Sólo hace falta un mal día para que el hombre más cuerdo que existe enloquezca.
Esa es la distancia que separa al mundo del lugar en el que habito: un mal día, tan solo.
-El Joker, en La broma asesina (1988)
La broma asesina es, sin duda, el tebeo de origen de un supervillano más recordado de todo el género superheroico. Es una obra que, aunque no está exenta de fallos, define un origen del Joker con una profundidad psicológica que el personaje no había tenido en los casi cincuenta años previos de su existencia. Y recientemente, cuando se cumplieron 35 años de la publicación original de la obra de Alan Moore y Brian Bolland, DC lanzó una serie de especiales que giran alrededor de la idea de ese mal día que te cambia la vida protagonizados por los principales villanos de Batman, que ahora tenemos recopilados en un volumen integral.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que Un mal día no es una serie, tan sólo es una cabecera genérica, el nombre de una breve línea de publicaciones. No hay continuidad de unas a otras, no tienen los mismos autores, ni el mismo tono, ni abordan la idea del mal día de la misma forma. Dicho lo cual, el resultado final de esta no-serie es tan irregular como cabe esperar: tenemos algunos tebeos francamente buenos, otros simplemente interesantes, y alguno falla el tiro ampliamente. Todos ellos comparten algo: son historias protagonizadas por el villano de turno, la continuidad es algo que no tiene la más mínima importancia, y, como mínimo, hay alguna idea interesante en todos ellos. Vamos con cada uno de ellos.
El especial con el que se abre el tomo, que también fue el primero publicado, es el del Acertijo, y quizás el que tiene un equipo creativo más llamativo, Tom King y Mitch Gerads, responsables, entre otras, de Mr. Milagro o Sheriff de Babilonia. A nadie se le escapa que Tom King tiene una obsesión por la estructura de sus obras comparables a la de Alan Moore, en quien se ha inspirado en una buena parte de ellas. Y eso es especialmente patente en este tomo: es, casi paso a paso, la versión Tom King de La Broma Asesina. Tenemos exactamente el mismo planteamiento de la historia, un villano que en el pasado ha bordeado lo ridículo y de repente se ha vuelto inesperadamente más oscuro, una historia en el presente que se alterna con flashbacks del pasado del personaje que nos cuenta sus traumas y el origen de sus obsesiones, y un final ambiguo absolutamente calcado de la obra de Moore y Bolland. Si bien este tebeo es técnicamente perfecto, con un Gerads que entiende a la perfección lo que King espera de él y realza el guión de una forma impresionante, tiene dos defectos innegables. Por un lado, una apabullante falta de originalidad al fusilar la obra en la que se basa paso a paso, y por otro, una versión del Acertijo que nos resulta totalmente irreconocible, casi incluso fuera de personaje. Podríamos decir incluso que está más cerca de la versión de la película de Matt Reeves que del personaje del cómic.
El segundo número es el protagonizado por Dos Caras, escrito por Mariko Tamaki y dibujado por Javier Fernández. Tamaki es una autora que brilla espectacularmente en las historias en las que sus protagonistas pasan por un momento de cambio en sus vidas (Aquel verano, Roaming…), pero que rara vez emociona cuando se acerca a los superhéroes. Eso sí, si hay un villano caracterizado por haber cambiado tras un mal día es sin duda Harvey Dent. Pero lo que nos plantea aquí es una historia plana, que recorre uno tras otro momentos comunes y que nos intenta encaminar hacia una sorpresa totalmente predecible, resultando un cómic totalmente prescindible y olvidable. Sólo se salva el dibujo de Fernández, que hace lo que puede con el insípido guión que le ha tocado ilustrar.
Seguimos con el especial del Pingüino, de John Ridley y Giuseppe Camuncoli. A priori, tendríamos que decir que Ridley se aleja bastante de la idea de partida de estos especiales: lo que nos cuenta no es un mal día que le empuja hacia el mal camino -aunque sí nos cuenta un momento de su juventud del que saca ciertas enseñanzas y tiene presente el resto de su vida-, sino uno en su carrera como jefe de los bajos fondos de Gotham por el que pierde su puesto y acaba como un vagabundo más de la ciudad que antes controlaba. Pero Ridley utiliza este punto bajo del personaje para mostrarnos su determinación y su capacidad de planificación, definiéndonos de una forma clarísima y certera la personalidad de Cobblepot y por qué este tipejo de aspecto ridículo es uno de los villanos que Batman tiene que tener más en cuenta. Al ritmo pausado de la historia le ayuda el muy inspirado dibujo de Camuncoli, en el que acaba siendo una de las más agradables sorpresas del tomo. ¿En continuidad? En pocas palabras: qué más da.
