Noctámbulos y sangrientos saludos. Queridos lectores de ELHDLT, con tono apesadumbrado debo anunciar que la colección La Tumba de Drácula está a punto de terminar. Si estáis leyendo esta reseña es porque, a buen seguro, habéis quedado enganchados con la versión de Vlad Tepes que Marvel Comics ofreció en los años setenta. Un cómic de terror distinto, al amparo de una de las majors estadounidenses que supo sortear la suavizada censura de la época para ofrecernos una cabecera mítica.
Con estos dos tomos de La Tumba de Drácula llegamos hasta el número 62 USA. Lo primero que debo decir es que la serie sigue siendo tan fresca como en sus primeros pasos, gracias a la soberbia labor de Marv Wolfman y Gene Colan. Un equipo en pleno éxtasis creativo que nos tiende una mano que nos negamos a soltar. Me parece brillante cómo la idea básica de la serie con Drácula y el team formado por Harker, Drake y Van Helsing jugando al gato y al ratón (no siempre en los mismos roles) no solo no cansa, si no que siempre nos depara alguna sorpresa.
En estos volúmenes el microcosmos de personajes creado por Wolfman y Colan llega a su punto de máxima ebullición de tal forma, que la trama que ocupa a Blade y Hannibal King haciendo equipo (en serio, no tiene desperdicio) a la caza de Deacon Frost (os sonará el nombre por el villano interpretado por Stephen Dorff en la primera entrega del cazavampiros más famoso de Marvel) llega incluso a robarle algo de protagonismo al propio Drácula. Se trata de una saga trepidante que recurre a algunos trucos tramposillos o incluso digamos que McGuffins para justificar algunos eventos, pero poco importa cuando no podemos despegar la vista del tebeo.
Marv Wolfman consigue que cualquier cosa quede bien en La Tumba de Drácula, hasta el punto que para el número cincuenta USA se trae a Estela Plateada como invitado especial, una de las almas más torturadas de cuantas pueblan la Casa de las Ideas contra un ser que carece de ella. Otro destello de genialidad que nos ofrecen estos números son un puñado de páginas en las que nuestro oscuro protagonista se enfrentará a un equipo formado por héroes literarios del género de aventuras. Una suerte de Liga de los Hombres Extraordinarios treinta años antes de su concepción.
Antes de entrar en la trama central de estos penúltimos tomos de Drácula, hay que destacar algo que seguramente os habrá alegrado a muchos de vosotros: que el tono de comedia impuesto con la presencia del escritor charlatán Harold H. Harold ha disminuido notablemente. Aún con esto, Wolfman se reserva un episodio entero para contarnos la historia de la serie desde su peculiar punto de vista. Si habéis visto el capítulo Superstar de Buffy Cazavampiros protagonizado por Jonathan sabréis de lo que hablo.
Ahora bien, en las páginas que nos ocupan veremos una gran saga en la que Drácula llega a formar una suerte de familia al auspicio de un culto satánico que tratará de liderar a modo de arma para doblegar a la humanidad. Wolfman llega a usar de manera explícita iconografía católica como vehículo para hacer hincapié en la naturaleza diabólica de Drácula. Una saga realmente potente con algunos momentos que llegan a helarte la sangre ya que, de manera sutil, Wolfman rompe con algunos tabúes del mundo del cómic. No obstante, me da la sensación de que la saga sufrió algún tipo de censura o incluso de autocensura ya que el mensaje inicial se va diluyendo a medida que avanza la historia.
Como ya hemos dicho, esta serie no sería lo mismo sin Gene Colan, que echa el resto en cada página (y eso que dibujaba otro título más cada mes) sin importar que esta tenga una viñeta u ocho. Colan es un maestro de la ambientación y la narrativa, consiguiendo aunar modernismo y clasicismo hasta el punto que en ocasiones parece que estamos ante un cómic de la EC de los años 50. Una verdadera gozada, oigan.
Por último mencionar que en los tomos siete y ocho de La Tumba de Drácula vuelven a hacer acto de presencia los extras en la forma de reproducción de la correspondencia de la edición original escrita por el propio Wolfman. Una galería de portadas de diversas reediciones americanas o un gran artículo sobre las ediciones anteriores de la serie en España que además ofrece mucha información sobre el cómic de género en nuestro país.
Solo quedan dos tomos, que puta pena.