Se cuenta que el principal motivo por el que el número de publicaciones de Marvel en sus primeros tiempos era tan reducido era porque la distribuidora que llevaba sus títulos a los puntos de venta era propiedad de la competencia. Pero en la segunda mitad de los 60, la casa que construyó Jack cambió de distribuidora y esa restricción desapareció. Una de las consecuencias fue que todas las revistas en las que dos seriales compartían cabecera se dividieron, pasando a protagonizar cada personaje su propia serie. En Biblioteca Marvel Capitán América 4 vemos uno de esos momentos: Tales of Suspense se divide en dos series. Iron Man se va a una serie nueva, y Tales se renombra como Captain America a partir del número 100.
La principal consecuencia que tiene este cambio es en la profundidad de las historias. Recordemos que estamos ante material de los años sesenta, que no estaba concebido para ser leído en tomos recopilatorios (aún faltaban bastantes años para que ese formato se impusiera), y las librerías especializadas con fondo de números atrasados no eran el principal punto de venta como lo son hoy en día. Así, aunque había una cierta trama de fondo en algunas series -no en todas-, cada grapa mensual tenía que ser una unidad narrativamente autocontenida. En un tebeo en el que cada cabecera se llevaba la mitad de páginas, daba para diez páginas por historia. Eso hacía que fueran historias simples, superficiales, en ocasiones poco más que una excusa para que Jack Kirby se luciera en una escena de acción narrada con una agilidad que pocos artistas de su época podían alcanzar… aunque a estas alturas estaba llegando ya una nueva generación con nombres como Neal Adams o Jim Steranko. Pero a partir de este tomo, el Capi ya tiene sus veinte páginas mensuales, y se nota tanto argumental como gráficamente. Al poder desarrollar historias más extensas, más complejas -para lo que son los tebeos de la Marvel de la época, vamos- Kirby recupera algo de la ilusión por el personaje que quizás no tuviera meses anteriores, y da una versión más brillante de sí mismo. Tenemos en el último tercio de este número composiciones más atrevidas, con trazos más vibrantes, pese a que el equipo creativo sigue siendo exactamente el mismo que meses atrás, cuando la losa de las diez páginas mensuales seguía pesando encima de sus cabezas.
Argumentalmente, aunque las tramas son más elaboradas que «llega el Capi, entra en una habitación y se zurra con diez», como llegamos a ver en alguno de los números anteriores, siguen siendo tebeos de la Marvel de los 60. Se pasan por aquí viejos conocidos de esta y otras series, como Nick Furia o IMA, debutan nuevos personajes como MODOK, y termina con un bombástico team-up entre el Capi y Pantera Negra contra Cráneo Rojo. Aunque quizás el punto álgido argumental de Biblioteca Marvel Capitán América 4 (el gráfico ya tenemos claro que Kirby, aún no al 100%, está por encima de la mayoría de los tebeos de la época) es el desarrollo de la Agente-13, que acabaremos conociendo como Sharon Carter, y cuya relación con Steve Rogers empieza a perfilarse en estas páginas. Insistimos, de nuevo, son tebeos de la Marvel de los 60, no hay que esperarse profundos perfiles psicológicos ni retratos realistas de la psique femenina.
Teníamos ganas de llegar a este punto de la serie original. Por dos motivos, principalmente. Por un lado, las historias empiezan a ser más interesantes aquí. Y por otro, al tener el doble de páginas del Capi cada mes, la periodicidad de la Biblioteca Marvel dedicada al personaje aumentará a partir de aquí. Esperemos.