El número de Mr. Frío, firmado por Gerry Duggan y Matteo Scalera, nos lleva de vuelta a los primeros tiempos de Batman, con Cerillas Malone aún presente y un Dick Grayson aún niño y con el traje de Robin. La esencia del número es la versión del personaje de Batman: la serie animada, pero con un ligero giro oscuro en el que vemos que Victor Fries ya no era un marido precisamente modélico antes de la criogenización de su esposa Nora. Aún así, es un personaje digno de compasión, pero Duggan no aporta más que un leve matiz a su origen canónico. Eso sí, el dibujo de Scalera, junto con los colores de Dave Stewart, es uno de los puntos álgidos gráficos del tomo.
Bane representa uno de los puntos álgidos del noventerismo en las series de Batman. Joshua Williamson y Howard Porter juegan con una idea interesante: el mayor éxito de la vida de Bane, el día que le rompió la espalda a Batman, es también el peor: ninguno de los demás días que ha vivido desde entonces están a la altura. Al igual que con el número del Pingüino, lo que tenemos aquí no es exactamente la idea alrededor de la que giran la mayoría de estos especiales, pero quizás le dé un cierto trasfondo a un villano que no pasó de ser un poochie en su momento de gloria. En el lado de los peros, en algunos momentos, el guión de Joshua Williamson peca de sobreexplicativo.
En Catwoman, G. Willow Wilson y Jamie McKelvie nos cuentan una emotiva historia que une presente y pasado del personaje, y que nos muestra que el camino que lleva a Selina Kyle a convertirse en la ladrona felina se debe más a haber crecido en una familia sin recursos que a haber tenido una experiencia traumática puntual. Vaya, parece que los especiales que ignoran el mal día en cuestión son al menos tantos como los que sí usan esa idea. Es una historia bien escrita, bien dialogada y espectacularmente bien escrita, pero quizás peque de ser una historia menor en la biografía de la gata.
Clayface es un personaje… extraño. Jackson Lanzing, Collin Kelly y Xermánico le dan una vuelta meta a su historia, y nos presentan a un Basil Karlo que ya está totalmente establecido en su rol de Clayface, pero está intentando regresar a su pasada carrera como actor… en la adaptación cinematográfica de La broma asesina. Nos encontramos aquí a una versión seria y psicológicamente perturbada del personaje que vemos en la serie animada de Harley Quinn. ¿Cómo? ¿Que no la has visto? Ya tardas.
El último número, centrado en Ra’s Al Ghul, tiene el equipo creativo posiblemente más llamativo después del especial del Acertijo: Ivan Reis y Tom Taylor. La muerte de un animal que ha estado acompañando a Ra’s durante casi dos décadas le hace pararse a pensar y decir «hasta aquí», y tomarse, una vez más, la justicia por su mano. Tenemos a la versión más ecoterrorista de la Cabeza del Demonio, en una historia contada desde su punto de vista, y vemos que quizás no es tan villano como nos ha hecho creer Batman, su antagonista. Es una historia que plantea si el fin justifica los medios cuando estos son extremos, y nos hace, si no empatizar, sí comprender las motivaciones del abuelo de Damian. De nuevo, no es una historia que vaya a cambiar la historia del personaje, pero es muy sólida y está muy bien estructurada tanto en guión como en dibujo.
La edición de ECC no está exenta de problemas. En varios momentos, las tintas de algunos cuadros de texto, con letras blancas sobre fondo negro, están corridas, y la lectura se resiente. Además, el gramaje del papel está por debajo de lo cómodo. Comparando con otros tomos de una cantidad de páginas similar, Un mal día tiene un grosor un 40% menor. Un producto con una calidad física bastante baja que no tiene un precio acorde: nada menos que 56.50 €.
No hace falta repetir una vez más que eso de «segundas partes nunca fueron buenas» es una frase rigurosamente falsa, pero lo que sí hay que señalar aquí es que ninguna de las historias que nos encontramos, aún habiendo varios tebeos que son innegablemente buenos, está a la altura de su inspiración, La broma asesina. Pero desde luego, es una lectura a la que no se pueden poner más peros que un alto precio y una calidad de edición francamente mejorable.