¡Madre mía! Cómo ha cambiado mi percepción de esta Biblioteca Caballero Luna con la lectura de las últimas entregas. Tengo que reconocer que a la altura de los volúmenes tres y cuatro llegué a plantearme seguir con el resto. No fueron malos cómics, para nada. Pero no terminaba de conectar con las historias por muy bien dibujadas que estuvieran.
El tema es que con los números del tomo anterior parece que Doug Moench da un golpe encima la mesa presentando tramas más largas y elaboradas, y también pone más atención a las relaciones entre personajes o al conflicto de las distintas identidades de Marc-Jake-Steven-Caballero Luna. Pues bien, todo eso sigue presente en los episodios que nos ocupan, sobre todo el rumbo hasta un punto de no retorno de la relación de Marlene con nuestro protagonista. La cosa está que echa chispas, pero mejor nos metemos en faena.
Lo primero que destacan son las asombrosas portadas de Bill Sienkiewicz, las mejores hasta la fecha, con composiciones muy ingeniosas en las que el genial dibujante juega con las formas y contornos, creando fundidos o collages excepcionales consiguiendo que con solo mirarlas tengamos ganas de leer el tebeo.
Comienza el tour de force para el Caballero Luna
La acción arranca con el regreso de un viejo conocido: Morfeo. Este ser de pesadilla escapa del hospital donde permanecía sedado, sembrando el caos a su paso. La historia podríamos decir que es un claro precedente de lo que veríamos un par de años más tarde en el filme A nightmare en Elm Street, de Wes Craven. Sienki hace verdaderas virguerías con los poderes del villano al presentarlo como un ser pesadilla. Muy acertada también resulta la paleta de color de Christie Scheele, diferenciando claramente qué pasajes son reales y cuaes son oníricos.
A continuación también regresa la temible Vidriera Escarlata que, armada con una ballesta, pretende sembrar el terror en todo el bajo mundo. Doug Moench pone en boca de sus personajes un interesante dilema sobre hasta qué punto puede estar justificado incurrir en el crimen de arrebatar una vida (aunque dicha víctima no merezca vivir). Leves debates sobre la moralidad se entrelazan con acción desfasada en un relato que nuevamente sirve para dejarnos ver algunas semillas que más tarde recogerá el guionista en su larga etapa en Batman.
La última historia larga de esta sexta entrega nos presenta a una nueva némesis para el Caballero Luna llamada Espectro Negro. El guion adquiere tintes levemente políticos cuando un ex combatiente de Vietnam se presenta para alcalde, acabando previamente con su competencia con todos los medios posibles. Sin decir mucho más por aquello de los spoilers, he dedestacar que el Puño de Konshu será llevado al límite como llevaba tiempo sin verse, al sufrir derrotas y humillaciones que le obligarán a adoptar ciertos elementos que llevaban en desuso desde antes de su serie regular.
Y ya por último llegamos a ¡Dale!, una historia corta de 16 páginas que presta su portada a este volumen y que en principio iba a ser un complemento en otra serie en manos de otro dibujante. El destino quiso que acabará en posesión de un Bill Sienkiewicz que se empeñó en dibujarla. Moench y Sienki relatan una reflexión sobre la naturaleza de la violencia de forma cruda. Para el acabado gráfico, el dibujante alterna viñetas más convencionales con otras que adoptan la forma esquemática y realista con la que un niño pequeño se expresa a través de sus dibujos. Solo por este cuento ilustrado ya ha merecido la pena leer toda la obra.
El tomo finaliza con la historia El asesino de taxistas, típica aventurilla ligera del gato persiguiendo al ratón, que es escrita por el editor Denny O’Neil y dibujada por Keith Pollard. Tan intrascendente como divertida.
Lo dicho, el mejor tomo hasta el momento que viene completado con extras del tipo de varios artículos de Sergio Aguirre, reproducción de las promos de algunos números o fichas del Caballero Luna, su nave y su mansión extraídas del Official Handbook of the Marvel Universe.