no es ya que todos estos conceptos y villanos suenen a vistos, sino que la mayoría son prestados de otras series. El Área Azul de la Luna y el Vigilante procedían de Los 4 Fantásticos, habíamos explorado el futuro en Los Vengadores y el villano al que allí se enfrenta procede de Thor. Tenemos también al Hombre Topo y a Hércules… es como si estuvieran haciendo tiempo, rellenando con sobras, mientras decidían qué identidad darle a Hulk.
De hecho ya hemos pasado por el Hulk locuaz y malhumorado, por el gigante verde con la mente de Banner y por el bruto que habla en tercera persona y, sólo en Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3, volvemos a pasar de nuevo por los tres. Otra vez constantes vaivenes y esa parece ser la única naturaleza a la que parece aspirar nuestro Goliat verde… o tal vez no. Entre préstamos de otras series y bandazos, tenemos retazos de algo que ya se había dado en otras series y que muchas veces es visto como algo negativo, pero que el tiempo ha puesto en su sitio. Hablamos de la repetición.
Muy probablemente fuera, como tantas otras cosas en Marvel, un hecho accidental, pero la recurrencia fue el alimento de la mitología. Así, ya comenzaba a ser una constante que Hulk se enfrentara a otros brutos forzudos, muchos de ellos monstruosos. Llegaríamos aquí también al primer villano recurrente de Hulk — exceptuando, claro, al General Ross y Talbot, que nunca se fueron —. Hablamos de Tyrannus y con él tiene lugar un hecho bastante insólito. El universo Marvel ya ha crecido tanto, que suceden historias fuera del alcance de nuestros ojos. Nada menos que una gran guerra subterránea entre el Hombre Topo y Tyrannus ha tenido lugar en elipsis mientras mirábamos a otro lado.
Pero pese a descubrimientos fortuitos que hacen más grande a Hulk y su universo, por lo general en esta etapa prima la abundancia de refritos de otras series y, de nuevo de forma casual, alcanzan con esto otro sello de identidad de Hulk. Si los 4 Fantásticos comenzaban a ser la gran superproducción de escenas cósmicas gargantuescas, Hulk aprovechaba los conceptos sobrantes convirtiéndose, como buen tebeo de monstruos, en la serie B de Marvel. Todo esto terminaría por ser parte del carácter intrínseco a nuestro coloso esmeralda y entronca además con la locura improvisatoria que salta sin ton ni son, pero también sin complejos, entre escenarios y conceptos. Gracias a ello, no tiene que preocuparse demasiado por su coherencia o verosimilitud. Se da menos importancia a sí misma y esto deriva en unas cotas de locura creativa que trascienden las leyes de la lógica y que además se ven amparadas por el encanto de este figurado cartón piedra hecho de tinta que rezuma Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3.
Y en este sentido de huida hacia adelante sin atarse a la congruencia, por más que Kirby hiciera los bocetos, las libertades que se tomaban en aquella época en los acabados superan con mucho lo que tenemos asimilado hoy día. Hay números donde apenas se percibe a Kirby y eso nos deja una identidad visual tan errática como el resto de aspectos de la serie. Y no es que no haya dibujantes de calidad. La labor de algunos como Mike Esposito, Bill Everett o un casi recién llegado a Marvel John Romita (cuyo número es una delicia) es más que profesional, pero no hay apenas continuidad entre sus estilos ni, por supuesto, una personalidad gráfica que podamos asociar a Hulk. Esto durará aún un tiempo y, aunque cuando Kirby se vaya, llegarán monstruos de la talla de John Buscema o Gil Kane, no será hasta que Marie Severin aterrice cuando tengamos la primera imagen icónica de Hulk desde las que nos dieron los Kirby y Ditko del principio.
En cualquier caso, si bien Biblioteca Marvel El Increíble Hulk 3 no es el momento más brillante de la serie, en este constante prueba-error sin rumbo que parecían estar desarrollando sin pensar demasiado en ello, tenemos por el camino peleas en el mar con almejas gigantes, trípodes de inspiración wellsiana y todo tipo de marcianadas desacomplejadas que siempre nos hacen disfrutar.