Battlefields está en su recta final. Solo queda un tomo más donde nos despediremos de la teniente Anna Kharkova, a quien conocimos en Las brujas de la noche y Madre Patria y, cuando llegamos a Battlefields 7. Por verdes praderas visitamos por última vez a Stiles, el mítico sargento geordie que nos acompañaría en Los tanquistas y La luciérnaga y su majestad.
Cambiamos ahora de escenario para irnos a la guerra de Corea, un conflicto quizá no tan explotado en la ficción como su antecesora, La Segunda Guerra Mundial. Al finalizar esta, Corea fue dividida en dos bloques — del mismo modo que se haría con Alemania — y esto daría lugar a uno de los mayores conflictos armados derivados de la Guerra Fría. A grandes rasgos, Corea del Norte pretendía reunificar el país con la ayuda de la U.R.S.S. y China, mientras que las Naciones Unidas apoyaban la independencia del sur.
La cercanía con la Segunda Guerra Mundial llevaría a muchos veteranos a combatir a Corea y dejaría ver una figura que pone de relieve Battlefields 7. Por verdes praderas, la del animal de guerra. El veterano que ha vuelto a una vida civil que no parece tener nada para él — o él nada para ella —, la antaño persona que ha olvidado vivir como una y solo en la guerra encuentra un lugar. Nuestro sargento Stiles es una de esas personas y, aunque sea desde la comodidad de nuestro sillón, ya lo hemos acompañado en varias batallas, bien sea a bordo de un viejo Churchill, un luciérnaga o en el centurión que cabalga ahora.
Sin embargo, antes de entrar en la cabina, Battlefields 7. Por verdes praderas, la vida depara una nueva adversidad para Stiles y el joven Robinson, que se verán metidos casi por azar en la batalla del río Imjin, concretamente en la defensa de la colina 235 por parte de los gloster. Después de 7 tomos, ya sabemos de sobra cómo Garth Ennis nos hace sentir la guerra, pero en esta ocasión tal vez más que nunca. Rodeados de un enemigo muchísimo más numeroso e inmersos en un caos donde somos incapaces de distinguir nada más allá del compañero que dispara a nuestro lado, porque ese compañero es ahora mismo lo único tenemos y lo único que nos separa de la muerte.
Y ya conocemos también al maestro Carlos Ezquerra. La edición original de este tomo sería la última obra completa que sacaría en vida el dibujante zaragozano y, aunque publicó de manera póstuma Spector, Battlefields 7. Por verdes praderas nos sitúa al final de una larga carrera de medio siglo, en un punto donde con muy poco es capaz de todo. Incluso con esa paleta de colores pardos casi monocroma de Tony Aviña consigue que cada soldado uniformado tenga su propia identidad, mientras que el enemigo será radicalmente distinto, pero una masa indistinguible, tal como los percibían los soldados. Ni nosotros ni Ezquerra hemos estado en la guerra, pero la verosimilitud más que fidelidad con la que nos la cuenta nos hace dudar de que puede ser de otro modo.
Ya solo nos queda un tomo más para despedirnos de la teniente Anna Kharkova y habremos terminado Battlefields. Me pregunto si el vacío que nos va a dejar, será la versión de sillón del que siente el sargento Stiles. Me pregunto si Garth Ennis no habrá hecho de nosotros la versión de salón de esos animales de guerra.