Érase una vez una princesa que se encuentra a un hada y le pide un deseo… Así comienzan muchos cuentos que nos han acompañado toda nuestra vida. Suelen ser cuentos que plantean situaciones idílicas, de príncipes y princesas, de dragones o caballeros malvados y de cómo la magia o el valor acaban salvando los muebles. Hoy Astiberri pone ante nosotros uno de esos cuentos, Belleza, salvo que el cuento que nos plantea no es tan idílico como los que estamos acostumbrados a leer (o incluso contar). Belleza nos sitúa en un cuento de hadas, pero tras sus cortesanas envidiosas, sus príncipes tristes, sus hadas madrinas… oculta una historia que no es más que el reflejo de nuestra sociedad, irremediablemente insatisfecha, y egoísta por definición. Un cuento de hadas que te invita a soñar, pero te mantiene en tensión continua, nada es lo que parece y predomina una sensación continua de que en cualquier momento, todo se va a descontrolar.
Hedionda es una chica de pueblo, fea y apestosa. Como no todo iba a ser malo, es tremendamente trabajadora y tiene un buen corazón. Pero en el pueblo todos se ríen de ella y la tratan con desprecio. Todos salvo su amigo Pedro, con quien comparte una pura relación de amistad, mal vista por la madre de él, que piensa que alguien así solo puede querer acercarse a su hijo para seducirlo… En ese ambiente, se encuentra un día, paseando, a un feo sapo. Hedionda se siente identificada con él y derrama una lágrima de tristeza, lo cual lo convierte en el hada Mab, que en agradecimiento le concede un deseo. Hedionda pide ser bella y Mab le dice que no pueda hacerla bella, pero sí que la gente la percibe como la más bella del mundo. A partir de ahí, Hedionda pasa a ser Belleza, una mujer por la cual los hombres se pegarán y por la que estarán dispuesto a hacer de todo y concederle el más mínimo deseo. Parece una gran ventaja, pero a veces tus mayores sueños se pueden convertir en pesadillas…
Esta edición de Astiberri es un integral que contiene los tres libros originales. Tres libros que conforman una historia en tres actos: El primero en el que se plantea la situación y nuestra protagonista acabará convirtiéndose en reina, el segundo donde veremos que es una reina caprichosa y que antepone sus deseos a los intereses de su reino, y por último un desenlace en el que todo se escapa de las manos y el reino se encuentra al borde la destrucción…
Está escrita por Hubert, al que en España conocemos principalmente por su Los ogros dioses. Hubert usa un tono de cuento de hadas, pero mantiene una crueldad en los personajes, especialmente en sus actos, que pone la piel de gallina. Cuando se convierte en Belleza, sus vecinos del pueblo no es que se enamoren de ella, es que quieren hacerla suya, y violarla si es necesario, no aceptando un no por respuesta. Y no solo eso, el guionista hace un interesante ejercicio de caracterización de personajes: Hedionda se venga de sus vecinos, salta de pareja en pareja a su antojo, antepone sus deseos a los de su pueblo una vez ya es reina… Es un ser que dista mucho de esas nobles princesas de cuentos de hadas. El efecto de su hechizo, hará que algunos hombres estén dispuestos a dar una patada en la espalda a sus mujeres con tal de estar con ella. También me ha gustado mucho el trasfondo de la historia de las hadas, con esa lucha entre el bien y el mal, y ese juego de ingenio hacia el final para ver quién es más listo y consigue engañar al otro.
Si el guión es interesante, el dibujo acompaña a la perfección. Kerascoët son Marie Pommepuy y Sébastien Cosset. Provienen de disciplinas tan diferentes como las Artes plásticas de entorno arquitectónico o la ilustración médica y científica. Eso se refleja en un estilo que recuerda al Art Noveau y al manga más simplista y estático al estilo Osamu Tezuka o los diseños de Jun’ichi Nakahara. Además, la obra está realizada en bitonos dorados/ocres, aportando a la historia un extra para evocar esas obras de Klimt o de Mucha en nuestro subconsciente.
Belleza explora la naturaleza humana. Ni siquiera esa ambientación en un mundo de hadas desactualiza una obra que sirve como crítica a una sociedad cada vez más ombliguista, preocupada por dar una buena imagen a los demás, pero que una vez accede a sus metas, va a quedar insatisfecha deseando siempre lo inalcanzable. Explota también la naturaleza masculina, presa de sus deseos, dispuesta a perder su humanidad o su dignidad una vez nublado el juicio.
Una obra narrada con un ritmo perfecto, profundizando en varios personajes, de los cuales solo se salva la princesa Claudina, un personaje que se muestra seguro, es inteligente, fea pero que consigue mostrarse atractiva con su manera de actuar y comportarse. Un personaje que a diferencia de los demás, va en sentido inverso: de una naturaleza algo más manipuladora va pasando a ser el único personaje sensato y con los pies en la tierra de toda la obra.
En definitiva, Belleza.
Para mí Belleza, pasa automáticamente a la zona alta de las mejores obras del año, y eso que no hemos llegado ni al ecuador. Un cuento de hadas con muchas lecturas, que oculta una crítica a la sociedad moderna, con un tempo y un estilo narrativo que embelesa y tensa a la vez. Una historia muy dura, con personajes crueles y egoístas, pero que no son usados como moralina en ningún momento. Aquí no hay el personaje malo que al final tiene su merecido o el personaje bueno que sufre pero que acaba triunfando. Como en la vida misma, somos presos de nuestros actos, y a veces el karma se equivoca de dirección y te devuelve mucho más de lo que mereces, tanto para bien como para mal. Una obra rotunda, directa y que deja un poso de intranquilidad que invita a la reflexión. Prohibido dejarla pasar.
Lo mejor: El tono de la obra, frío y duro, en contraste con «ser un cuento de hadas». El dibujo.
Lo peor: Que, como le pasa a algunas obras de Tezuka, la sinopsis y el estilo te haga pensar que es un cuento de niños y lo dejes pasar.
Para los que gustan de cuentos de hadas sin pajarillos cantando. Para buscar el subtexto de crítica social. Para disfrutar de una de las mejores obras del año.